Este artículo es una descripción de los grabados de una baraja impresa en Alemania en 1805, y luego reproducida en 2004 a partir de un ejemplar conservado en Vitoria, en el Museo Fournier de Naipes de Álava. Las doce figuras principales de la baraja son personajes tomados de la obra de teatro "La doncella de Orleans", drama estrenado en Leipzig en 1801, interpretación libre de la vida de Juana de Arco. La obra fue escrita por el autor prerromántico alemán Friedrich Schiller, figura clave del clasicismo de Weimar. Su tono épico se opone al poema satírico que con el mismo nombre había compuesto en versos decasílabos Voltaire. La elección del tipo de baraja y del tema cohesionador de las figuras principales revela la importante influencia que tenían a principios del siglo XIX la lengua y la cultura francesas, tanto en los círculos editoriales alemanes como en general en los más diversos ámbitos formativos europeos. En los grabados de la baraja se entremezclan vivencias hogareñas, escenas divertidas y experiencias tristes, reflejando en definitiva el curso normal de la existencia de la época. El desequilibrio característico que adquirirá la estética romántica, por entonces no del todo definida, se ve en la baraja compensado por muchas situaciones de tranquilo discurrir, dulce convivencia y juegos infantiles. La impresión general que se transmite es la de una sociedad más consciente de su conexión con la naturaleza y su dependencia de la misma, actuando el hogar como refugio ante los peligros e incomodidades. Se da así mismo una imagen de mayor fragilidad personal, convirtiendo por tanto cada instante vivido en más intenso, con implicaciones emocionales de mayor calado. Los proyectos en la mente romántica no eran a largo plazo, algo a lo que contribuía el escaso desarrollo alcanzado aún por la ciencia, la medicina y los sistemas de protección social. La desazón interior que martilleaba al sujeto se traslucía luego en sus escritos, marcados por un acentuado individualismo del que harán gala los autores adscritos al nuevo movimiento literario.
As
de Tréboles. - Esta carta actúa como presentación de la baraja. En ella se
indica que la edición fue realizada en Tubinga por el librero J. G. Cotta.
Tubinga es una ciudad alemana de larga tradición universitaria, perteneciente
al land meridional de Baden-Wurtemberg. El dibujo, correspondiente a un
coleóptero o escarabajo, nos remite al interés creciente por la descripción
detallada de las distintas especies animales y vegetales, conforme a las propuestas
ilustradas. Éstas eran promotoras de un mayor conocimiento de la realidad,
basándose en criterios científicos que favoreciesen el progreso humano.
2
de Tréboles. - La escena nos remite al interés colonialista de las
potencias europeas por territorios exóticos de los que llegaban cada vez más
noticias, y cuyos recursos suscitaban toda clase de ambiciones. En un paisaje
bastante árido, con predominio de palmeras, un indígena practica el tiro con
arco, actuando como diana el escudo que sostiene despreocupadamente su
compañero. Se acentúa peyorativamente lo primitivo del armamento. "El buen
salvaje", entendido según el pensamiento prerromántico de Rousseau, pronto
conocerá los excesos y delirios de la arrolladora civilización.
3
de Tréboles. - Cuatro personajes cómodamente sentados representan tres
generaciones sucesivas. En la butaca central un hombre lee en voz alta un
libro, sobre todo para que escuche la narración la mujer mayor que está frente
a él, y que tal vez sea su madre o su suegra, ya de vista débil. Entretanto su
esposa mantiene en el regazo al pequeñuelo de la pareja, el cual, a pesar de su
menor conocimiento del mundo que le rodea, es el único que mira más allá de la
escena, hacia el espectador. Los tres adultos tienen la cabeza ligeramente
inclinada hacia delante, absortos de forma respectiva en la audición, la
lectura y la contemplación.
4
de Tréboles. - Este grabado se inspira en el poema "Lenore",
compuesto en 1773 por el escritor alemán Gottfried August Bürger. El poema se
refiere a una joven llamada Lenore, desesperada por la ausencia de su prometido
Guillermo, el cual se había marchado a la guerra. Esta angustia la lleva a
renegar de Dios. A medianoche un jinete de aspecto parecido a Guillermo se le
aparece, invitándola a subir a su caballo para conducirla al lecho nupcial.
Ella acepta. Ambos cabalgan a gran velocidad por un siniestro camino transitado
por muertos. Llegados al camposanto, el caballero revela su condición de
espectro, permitiendo que los muertos del lugar se hagan con Lenore y la
castiguen.
5 de Tréboles. - El mismo escarabajo de la primera carta se ve acompañado en esta ocasión por otros cuatro insectos, orientados de manera variada. Se trata de un lepidóptero o mariposa, dotada de cuatro alas, y de tres himenópteros alados, probablemente abejas, siendo una de ellas, con el abdomen más grande, una reina. Para poder formar parte de un tratado científico, a la imagen le faltarían los textos explicativos. Al ser los insectos los animales con mayor número de especies, muchas de ellas aún por descubrir, resultaban para los primeros biólogos una excelente vía de aproximación al estudio de la diversidad natural.
6 de Tréboles. - Desde el exterior de una casa de piedra, a través de una ventana enrejada con patrón romboidal, vemos una escena muy triste. Un hombre enfermo descansa, mientras en la cabecera de su cama se sitúa un joven, con las manos juntas, rezando por su recuperación. El rostro del enfermo expresa dolor físico. Su boca está abierta, como si le costase respirar. La cara del joven refleja el dolor anímico, la pena de ver sufrir a alguien muy querido, quizás su padre. Una silla vacía al fondo amenaza con la sensación de soledad en la que la casa puede quedar sumida si fallece el enfermo.
5 de Tréboles. - El mismo escarabajo de la primera carta se ve acompañado en esta ocasión por otros cuatro insectos, orientados de manera variada. Se trata de un lepidóptero o mariposa, dotada de cuatro alas, y de tres himenópteros alados, probablemente abejas, siendo una de ellas, con el abdomen más grande, una reina. Para poder formar parte de un tratado científico, a la imagen le faltarían los textos explicativos. Al ser los insectos los animales con mayor número de especies, muchas de ellas aún por descubrir, resultaban para los primeros biólogos una excelente vía de aproximación al estudio de la diversidad natural.
6 de Tréboles. - Desde el exterior de una casa de piedra, a través de una ventana enrejada con patrón romboidal, vemos una escena muy triste. Un hombre enfermo descansa, mientras en la cabecera de su cama se sitúa un joven, con las manos juntas, rezando por su recuperación. El rostro del enfermo expresa dolor físico. Su boca está abierta, como si le costase respirar. La cara del joven refleja el dolor anímico, la pena de ver sufrir a alguien muy querido, quizás su padre. Una silla vacía al fondo amenaza con la sensación de soledad en la que la casa puede quedar sumida si fallece el enfermo.
7
de Tréboles. - Unos feriantes, con ayuda de la música, intentan atraer al
público para ganar dinero con sus animales amaestrados. Las figuras humanas son
tres: un niño que baquetea el tambor, un hombre que toca la flauta y otro
hombre que sujeta una cadena, mediante la cual se mantienen cerradas las fauces
de un pobre oso. Sobre él hay un monito que maneja una vara. En la escena
aparecen también dos perros, ambos vestidos como si fuesen personas,
manteniéndose uno de ellos erguido sobre sus patas traseras. Un gato, en elegante
pose, mira al exterior de la carta sin desvelar su misteriosa capacidad.
8 de Tréboles. - La mariposa de esta carta da idea de belleza y fragilidad. Las manchas y las características formales de sus alas permitirían a un entomólogo identificarla. Las flores de la parte inferior aluden al tipo de alimentación de los lepidópteros. Las mariposas liban el néctar del interior de la flor mediante su espiritrompa. Cada especie suele estar vinculada a una o varias especies de flores, contribuyendo asociativamente a su polinización. La fase adulta, que en ocasiones dura solo unos pocos días, viene precedida por la de oruga, metamorfoseada luego en la crisálida.
9 de Tréboles. - Se trata de una escena galante, encuadrada en una arquería gótica, con numerosos lóbulos. Los vanos muestran un hermoso paisaje, con montes, torres, un meandro fluvial y árboles torcidos. En una bancada, a cierta distancia, están sentados un hombre y una mujer, que en ese instante no hablan. El hombre parece pensativo, se inclina hacia la mujer. Su ropa, el tocado de plumas y la cercanía de su perro le confieren un aire noble. La mujer se muestra dispuesta a escuchar lo que el hombre pudiera decirle, por si fuera interesante. El lugar y el momento son propicios para el cortejo.
8 de Tréboles. - La mariposa de esta carta da idea de belleza y fragilidad. Las manchas y las características formales de sus alas permitirían a un entomólogo identificarla. Las flores de la parte inferior aluden al tipo de alimentación de los lepidópteros. Las mariposas liban el néctar del interior de la flor mediante su espiritrompa. Cada especie suele estar vinculada a una o varias especies de flores, contribuyendo asociativamente a su polinización. La fase adulta, que en ocasiones dura solo unos pocos días, viene precedida por la de oruga, metamorfoseada luego en la crisálida.
9 de Tréboles. - Se trata de una escena galante, encuadrada en una arquería gótica, con numerosos lóbulos. Los vanos muestran un hermoso paisaje, con montes, torres, un meandro fluvial y árboles torcidos. En una bancada, a cierta distancia, están sentados un hombre y una mujer, que en ese instante no hablan. El hombre parece pensativo, se inclina hacia la mujer. Su ropa, el tocado de plumas y la cercanía de su perro le confieren un aire noble. La mujer se muestra dispuesta a escuchar lo que el hombre pudiera decirle, por si fuera interesante. El lugar y el momento son propicios para el cortejo.
10
de Tréboles. - Es una de las tres cartas de la baraja en que un nutrido
grupo de personas parece disfrutar de una celebración carnavalesca. Predomina
en los rostros la alegría, salvo en la mujer disfrazada de monja, de porte más
severo. Pueden distinguirse pelucas dieciochescas, tocados emplumados,
golillas, capas, mantos, capuchas... Algunos de los personajes han optado por
llevar antifaces, acrecentando así la sensación de poder ser por un día alguien
distinto o alguien desconocido, más libre para actuar y más libre de los
juicios ajenos. Larra titulará más tarde uno de sus relatos críticos: "El
mundo todo es máscaras. Todo el año es carnaval".
Sota
de Tréboles. - Arrodillado y lloroso aparece en esta carta el caballero
galés Montgomery, al que en la obra de Schiller no duda en matar Juana de Arco,
desoyendo sus muchas súplicas y recriminándole: "¿Quién os llamó a este
país extraño, para devastar sus campos cultivados con esmero, para arrojarnos
de nuestros lares patrios, y para lanzar la tea incendiaria de la guerra en el
santuario de pacíficas ciudades? Soñabais, en vuestra vanidad insensata, que
someteríais a los franceses libres a vergonzosa esclavitud, y que remolcaríais
este vasto reino, como una barquilla, con vuestro buque de alto bordo.
¡Insensatos! Las armas reales de Francia están suspendidas del trono de Dios; y
antes arrancaríais una estrella del cielo que una aldea de este país, cuya
unión será eterna. Llegó el día de la venganza; ninguno repasará vivo la mar
sagrada, que Dios puso entre vosotros y nosotros, y que, al desobedecerlo,
profanasteis". En esta imprecación queda claramente reflejada la
exaltación del sentimiento nacionalista presente en el ideario romántico
alemán, que aspiraba a la reunificación de sus muchos principados, y que se
ponía en este caso en la piel de una Francia bajomedieval carcomida por la
dilatada actividad militar inglesa. El determinismo geográfico del océano como
frontera adquiere en el texto un cariz de voluntad divina. Este misticismo, la
justificación espiritual, fue un elemento característico de los procesos de
emancipación de muchos estados desde fines del siglo XVIII. Había en los
independentistas (unionistas en Italia y Alemania) la convicción de que sus
justas causas eran amparadas por la providencia, lo que garantizaba su
brillante culminación. En cuanto a si Juana de Arco mató realmente a algunos
enemigos hay bastantes dudas. Ella prefería llevar el estandarte a manejar la
espada. Matara o no directamente a sus adversarios, el que estuviera allí, en
medio de las batallas, motivaba muchísimo a los soldados franceses,
incitándoles a luchar por la liberación del país.
Dama
de Tréboles. - Luisa y Margarita son dos jóvenes inventadas por Schiller,
que las convierte imaginariamente en las hermanas de Juana de Arco. En la obra
teatral, el padre de las muchachas se muestra orgulloso de que las dos primeras
acepten a sus pretendientes, y desespera en cambio por la actitud irreductible
de Juana. El padre señala con disgusto los paseos nocturnos de su hija y el que
esté largos ratos junto al árbol de los druidas, hito relevante de la época del
paganismo. Le causa pena y dolor el que rechace a cualquier pastor que se
interese por ella, no valora su enorme capacidad de trabajo, e intenta
apartarla de las aventuras guerreras. Con motivo de la coronación de Carlos,
Luisa y Margarita van a Reims junto con sus parejas masculinas, pudiendo
contemplar allí la elogiosa condición adquirida por Juana tras su participación
en el levantamiento del asedio de Orleans. Logran verla participando en el
desfile, muy galana con su armadura y portando su bandera, pero a la vez muy
triste. Luisa teme el que puedan cumplirse las funestas premoniciones de su
padre sobre Juana, a la que ha percibido temblorosa y pálida. Juana saluda con
gran sorpresa a sus queridas hermanas, agradeciéndoles el haber viajado desde
tan lejos para estar con ella. Sus hermanas le alertan de la oposición de su
padre, lo que hace que aumenten en Juana las dudas acerca de si ella misma no
estará actuando de forma demasiado vanidosa, guiada solo por un deseo de gloria
personal. Se muestra escrupulosa en temas de conciencia, a lo que contribuirían
las voces de procedencia sagrada que creía escuchar. Juana se siente traspasada
al ver de nuevo a su padre y al escucharle declarar ante todos en contra de
ella, casi considerándola endemoniada. La postura de Juana es de máximo respeto
hacia su padre, callando, no defendiéndose, provocando así que muchos de los
que antes la admiraban se distancien de ella con espanto, como si fuese bruja.
Sale a relucir constantemente en el agitado pensamiento de Juana la
inestabilidad de su destino místico.
Rey
de Tréboles. - En la carta está representado, junto a unas ovejas y con
cayado de pastor, Renato (1409-1480), duque de Anjou, conde de Provenza y, en
virtud de su matrimonio, duque de Lorena, la región de donde provenía Juana de
Arco. Se le representa con la corona de Sicilia a sus pies porque solo pudo
hacer efectivo su poder como rey de Nápoles entre 1435 y 1442, retirándose
luego a sus posesiones de Francia, dejando así el dominio del Sur de Italia a
Alfonso V de Aragón. En la obra de Schiller se le describe erróneamente como un
anciano, cuando en realidad tenía unos veinte años en el momento de máxima
actividad militar de Juana de Arco. Se aprecia un error de sincronía histórica
al señalarse en la obra teatral que ya Renato había sido desposeído de sus
territorios itálicos, dedicándose desde entonces a conformar una utópica corte
en la que primaban los buenos instintos, la integración con la naturaleza y el
amor cortés. Este tipo de actividades le llevaron a ser conocido como "El
Buen Rey". No se desligó completamente del ejercicio de la guerra,
apoyando por ejemplo la revuelta catalana (1466-1472) contra Juan II de Aragón.
Su madre, Yolanda de Aragón, fue la protectora del delfín Carlos, a quien casó
con su hija María. Yolanda recomendó al delfín que aceptase la ayuda de Juana
de Arco, pues el ímpetu visionario de ésta podría aumentar sus apoyos sociales
en el interior del país. Una vez lograda en la catedral de Reims la coronación
de Carlos, se aprecia el progresivo distanciamiento de la corte con respecto a
las alocadas ideas de Juana, lo que se tradujo en la disminución del séquito
militar asignado a la misma. Era como si se buscase el que fuese prendida por
los ingleses, quizás para poder convertirla de forma indirecta en mártir de
Francia. En la obra de Schiller, Renato envía como embajadores a su cuñado, el
delfín Carlos, unos maestros de canto. Éste lamenta no poder obsequiarles con
nada por la penuria que atraviesa su causa, debiéndole incluso a los soldados
las últimas pagas.
As
de Picas. - Es la imagen elegida en la edición de 2004 como portada de la
caja, lo que revela que se ajusta bien a la visión actual de cómo fue el pensamiento
romántico alemán. Una mujer de porte melancólico observa la luna decreciente.
Parece llena de anhelos, la mayoría de difícil cumplimiento. Su trono es la
naturaleza, una roca frente al mar tranquilo. Su sencillez es majestuosa, no
sabe que ella es lo que sueñan cientos de hombres presionados por la inmediatez
del mundo. La luna es el vínculo visual de todas las generaciones humanas.
Actúa sobre la mujer, que imita su ciclo, la altera como altera al mar.
2 de Picas. - Es una imagen fantasiosa, cuyos elementos principales se organizan verticalmente. Un amorcillo, reminiscencia estética de los períodos rococó y neoclásico, intenta atrapar una enorme mariposa. Tanto ésta como el ancla de la parte inferior se disponen en el grabado de manera simétrica sobre el eje central de la carta. La pesada ancla, fija en la tierra y con el mar sosegado al fondo, transmite la idea de seguridad, pero incorporando matices de estatismo y aburrimiento. Ello lleva al amorcillo a preferir jugar con una mariposa, encarnación de la vida, el movimiento, la alegría y la belleza.
2 de Picas. - Es una imagen fantasiosa, cuyos elementos principales se organizan verticalmente. Un amorcillo, reminiscencia estética de los períodos rococó y neoclásico, intenta atrapar una enorme mariposa. Tanto ésta como el ancla de la parte inferior se disponen en el grabado de manera simétrica sobre el eje central de la carta. La pesada ancla, fija en la tierra y con el mar sosegado al fondo, transmite la idea de seguridad, pero incorporando matices de estatismo y aburrimiento. Ello lleva al amorcillo a preferir jugar con una mariposa, encarnación de la vida, el movimiento, la alegría y la belleza.
3
de Picas. - Dos mujeres manifiestan gran aflicción por la muerte de un ser
querido, cuyo cuerpo está ya en el ataúd, que aún no ha sido sepultado.
Mientras que una de las mujeres se enjuga el llanto con un pañuelo, la otra,
arrodillada junto al féretro, gesticula y se lamenta por el terrible suceso. Se
trata de la dolorosa despedida a los restos materiales de una persona que fue
muy importante en sus vidas. Una tela cubre parcialmente el ataúd, suavizando
así la visión lúgubre de la fría caja. La escena se desarrolla en el exterior,
lo que da idea de la proximidad del entierro, sirviendo de fondo una pared con
banco corrido.
4
de Picas. - Los enterradores están haciendo un descanso tras cavar con sus
palas parte del agujero en que será depositado el féretro. Un muro delimita el
espacio sagrado en que se encuentran. Dos árboles ilustran la concepción del
cementerio como jardín santo. Mientras que algunas lápidas y sepulturas parecen
ya las definitivas, dos señalizaciones revisten seguramente carácter temporal,
por el empleo de simple madera, si bien una de ellas incorpora una escena
compleja. Este grabado es sin duda un tributo hacia los sepultureros, a quienes
los artistas románticos admiraban por la familiaridad que tenían con la muerte.
5 de Picas. - Ha pasado ya algún tiempo desde la muerte del ser querido. Las dos mujeres van a visitar su tumba, que continúa con la misma señalización inicial de madera. En ella quiere enredarse un arbusto que ha crecido sobre el montón de tierra. El ciclo vegetal continúa su curso donde la vida ya se ha detenido para los hombres. Las mujeres, con la cabeza cubierta en señal de luto, se quedan un rato allí, que es donde se sigue haciendo más palpable la presencia de esa persona tan importante para ellas. Una de las mujeres reza arrodillada, mientras que la otra coloca guirnaldas de flores, embelleciendo brevemente el sitio.
6 de Picas. - Hermanas o amigas, dos mujeres juegan sentadas con uno de sus pequeños, mientras el otro, más mayor, observa alegre desde el suelo, junto a un mullido transportín. Sus esposos comentan algo escrito en un pequeño libro. Ambos visten un uniforme similar, con casaca y casco empenachado. Solo uno de ellos, tal vez de mayor rango, lleva charreteras. Disfrutan de un permiso que les permite estar con su familia, o están destinados cerca de su propia ciudad. El peligro implícito en su desempeño militar contrasta con la seguridad del ambiente de la casa, en la que todo transmite felicidad.
5 de Picas. - Ha pasado ya algún tiempo desde la muerte del ser querido. Las dos mujeres van a visitar su tumba, que continúa con la misma señalización inicial de madera. En ella quiere enredarse un arbusto que ha crecido sobre el montón de tierra. El ciclo vegetal continúa su curso donde la vida ya se ha detenido para los hombres. Las mujeres, con la cabeza cubierta en señal de luto, se quedan un rato allí, que es donde se sigue haciendo más palpable la presencia de esa persona tan importante para ellas. Una de las mujeres reza arrodillada, mientras que la otra coloca guirnaldas de flores, embelleciendo brevemente el sitio.
6 de Picas. - Hermanas o amigas, dos mujeres juegan sentadas con uno de sus pequeños, mientras el otro, más mayor, observa alegre desde el suelo, junto a un mullido transportín. Sus esposos comentan algo escrito en un pequeño libro. Ambos visten un uniforme similar, con casaca y casco empenachado. Solo uno de ellos, tal vez de mayor rango, lleva charreteras. Disfrutan de un permiso que les permite estar con su familia, o están destinados cerca de su propia ciudad. El peligro implícito en su desempeño militar contrasta con la seguridad del ambiente de la casa, en la que todo transmite felicidad.
7
de Picas. - Siete monjas, vestidas con hábitos blancos, asisten a algún
tipo de oficio conforme a lo establecido por su orden. Una de ellas, quizás la
superiora, lleva sobre el pecho una gran cruz de madera. Las tocas impiden ver
el pelo de las monjas, corto como signo de renuncia. Se entremezclan las
jóvenes y las mayores, exagerando el dibujante algunas narices para evitar la
estandarización excesiva de los rostros. El número de consagrados era todavía
alto en la Europa de inicios del siglo XIX. Frente al formal deísmo ilustrado,
seguidor de las luces de la razón, los autores románticos retoman las raíces
del sentimiento religioso y las tinieblas de la fe.
8 de Picas. - Entre los espacios favoritos de los románticos se encontraban las ruinas, al ser éstas testimonio de la vanidad humana y del triunfo de la fuerza de la naturaleza sobre las obras efímeras de los hombres. En este grabado la vegetación se ha adueñado de un gran edificio de piedra, por cuyas numerosas ventanas ya nadie se asoma. Sigue en cambio en uso una agradable fuente de varios caños, rematada por la escultura de un águila. Un personaje con fusta y sombrero de tres picos se aleja en su montura, cargada de fardos, mientras que el otro jinete permite aún a su caballo, mulo o asno continuar bebiendo de la fuente.
9 de Picas. - Es una escena familiar protagonizada por un matrimonio con sus cinco niños. Es difícil determinar el sexo de los niños al vestir todos ellos con el mismo tipo de camisón largo. Tres de ellos juegan con un carruaje de juguete, otro busca cariñosamente las atenciones de su madre y el último parece interesarse por los pajarillos encerrados en una jaula. El padre observa de pie a sus inquietos hijos. El que lleve puesto el sombrero quizás indica que acaba de llegar o está a punto de irse. El lugar forma parte de la casa familiar, pero está en el exterior, viéndose delimitado por un muro adornado mediante un jarrón.
10 de Picas. - En esta ocasión, de los personajes que disfrutan de la fiesta de disfraces, solo uno de ellos no oculta nada de su rostro, tal vez por la dificultad añadida de portar sus lentes. El supuesto animal presente en la escena parece un pequeño oso, extraño invitado que nos lleva a considerarlo como el posible disfraz de un niño. Los divertidos tocados y los atuendos amplios contribuyen también a ocultar las identidades, hecho que puede atizar la curiosidad y el deseo de quienes tengan la ocasión de hablar. El conocimiento previo o la confianza adquirida llevan en este caso a un hombre a quitar el manto que cubre la cabeza de una mujer.
8 de Picas. - Entre los espacios favoritos de los románticos se encontraban las ruinas, al ser éstas testimonio de la vanidad humana y del triunfo de la fuerza de la naturaleza sobre las obras efímeras de los hombres. En este grabado la vegetación se ha adueñado de un gran edificio de piedra, por cuyas numerosas ventanas ya nadie se asoma. Sigue en cambio en uso una agradable fuente de varios caños, rematada por la escultura de un águila. Un personaje con fusta y sombrero de tres picos se aleja en su montura, cargada de fardos, mientras que el otro jinete permite aún a su caballo, mulo o asno continuar bebiendo de la fuente.
9 de Picas. - Es una escena familiar protagonizada por un matrimonio con sus cinco niños. Es difícil determinar el sexo de los niños al vestir todos ellos con el mismo tipo de camisón largo. Tres de ellos juegan con un carruaje de juguete, otro busca cariñosamente las atenciones de su madre y el último parece interesarse por los pajarillos encerrados en una jaula. El padre observa de pie a sus inquietos hijos. El que lleve puesto el sombrero quizás indica que acaba de llegar o está a punto de irse. El lugar forma parte de la casa familiar, pero está en el exterior, viéndose delimitado por un muro adornado mediante un jarrón.
10 de Picas. - En esta ocasión, de los personajes que disfrutan de la fiesta de disfraces, solo uno de ellos no oculta nada de su rostro, tal vez por la dificultad añadida de portar sus lentes. El supuesto animal presente en la escena parece un pequeño oso, extraño invitado que nos lleva a considerarlo como el posible disfraz de un niño. Los divertidos tocados y los atuendos amplios contribuyen también a ocultar las identidades, hecho que puede atizar la curiosidad y el deseo de quienes tengan la ocasión de hablar. El conocimiento previo o la confianza adquirida llevan en este caso a un hombre a quitar el manto que cubre la cabeza de una mujer.
Sota
de Picas. - Lionel de Vendôme, en la historia real, es un personaje
relacionado con el apresamiento de Juana de Arco. Un arquero borgoñón bajo su
mando logró derribarla del caballo, poniéndola a su disposición. Lionel, noble
bastardo, vasallo del duque de Luxemburgo, negoció su entrega a quienes
finalmente la juzgaron y condenaron al fuego como hechicera. En cambio, en la
obra teatral de Schiller, Lionel es un valeroso capitán inglés por el que Juana
siente un profundo afecto, parecido al amor. Teniendo oportunidad de darle
muerte, Juana decide perdonarlo. Los acontecimientos ponen luego a Juana bajo
la custodia de Lionel, que se muestra indulgente con ella, solicitándole que
sea suya. Ella responde: "Tú eres mi enemigo, y el enemigo odioso de mi
pueblo. Nada puede haber común entre tú y yo. No puedo amarte". En la
carta aparece caído en el suelo el yelmo que Juana había arrancado con
violencia a Lionel cuando pensaba que su voluntad no iba a vacilar a la hora de
matarlo. Lionel sostiene la espada de Juana, que ésta había dejado caer
conmovida por su propia flaqueza sentimental hacia el oficial inglés. Lionel
opta por llevarse la espada de la joven como garantía de que se producirá un
nuevo encuentro entre ellos. La documentación relacionada con la vida y el
proceso judicial de Juana de Arco revela que tuvo dos espadas. La primera de
ellas la recibió al ser hallada en la iglesia de Santa Catalina de Fierbois,
enterrada tras el altar. Juana pidió que se excavase allí, resultando aparecer
una espada que supuestamente había pertenecido siete siglos atrás a Carlos
Martel, encargado de liderar a las tropas francas en la batalla de Poitiers. Su
segunda espada la obtuvo como prueba de rendición por parte de Franquet d'Arras,
el oficial borgoñón que conoció la última escaramuza victoriosa de Juana de
Arco, ya por entonces acompañada solo de unos cientos de soldados. Cuando fue
apresada, Juana llevaba esta segunda espada. No dio en el juicio indicaciones
acerca de si había ordenado ocultar su primera espada.
Dama
de Picas. - En esta carta aparece representada Juana de Arco con un atuendo
militar que se adapta a una larga falda, cuando en realidad ella, durante su
etapa pública, vistió preferentemente con ropa de varón, hecho que le valió
severas amonestaciones en su proceso judicial, vigilado de cerca por los
delegados ingleses. El estandarte de Juana, según la documentación disponible,
consistía en un paño blanco sembrado de flores de lis, en el cual dos ángeles
flanqueaban reverencialmente a Dios, destacando además en la tela los nombres
en latín de Jesús y María. Durante el juicio condenatorio de 1431 se hicieron a
Juana numerosas preguntas sobre su estandarte, concluyendo el tribunal que se
trataba de una especie de talismán sobre el que de forma supersticiosa se
habían volcado invocaciones y conjuros de protección contrarios a la verdadera
fe. Juana indicó en el interrogatorio que las santas Catalina y Margarita le
habían dicho que hiciese pintar en su enseña al rey del cielo y que llevase esa
tela con valor. En la carta hay en cambio una bandera mariana parecida a la
descrita en la obra de Schiller, con la Virgen sosteniendo al niño. En esta
obra de teatro Juana muere tras un combate victorioso, cuando en verdad tuvo
que pasar un año en prisión antes de ser quemada por apóstata y sospechosa de
herejía. Previamente se retractó de algunas de sus declaraciones, al
prometérsele que podría permanecer en una cárcel eclesiástica. Pero al
comprobar que se trataba de un engaño, volvió a suscribir sus testimonios
iniciales. La hoguera se levantó en la plaza del viejo mercado de Ruan. Juana
pidió poder mirar durante su suplicio un crucifijo sostenido ante ella. Contaba
entonces con 19 años. Fue rehabilitada por la Iglesia en 1456, beatificada en
1909 y canonizada en 1920, convirtiéndose en patrona de Francia. Schiller
muestra a una Juana más pastora que labradora, experta en hierbas y raíces, con
una misión liberadora clara, ansiosa por combatir incesantemente, aturdida por
escrúpulos de conciencia, contraria a recibir honores y galanterías.
Rey
de Picas. - Se trata de una imagen del general inglés Talbot muriendo
desangrado, conforme a lo descrito en la obra teatral de Schiller. Nuevamente
estamos ante una licencia que falta a la realidad histórica. En la ficción
creada por el escritor prerromántico alemán, Talbot se lamenta bajo unos
árboles de la derrota cosechada ante el ejército francés de Juana de Arco, dando
ya por perdida la ciudad de Reims. Gravemente herido, se despide con amargura
de un mundo en el que, según su parecer, la razón cede ante el empuje de la
superstición, y la locura echa a perder en un instante los planes trazados con
esmero. El Talbot histórico murió en 1453, por tanto más de dos décadas después
que Juana de Arco. Lo hizo en la batalla de Castillon, librada cerca de
Burdeos, evento que puso fin a la Guerra de los Cien Años, obligando a los
ingleses a abandonar todas sus posesiones en Francia, salvo Calais, que
pudieron conservar hasta 1558. Esa batalla se considera la primera documentada
en que la artillería resultó determinante para la obtención de la victoria. Talbot
murió sin armadura, ya que a pesar de seguir capitaneando a las tropas
inglesas, prometió, tras ser apresado y liberado en Ruan en 1449, que ya jamás
portaría armadura en las acciones que emprendiese contra el rey francés. Tras
la experiencia adquirida de joven en la represión de las revueltas galesas y en
territorio irlandés, Talbot fue trasladado a Francia en 1420, adquiriendo por
su osadía un creciente prestigio militar. Participó en el fracasado asedio de
Orleans, y fue derrotado en 1429 en la batalla de Patay, donde muchos arqueros
ingleses resultaron masacrados al no haber podido preparar a tiempo sus
características defensas de estacas afiladas. En prisión durante cuatro años,
fue intercambiado luego por un noble gascón. Siguió liderando a las fuerzas
inglesas en Francia hasta edad avanzada, asumiendo la condición de Condestable
desde 1445. Como general, tomaba las decisiones cruciales con rapidez, lo que
se traducía en operaciones fulgurantes de gran ferocidad.
As
de Corazones. - El arbolado del lugar, a pesar de ser denso, parece no
corresponder a un bosque, sino a un tipo de parque caracterizado por la
naturaleza desbordada. Frente al orden de los jardines versallescos, con
simétricos parterres, el romanticismo propone un tipo de parque consistente
prácticamente en ponerle un muro delimitador a una porción del bosque, llenando
el sitio de senderos sinuosos. El enorme jarrón de la imagen podría ser un cenotafio,
monumento funerario de tipo honorífico, erigido sin disponer de los restos
mortales, o tal vez sea un mero adorno palaciego. Una mujer muy triste, con
largo velo, se arrodilla justo en ese lugar, quizás evocando con dolor a
alguien.
2
de Corazones. - Dos amorcillos disfrutan de la música en el campo. Estas figuras,
similares a los angelitos de la tradición cristiana, no suelen atender a la
diferenciación de sexos, pero en este caso sí que pueden distinguirse un niño y
una niña. El niño, desnudo y con alas de ave, hace sonar su flauta conforme a
lo que lee en la partitura que le sostiene la niña, dotada de alas de mariposa
y semicubierta con un faldón. Son seres de fantasía que, perteneciendo a un
ámbito mítico elevado, descienden al mundo para sembrar alegría y transmitir
amor, gracias a la imaginación de los pintores de la Edad Moderna y sus
deudores artísticos posteriores.
3
de Corazones. - En un frío ambiente otoñal, dos niños juegan a arar la
tierra para sembrar, imitando los procedimientos vistos a los mayores. Uno de
ellos hace de buey o de fuerza animal, clavando en su avance la reja en el
suelo para practicar el surco. Tira de la correa que le une al otro niño, el
cual maneja suavemente la fusta. El juego parece no ser divertido para una niña
que, muy abrigada, se aleja. La escena revela cómo gran parte de la población
europea de inicios del siglo XIX seguía muy vinculada al campo y a las duras
tareas agrícolas, siendo por tanto muy fuerte su conexión afectiva con el medio
natural. En un plano intermedio se alzan una casa solitaria y un árbol ya casi
sin hojas. Al fondo quedan el pueblo y un monte.
4
de Corazones. - Tres amorcillos con alas de ave conducen por los aires una
curiosa barquita, en la que van dos amorcillos con alas de mariposa y tres
sátiros infantiles. Estos últimos, acostumbrados al jolgorio, son representados
con patas de carnero en miniatura. Encarnan el deseo sexual, difícil de
refrenar, dulcificado en este caso conforme a la sensibilidad artística rococó
y neoclásica. Les cuesta aceptar las amonestaciones y consejos de sus
compañeros de viaje. El temible cortejo mezcla metafóricamente bien lo que
ocurre en el corazón de las personas, donde el amor idealizado y el apetito
carnal luchan a menudo sin entenderse. Uno de los pequeños sátiros otea curioso,
buscando un objetivo con el que divertirse.
5
de Corazones. - Una niña estudia concentrada. Señala con el dedo las líneas
de su libro para no perderse en la lectura. Cerca de ella, sobre la mesa, hay
un tintero con pluma, por si tuviese que escribir algo. En el suelo está
sentado un niño medio dormido, quizás su hermano menor. Un perrito espera
tranquilo a que alguien quiera jugar con él, como si estuviese habituado a ese
ritmo hogareño. Al fondo de la habitación se yerguen dos trípodes. Sobre cada
uno de ellos va una cálpide, forma cerámica griega utilizada para los líquidos.
En este caso las cálpides van decoradas con figuras pintadas, lo que aumenta su
valor ornamental para la casa, conforme al gusto neoclásico. Ojalá sean solo reproducciones,
ya que los niños o el perrito podrían pronto convertirlas en añicos.
6
de Corazones. - Una mujer sentada borda un pañuelo o un trozo de tela.
Cuelga de su brazo un bolsito adornado con flores y motivos vegetales, donde
seguramente está guardado el material de costura. Su pelo va recogido para que
no le moleste. Cerca hay alegres un niño y una niña, seguramente sus hijos. El
niño, acomodado sobre la mesa, señala lo que hace la mujer. La niña, en el
suelo, extiende la falda de su vestido. Las baldosas, cuadradas y con una
estrella central, no han sido bien reproducidas en perspectiva. De la pared,
decorada con ondas, penden dos cuadros circulares. En uno de ellos alguien
mayor muestra una actitud piadosa, mientras que en el otro encontramos la imagen
de un niño.
7
de Corazones. - Los dos niños de la carta anterior parecen salir también en
ésta, manteniendo actitudes similares. La escena se desarrolla en otra
habitación, con geometrías en el piso, líneas verticales en la pared y un
cuadro de un hombre orante. Un muchacho, más retraído, permanece sentado en el
suelo. Quizás se aburre ya con los juegos de sus hermanos menores. La que
probablemente es su madre descansa en un mueble, cuyo diseño es intermedio
entre diván y sofá. Sostiene una muñeca elegantemente vestida y con plumas en
el pelo. Otra mujer, de pie, lleva junto a su pecho a un bebé, el cual va
cómodamente colocado en una superficie acolchada, y está envuelto a la vez con
una sabanita.
8
de Corazones. - Unos niños se disponen a utilizar una máscara monstruosa
con la que asustar a otros niños de menor edad. La máscara, de rasgos
diabólicos, mezcla lo humano y lo animal. Tiene cuernos de cáprido y facciones
exageradas, con grandes orejas, gran nariz y grandes dientes, pero sin estar
éstos afilados. Su expresión, de enfado, está diseñada para infundir miedo. La
máscara dispone de un soporte alargado de madera que permitiría su uso en
festejos populares. Contrastan los sentimientos malignos que inspira la máscara
con la inocencia y la dulzura propia de los niños pequeños.
9
de Corazones. - Dos niñas de pie se disputan enrabietadas el control de una
muñeca, tirando de ella con el consiguiente peligro de romperla. En cambio
otras dos niñas, agachadas en el suelo y bien avenidas, disfrutan de las numerosas
flores que recogieron en su cesto. Una de ellas lleva una coronita de flores y
un ramillete, quedando así preciosamente engalanada por la sencillez de la naturaleza.
Más sofisticada es la cometa que hace volar otro muchacho. La ingenua interpretación
de la guerra conduce a que un niño desee ser soldado. Luce orgulloso su casco y
su lanza, en la que va un cesto al revés a modo de estandarte. Quizás oyó a los
adultos comentar exaltados, presas del espíritu nacionalista decimonónico, su
deseo de liberar por las armas al pueblo para que éste fuese nuevamente
soberano.
10
de Corazones. - Se trata de una animada clase de música, disciplina muy
valorada dentro de la formación que podían recibir los niños de la época,
especialmente los de las clases altas. Los instrumentos que aparecen en el
grabado son la flauta, el violín, el violoncello y la mandolina, verdaderas
piezas de artesanía. Entre los muchachos que no llevan ningún instrumento hay
dos, un chico y una chica, que parecen centrarse en el canto. Tanto la música
como el canto encajaban bien en el incipiente desarrollo de la estética del
romanticismo, al tener entre sus objetivos la remoción profunda de los
sentimientos, el hacer despertar las emociones, para lo cual era importante que
fuesen comprensibles los textos cantados.
Sota
de Corazones. - Esteban de Vignolles (1390-1443) fue un destacado militar
francés, el cual participó en varios episodios importantes de la Guerra de los
Cien Años, resultando por ejemplo victorioso en las batallas de Patay y
Gerveroy. Era apodado "La Hire", bien por su carácter colérico o bien
porque en combate parecía desatar en su persona la ira de Dios. Con frecuencia
es representado en la baraja francesa en la carta correspondiente a la sota de
corazones, e incluso se especula que pudo tener cierto papel en su país en la
estandarización de los naipes y en la vinculación de distintos personajes a las
doce figuras del juego. Fue uno de los más convencidos de la inspiración divina
de Juana de Arco, a la que sirvió como escolta en momentos decisivos. Tal vez
por influencia suya rezaba antes de entrar en batalla. Se fue volviendo con el
tiempo más cruel en el desarrollo de las operaciones, justificando así el
nombre que se le daba. Cuando Juana fue capturada y trasladada a Ruan, intentó
rescatarla de allí, consiguiendo tan solo ser hecho él también prisionero. Logró
fugarse de los calabozos de Dourdan para seguir acorralando en años sucesivos a
los ingleses en suelo francés, siendo nombrado en 1438 capitán general de
Normandía. Muchos de sus éxitos militares los compartió con su compañero
Dunois, de extracción social más elevada que la suya. En su obra teatral,
Schiller presenta a La Hire y a Dunois enamorados de Juana, ofreciéndose a ella
con entrega total. Juana no acepta este amor, exclamando: "¡Yo soy la
guerrera de Dios Todopoderoso, no la esposa de ningún hombre!" Otro de los
escoltas históricos que tuvo Juana de Arco durante su breve deslumbrar fue
Gilles de Rais, nombrado mariscal con tan solo 25 años. Quizás esquizofrénico,
perdió totalmente el norte poco después de la ejecución de Juana, en la que
había creído fervientemente. Gilles invirtió su fortuna en vejar y asesinar a
cientos de niños, principalmente en su castillo de Tiffauges, hasta que la
justicia decretó su ahorcamiento en Nantes en 1440.
Dama
de Corazones. - Isabel de Baviera (1370-1435) fue la madre del delfín
Carlos, a quien desheredó en 1420, posicionándose en favor de los derechos
sucesorios de Enrique V de Inglaterra. A raíz de los cada vez más frecuentes
episodios de locura de su esposo, el rey Carlos VI, Isabel había adquirido gran
autoridad dentro del consejo de regencia, del que también formaba parte el
hermano del rey, Luis de Orleans. Como fruto del intercambio de rumores
malintencionados entre armagnacs y borgoñones, usados como propaganda política,
se extendió un estado de opinión que aseguraba que el delfín era en realidad
hijo de Luis de Orleans. Éste fue cruelmente asesinado en 1407 por orden del
duque de Borgoña, Juan "sin miedo". A su vez Juan "sin
miedo" fue asesinado en 1419 cuando dialogaba con el delfín, no se sabe si
con su sorpresa o beneplácito. Isabel se desvinculó del partido de su hijo, a
quien consideraba incapaz de liderar el país, involucrándose en la alianza
entre ingleses y borgoñones. La obra teatral de Schiller incide en la mala
reputación, quizás exagerada, otorgada a Isabel, presentándola como contraria a
los intereses de Francia. En la ficción, Isabel intenta mediar entre sus
aliados para que los descalabros militares cosechados ante Juana de Arco no
conduzcan a la coronación de su repudiado hijo. Aun así, no es bien vista su
presencia cerca de los ejércitos, al considerarla intrigante y demasiado
inclinada a los placeres. Isabel pide en la obra de Schiller que se le entregue
a Lionel para que la acompañe y distraiga, a lo que se le responde que ya se le
enviarán en su momento los más hermosos de entre los prisioneros. Como nueva
licencia a la imaginación, se hace estar presente a Isabel en la captura de
Juana. La madre del delfín vuelve a cargar contra su hijo, en este caso por
haber abandonado a su salvadora. Conforme a lo que indica el atuendo militar de
la carta, Isabel arenga al ejército inglés, teniendo que presenciar enfurecida
su derrota. Fue finalmente recluida y apartada del poder.
Rey
de Corazones. - El que será el rey de Francia, Carlos VII (1403-1461), pasó
una infancia y una juventud tremendamente complicadas que le dejaron
mentalmente marcado, convirtiéndole en una persona muy desconfiada. Vivió de
cerca el largo proceso de locura de su padre. Muchos de sus hermanos murieron
siendo aún niños. Presenció magnicidios de familiares. Su madre alemana lo
rechazó, pasando a conspirar en su contra. Se vio temporalmente desprovisto de
muchos de sus títulos, refugiándose con su corte en pequeñas ciudades. Juana de
Arco le reconoció en Chinon, a pesar del ardid dispuesto para burlarla, y le
entregó un mensaje que decía venir de lo alto. Circulaban por Francia cuentos
de tintes proféticos que indicaban que una joven aldeana aparecería para
conducir al país victoria tras victoria. Se hizo encajar interesadamente a
Juana, visionaria casi analfabeta, en este perfil y se la colocó como paladín y
abanderada de las tropas, que andaban muy necesitadas de recursos y motivación.
Los triunfos llegaron de inmediato: la liberación de Orleans, la jornada de
Patay y la destrucción de algunas de las defensas inglesas junto al Loira. Todo
ello permitió que el delfín Carlos fuese llevado en volandas a Reims, en cuya
catedral fue coronado como soberano de Francia. Carlos quiso refrenar entonces
el ritmo bélico al que incitaba Juana, haciéndola acompañar solo de una pequeña
hueste, lo que provocó su captura. La personalidad del rey se fue robusteciendo
a raíz de sus éxitos militares, diplomáticos, económicos, afectivos... En la
obra de teatro de Schiller, Carlos aparece inicialmente como superficial y
falto de energías, siendo su equilibrio emocional su amante Inés Sorel. Queda
impresionado por el hecho de que Juana parezca conocer su pensamiento y su inminente
destino. Agradecido por sus servicios, Carlos recompensa con el rango de
nobleza a Juana y su familia. Permitió a la joven lorenesa tener escudo,
consistente en una espada vertical en campo azul, coronada por la punta y
flanqueada por dos flores de lis.
As
de Diamantes. - Con un cestillo al final de un palo un niño pretende
aventurarse por el campo, tal vez en un amago de huída tras un enfado con su
entorno familiar. En el cestillo llevaría unos pocos víveres y posesiones. Va
preparado con un sombrero de ala ancha que le proteja del sol, pero no tiene
calzado, por lo que su escapada será probablemente breve. Al comprobar lo
hostil de la naturaleza, las inclemencias ambientales y la fragilidad de su
cuerpo volverá pronto al hogar. Los suyos le recibirán aliviados, y cuidarán de
él hasta que se convierta en un adulto, capaz de iniciar con más garantías su
viaje en solitario, enfrentándose de nuevo al mundo.
2
de Diamantes. - Un amorcillo varón, con alas de ave, lleva los ojos tapados
con un paño, dejándose guiar por un cachorro de perro, que le conduce al
encuentro de un amorcillo femenino, dotado de alas de mariposa, con la cabeza
velada y con una paloma entre las manos. La escena alegóricamente se refiere al
aprecio infantil por los animales pequeños, que devuelven en la medida de sus
posibilidades las atenciones recibidas.
La confianza del amorcillo en su pequeño perro se verá premiada por el
encuentro con la niña, cuya paloma simboliza la inocencia y la pureza. La
paloma no corre peligro en las manos de la niña, ya que logrará desasirse de
ella cuando ésta, en su exceso de cariño, la apriete demasiado.
3
de Diamantes. - Tres niños en una estancia muestran sus fantasías
militares. Los soldaditos de plomo que hay sobre la mesa les sirven para
representar los combates que han oído que mantienen los ejércitos de los
mayores. La baraja es de 1805, por tanto contemporánea de los trastornos
bélicos provocados en toda Europa por el imperialismo napoleónico. Los rombos
rojos simulan casi la parte superior de unas pequeñas casacas. Uno de los niños
lleva sombrero y vara, mientras que otro dispone de lanza y tambor. A los más
jóvenes que entraban en el ejército se les encomendaba en ocasiones más
funciones musicales que el manejo de armas. Según la leyenda del Bruch, en 1808
un tamborilero catalán de unos 17 años aterrorizó al ejército invasor francés
con el eco que en las montañas provocó su instrumento de cofradía.
4
de Diamantes. - Cuatro amorcillos con alas de mariposa vuelcan el enorme
cesto de mimbre en que están cuatro niños, los cuales caen del mismo con
sorpresa, enfado e indignación. La travesura se desarrolla en un espacio
abierto, en un paraje natural. Da la sensación de que los amorcillos tienen un
gran control de las diversas situaciones en que pueden verse envueltos los
humanos, a quienes hacen víctimas de sus bromas pesadas, sacándoles de su
plácido transcurrir. Son frecuentes en la baraja los cestos y otros objetos
fabricados con mimbre, fibra vegetal muy usada para la realización de contenedores
hasta la generalización de los plásticos ya entrado el siglo XX.
5
de Diamantes. - Nuevamente nos encontramos con una imagen muy fantasiosa,
en la cual un amorcillo surca los cielos conduciendo una concha. La misma es
tirada por tres mariposas y una paloma. El tamaño de las mariposas está
agigantado, hasta igualarlo prácticamente con el de la paloma. Otro amorcillo
acude, haciendo que se distraiga de la conducción una de las mariposas. Entre
los precedentes más destacados de la representación de amorcillos con alas de
mariposa destacan las pinturas realizadas en el palacio ducal de Mantua por el
artista italiano Andrea Mantegna. Este pintor renacentista, virtuoso de la
perspectiva, colocó a los amorcillos en lugares de privilegio que les permitían
tener una vista óptima de las acciones humanas.
6
de Diamantes. - Una mujer joven interrumpe un instante la lectura para
comprobar que están bien los niños que juegan en la estancia. Seguramente lee
en voz alta para entretener así a otra mujer joven, la cual está hilando, y a
una mujer ya anciana que teje. Una niña curiosea dentro de una bolsa de tela,
donde quizás hay elementos inofensivos usados en las labores de costura. Las
agujas y otros utensilios peligrosos están probablemente guardados en el cesto
que descansa en el suelo. Un niño va haciendo girar en una madeja el hilo que
produce una de las mujeres, haciendo de esta manera la bola más grande. Tanto
la moqueta como el papel pintado de las paredes contienen abundantes motivos
decorativos vegetales.
7
de Diamantes. - Siete amorcillos se muestran en su gigantesco nido, el cual
aparentemente flota en el cielo. A diferencia de los nidos de los pájaros,
frecuentados por los padres, a este nido no acude ningún progenitor. Es como si
la protección que se les brinda viniese de lo alto, sin que medie una presencia
física. Sus alas les garantizan el esquivar ágilmente muchos golpes. Da la
impresión de que tienen todo el tiempo por delante. Hay en ellos un claro
paralelismo con la representación de pequeños ángeles, siendo algo así como su
versión ociosa, es decir, disponen de atributos angélicos simplemente para
disfrutar de los mismos, sin que exista una determinada finalidad trascendente,
como pudiera ser el ensalzar a Dios.
8
de Diamantes. - Dos muchachas están sentadas a la mesa. Una de ellas, con
tocado casero y gafas, lee un pequeño libro, mientras que la otra parece
observar con detenimiento un bonito vaso de cerámica, mostrando así su interés
por las obras minuciosas. Entre los elementos que adornan la habitación se
encuentran un jarrón con decoración figurada, un cuadro paisajístico y otro
objeto de largo pie que ocupa un lugar destacado sobre la mesa. Un niño,
actuando con sigilo, va a reclamar pronto la atención de las jóvenes,
utilizando para ello la cuerda de un bolso de tela. Intentará sacarlas, aunque
sea brevemente, de unas ocupaciones que él considera demasiado aburridas.
9
de Diamantes. - Es la tercera carta dedicada a una fiesta de disfraces,
contexto característico presente en pasajes de algunas novelas románticas,
ilustrando la confusión vital en que esporádicamente se enredaban por puro
entretenimiento las clases sociales. En este caso destaca la conversación
central de una pareja. El hombre, cuyo disfraz exagera mucho sus rasgos, se
dirige a una mujer con antifaz, velo y abanico, la cual parece mostrarse
reticente a aceptar las propuestas de su interlocutor. Tres personajes con
gafas y rostro estandarizado aguzan el oído para intentar captar algo del
diálogo. Otra pareja enmascarada muestra una mayor afinidad. La presencia de
niños en la fiesta parece endulzar las intenciones de los participantes en la
misma.
10
de Diamantes. - Siete niños se han hecho con el control de un carruaje de
paseo. Por sus pequeñas dimensiones podría ser un juguete, si bien bastante
lujoso. Mientras que unos tienen la fortuna de ir sobre él, otros lo van
impulsando. Una niña sostiene alegre a su paso un precioso cántaro sobre su
cabeza. Entre los niños hay uno que hace de abanderado, sujetando el palo en el
que ondea una tela blanca, adornada con un cuadrado cuatripartito que contiene
varios dibujos. El grabado representa en definitiva un auténtico paseo triunfal
infantil por un camino inserto en un paraje campestre. Lo justo sería que los
niños fueran rotando sus papeles en semejante cortejo.
Sota
de Diamantes. - Raimundo es un personaje de ficción que encarna en la obra
de teatro de Schiller el amor romántico por excelencia, el amor completo hacia
Juana, hasta el punto de haber estado dispuesto a aceptarla incluso en los
momentos en que parecía una bruja. Al principio del libro, en su aldea de
Domrémy, el padre de Juana regaña a ésta por no querer casarse con Raimundo, el
cual lleva ya tres años pretendiéndola. El joven disculpa todo en Juana,
comportándose como alguien enteramente enamorado. Confía en que más adelante se
muestre predispuesta hacia él. Raimundo describe, como si se refiriese a una
aparición sobrenatural, lo que él siente cuando desde el valle ve a Juana
bajando de las montañas, acompañada de su rebaño. Su impresión es la de
contemplar a alguien proveniente del pasado. Raimundo intuye una sincera
inspiración cristiana en las extrañas costumbres de la muchacha. Le parece
humilde, servicial, hecha a las duras labores del campo, cuya producción hace
aumentar con esfuerzo. A pesar de la prosperidad familiar, el padre tiene malos
presentimientos sobre el futuro de su hija, a la que quiere apartar de la
frecuentación de los espíritus. Se aprecia en las palabras que Schiller pone en
boca del padre de Juana el interés que tenían los autores románticos por las distintas
formas de conexión con el Más Allá. Raimundo hace recordar cómo Juana se
enfrentó al lobo que había enganchado a uno de sus corderos, demostrando así
mucho valor. Elogia el ardor con el que la joven habla de la futura expulsión
de los militares ingleses. Ya en Reims, Raimundo intenta que el padre de Juana
no se acerque a su hija para que no empañe la grandeza de la ocasión con sus
tétricas elucubraciones. Cuando todos la abandonan por considerarla hechicera,
Raimundo ofrece de nuevo su mano a Juana, acompañándola lejos de allí. La muchacha
se sincera con él, explicándole sus más profundas motivaciones y declarando su
inocencia. La escena es interrumpida por soldados enemigos que la capturan,
logrando Raimundo huir.
Dama
de Diamantes. - Inés Sorel (1422-1450) fue amante del rey francés Carlos
VII, con quien tuvo tres hijas. Esta relación no era llevada en secreto, sino
que estaba reconocida públicamente ante la corte, en la que se integraba también
la esposa oficial, María de Anjou. Dada su gran belleza, Inés posó como modelo
para varios pintores del momento, como Jean Fouquet, que la representó poco
antes de morir caracterizada como la Virgen María. Sus excentricidades y las
contrapartidas obtenidas por su vínculo con el rey pusieron en su contra a
algunos miembros de la corte. Falleció envenenada con mercurio. No conoció
verdaderamente a Juana de Arco, ya que ésta murió en 1431 e Inés fue presentada
al rey hacia 1442. En la obra de Schiller, Inés Sorel adquiere un papel
destacado como sostén anímico del monarca. Refuerza su confianza en sí mismo,
equilibrando así el desprecio que le dispensaba su propia madre, Isabel de
Baviera. Ofrece sus joyas, su vajilla de plata y todas sus demás posesiones para
poder conseguir dinero con el que pagar a las tropas, de modo que no dejen de
combatir por el rey. Demuestra abnegación hacia él, no le importa desprenderse
de todo, estando dispuesta a aceptar una vida dura acompañando al ejército en
sus campañas. A pesar del abatimiento de Carlos, Inés demuestra una gran
confianza en la victoria final, antes incluso de la llegada portentosa de
Juana. Inés ve a Juana como inocente, oscura, profunda, exaltada, incapaz de
actuar conforme a lo que se esperaba en su época de una mujer. Intenta en vano
que acepte el amor de Dunois. Le pide un oráculo, un vaticinio favorable sobre
su futuro, pero Juana le indica que ella no ve ese tipo de cosas, dependiendo
por tanto su destino de lo que hay encerrado en su propio pecho. Inés se
arrodilla ante Juana en Reims llena de felicidad para agradecerle el haber
hecho posible la coronación de Carlos. En definitiva, Inés está llena de
valores positivos en la obra de Schiller, personificando bien la fuerza de las
pasiones, la exacerbación de los sentimientos, la sinceridad de las emociones.
Rey
de Diamantes. - El duque de Borgoña, Felipe III (1396-1467), apoyó
decididamente la presencia inglesa en la Gascuña y al Norte del Loira a raíz
del asesinato de su padre, Juan "sin miedo", por parte de dos
caballeros del delfín Carlos en el puente de Montereau, a pesar de negar éste
toda implicación en el asunto. La colaboración borgoñona con los ingleses quedó
sellada mediante el Tratado de Troyes de 1420, si bien las intervenciones
militares directas del ejército ducal fueron pocas, dado el desprestigio que
implicaba el favorecer una guerra fratricida entre franceses. Fueron los
borgoñones los que apresaron a Juana de Arco en 1430 en la campaña de Compiègne,
entregándosela seguidamente a los ingleses. La política borgoñona viró en 1435
con el Tratado de Arras en favor de Carlos VII, al que se reconoció como rey de
Francia, sin la obligación de prestarle homenaje. Desde entonces se aceleró el
ritmo de descomposición de la influencia militar inglesa en el continente. Todos
estos hechos son tratados de manera simplista y con muchas licencias
imaginativas en la obra de teatro de Schiller, en la que es Juana de Arco la
que convence personalmente al duque de que cambie de bando. Se niega a pelear
contra él, considerándole un compatriota: "No debe correr sangre francesa,
ni el acero ha de decidir esta contienda". En la ficción, Felipe ve
inicialmente a Juana como un instrumento del demonio, como una doncella
infernal. Poco a poco se ve arrastrado por las argumentaciones de la santa,
decidiendo reconciliarse con el delfín e incluso perdonar a Tanneguy du
Chastel, uno de los dos asesinos de su padre. En la carta, el duque aparece
portando un pequeño cofre. Se trata del joyero de Inés Sorel, la amante de
Carlos, la cual, según el texto de Schiller, se había desprendido de sus bienes
para poder seguir financiando la guerra. Mediante la devolución de estas joyas,
se premia la generosidad y la fe mostrada por Inés. Se da por tanto un perfil
bondadoso y justo del duque, mecenas cultural y fundador de la orden
caballeresca del Toisón de Oro.
Al comparar la vida de Juana de Arco
con el papel de Juana en la obra teatral de Schiller llegamos a la aparente
contradicción de que puede ser más romántica la realidad que lo imaginario, lo
utópico y lo idealizado, en cuanto a que sin duda conmueve más aquello de lo
que hay certeza. Al introducir tantos elementos fantasiosos se pierde la fuerza
emotiva de muchos episodios, si bien para el público de la época bastaba
seguramente con este tipo de recreaciones. El cine actual tampoco se
caracteriza precisamente por su fidelidad con respecto a los hechos históricos,
resintiéndose en favor de la diversión todo lo relacionado con la transmisión
de las verdaderas pulsiones de otras épocas. En la literatura romántica alemana
aparecen como dos fuerzas absolutamente desbordadas el amor y la guerra. En el
caso de la obra de Schiller, se rodea a Juana de varios pretendientes que no
consiguen apartarla de su obsesión por combatir. La guerra en el pensamiento
romántico era un instrumento de transformación de las sociedades oprimidas, de
liberación de los pueblos injuriosamente tutelados. Cuanto antes se iniciara y
con más potencia menos duraría y menores serían sus consecuencias desastrosas.
Esta sobrestimación del poder regenerador de la guerra, al servicio del
alumbramiento de las modernas naciones, tuvo más adelante una deriva política
totalitaria, etnicista y neocolonial, recayéndose precisamente en las
injusticias sociales que el nacionalismo romántico pretendía eliminar. En
cuanto al tema religioso, el argumento de "La doncella de Orleans"
refleja muy bien cómo en el período bajomedieval estaban muy cerca de
confundirse la santidad y la hechicería, el misticismo y el espiritismo, la fe
y la superstición, el simbolismo religioso y la idolatría. El atractivo
histórico y literario de Juana radica en la ruptura de todos los estereotipos.
Humilde e inculta, casi aún una niña, renueva el deseo de luchar de su pueblo.
Schiller le hace decir sobre sí misma: "Una blanca paloma se precipitará
con el valor del águila contra esos buitres, que han devastado la patria".
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