Con una cadenita de llavero que no era la original, vendían en el rastro
de Valladolid una medalla en la que puede apreciarse la imagen del rey español
Felipe II (1556-1598). La pieza está hecha de latón, y presenta aún algunos
restos de plateado. El que el baño de plata esté muy perdido revela un uso
práctico prolongado, lo que refuerza la idea de que la medalla formaba parte de
un llavero. Su diámetro es de 2,9 centímetros, y su peso de unos 8,85 gramos. El
reverso es liso. En el anverso, a modo de marco circular, hay una ancha gráfila
acanalada. El retrato del monarca se ajusta en la medalla a las
representaciones más conocidas del soberano, con cuidada barba, sombrero alto,
chaqueta abotonada, capa, golilla y cordón al cuello. En estas ropas primaba el
negro, que transmitía una falsa idea de sobriedad, pues lo cierto es que la
obtención de tonos oscuros encarecía tremendamente el precio de las telas. Tras
el busto del rey está la imponente mole del Real Monasterio de San Lorenzo de El
Escorial, visto a cierta distancia, con un buen tramo exterior del suelo
empedrado de por medio. La asociación del complejo palaciego y monacal con el
monarca que lo concibió resulta indisoluble. Allí Felipe II despachó numerosos
asuntos que afectaban a sus crecientes dominios, siendo también el lugar de su
fallecimiento. Es posible que el llavero mencionado fuese inicialmente
comercializado como recuerdo en el propio Monasterio, terminando curiosamente
en Valladolid, que fue donde nació el rey en 1527. O quizás fue distribuido en
su ciudad natal, donde el rey cuenta desde 1964 con una estatua de bronce en la
Plaza de San Pablo. El lugar elegido para la misma es inmejorable, al estar
entre la casa en que nació Felipe II (el Palacio de Pimentel), la iglesia en
que fue bautizado (la conventual dominica de San Pablo) y el antiguo Palacio
Real (residencia oficial de los reyes de España tras la muerte de Felipe II,
durante la breve capitalidad de 1601 a 1606). En cuanto a la fecha de
producción de la medalla, es difícil de precisar, inclinándonos por el período
comprendido entre 1960 y 1980, pues algunos de sus rasgos parecen escapar a una
excesiva estandarización industrial.