En
un memorial conservado en el Archivo General de Simancas (AGS, CCA, LEG, 159,
146) un viajero inglés pide a través de la Cámara de Castilla al Rey Carlos I (que
recibe el tratamiento de “Sacra Cesárea Católica Majestad”) que se le haga
justicia por el robo que ha sufrido en las cercanías de la ciudad de Oviedo. El
escribano que realizó el documento transcribe el nombre del viajero como Ullen
Guibesun, que tal vez sea la castellanización poco precisa de Eugene Gibson.
Aunque el documento no está fechado, el legajo en que se encuentra parece indicar
que estaríamos en el año 1523, fecha a la que pertenecen la gran mayoría de los
documentos de dicho legajo. El asalto se produjo en concreto en el mes de
marzo, y el valor de las pertenencias sustraídas ascendía a unos cien ducados.
Hasta 1536, año en que se introdujo el escudo de oro, el ducado era una moneda
real y no sólo una unidad de cuenta. Se trataba de una moneda de oro de gran
pureza (unas 989 milésimas) y unos 3,5 gramos de peso, equivalente a 375
maravedís. El ducado español tenía más cantidad de oro que los acuñados en
otros países europeos, pero al ser ligeramente más blando podía sufrir más
deformaciones. Realizada la denuncia por parte del viajero, el Teniente de
Corregidor de Oviedo consiguió determinar la identidad de dos de los ladrones,
Bernaldo de Valdés y Pedro de Rubio, personas poderosas y bien relacionadas, cuyas
malas artes alcanzaban toda Asturias. Tras hacer sus investigaciones, el
Teniente quiso prenderlos para que respondieran con sus bienes por el robo,
pero ellos huyeron.
El
destino final del viaje del caballero inglés era Santiago de Compostela, por lo
que podría tratarse de un peregrino. La reforma anglicana no se iniciará hasta
1534, de modo que aún la fe mayoritaria inglesa era la católica. Tras el robo,
habiendo recibido el aviso de que los asaltantes volverían a actuar contra él,
el viajero contrató los servicios de veinte hombres. Estos fueron sin duda de
gran ayuda para evitar que Bernaldo de Valdés y Pedro de Rubio le matasen
cuando le salieron nuevamente al paso, esta vez cerca de la localidad de Grado,
situada a unos 24 kilómetros de Oviedo. La numerosa escolta reunida señala la
importancia y la capacidad económica del viajero, que no la dejó ir hasta
alcanzar Ribadeo, es decir, justo hasta que llegó a territorio gallego. Quizás
en el contexto de tener que atravesar de nuevo Asturias en el regreso de su
peregrinación, el caballero inglés solicita al Rey que envíe su provisión para
que el Corregidor de dicha tierra haga arrestar a los delincuentes, de modo que
queden fuera de la libre circulación y le devuelvan lo que le sustrajeron. El Monarca
y su Consejo no dudan de la veracidad del testimonio del viajero, por lo que
aparece la palabra “Fiat” (Hágase) a continuación del extracto de la súplica. Era
preciso intentar hacer justicia con prontitud para que la inseguridad de los
caminos españoles no desalentase a otros posibles peregrinos extranjeros de
elevada condición. El desprestigio y el daño económico que la desidia procesal
y la inacción punitiva podrían conllevar para el país serían grandes.
La
exposición de los hechos, respetando gran parte de la grafía antigua, es la
siguiente: “Ullen Guibesun, yngles, dize que un dia del mes de março pasado,
yendo en el camino real en las Asturias, junto con la çibdad de Oviedo, le saltearon
y robaron Bernaldo de Valdés e Pedro de Rubio, vezinos de la dicha çibdad de
Oviedo, con otros sus conpañeros. E le quitaron el valor de çient ducados de
horo. Y sobre ello el Teniente de Corregidor de la dicha çibdad fizo su
pesquisa. Y por ella fallo que los dichos Bernaldo de Valdés e Pedro de Rubio y
sus conpañeros fueron los salteadores y robadores del dicho Ullen Guibesun,
yngles. Y como el dicho Teniente quisieselos prender, ellos se ausentaron. Y
como quisiese el syguir contra ellos y sus bienes para cobrar lo myo, yendo por
mi camino para Santiago me salieron por me matar junto con la villa de Grada,
que hes en las dichas Asturias. E de fecho me obieran muerto sy no fuera
abisado. Y llebaba conmigo beynte honbres, y los lebe ata Ribadeo, en Galizia,
por miedo de ellos. E por respeto que los dichos Bernaldo de Valdés e Pedro
Rubio e sus conpañeros son personas poderosas e muy faboreçidos en la dicha
çibdad de Oviedo y en las dichas Asturias, por miedo que me maten no puedo ni
oso yr a la dicha çibdad y tierra a pedir justiçia dellos. Por ende humilmente
suplico a V. S. M. mande dar su probision real dirigida al Corregidor de la
dicha Asturias para que prenda o aga prender los dichos Bernaldo de Valdés e
Pedro de Rubio o qualquier dellos, e que los enbie con personas de recado ante
V. S. M. o los señores de su real consejo o alcaldes de su corte o como mas
fuere su Magestad servido. E mande a ellos que al dicho suplicante agan brebe
conplimiento de justiçia”.
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