Para Ana
FUNDACIÓN Y REFUNDACIÓN DE LA COLONIA
FUNDACIÓN Y REFUNDACIÓN DE LA COLONIA
Hacia 656-652 a.C., colonos procedentes de la ciudad
jónica de Clazomene fundaron en la costa de Tracia, en una tierra rica y
fértil, la ciudad de Abdera. El nuevo enclave, concebido como avanzadilla
comercial, se situaba unos 16 kilómetros al Este de la antigua desembocadura
del río Nestos, en el cabo Bulustra, no muy lejos de la isla de Thasos. El
“oikistés” encargado de dirigir la empresa colonizadora fue Timesio, al cual
los futuros pobladores de la ciudad rendirían honores en las celebraciones
comunitarias. La colonia inicialmente no prosperó, debido sobre todo a la
hostilidad de los indígenas tracios, pero también al efecto de la malaria, que
diezmó a los recién llegados. A este relato fundacional se sumó pronto otro de
corte mítico, en el que Herakles quedaba convertido en impulsor del
establecimiento, dedicado a su amigo caído Abdero. El héroe en su octavo
trabajo tuvo que amansar a las cuatro yeguas antropófagas del rey de los bistones,
Diomedes. En el enfrentamiento con las yeguas pereció horriblemente Abdero. Herakles,
afligido, fundó en su honor, cerca de su tumba, la ciudad de Abdera. El
carácter agreste del territorio viene remarcado por Heródoto, el cual informa
de que, en la otra orilla del río Nestos, todavía podían encontrarse grupos de
leones en libertad. Abundaban en la zona los ya extinguidos uros, bóvidos
salvajes de gran tamaño, cuyas cornamentas eran objeto de comercio. La colonia
clazomenia atravesó por múltiples dificultades, hasta el punto de ser
prácticamente destruida por las belicosas tribus oriundas de la región. Quizás
los tracios permitieron la supervivencia de la colonia clazomenia para
asegurarse la captación de determinados productos exóticos, pero reduciéndola a
su mínima expresión, cortando por completo sus ansias expansionistas y de
control de los recursos del entorno.
La mejora progresiva de las relaciones entre los
comerciantes griegos y los indígenas tracios explicaría el éxito de la segunda
oleada colonizadora que llegó hasta Abdera. Ésta se inició hacia 545-544 a.C., cuando
numerosos habitantes de la ciudad jónica de Teos, vecina minorasiática de
Clazomene, empezaron a recalar en Abdera huyendo de los conquistadores persas.
Entre ellos se encontraría el poeta Anacreonte, que en una de sus composiciones
aludirá metafóricamente a una muchacha esquiva como “potrilla tracia”. La
política imperialista del rey persa Ciro II “el Grande” provocó la emigración
de muchos griegos asentados en las costas de la actual Turquía hacia otros
puntos del Mediterráneo y del Mar Negro. En el caso de los ciudadanos de Teos,
muchos optaron por refugiarse en Abdera, mientras que otros, tras larga
navegación, fundaron la ciudad de Fanagoria en el estrecho de Kerch. Si la
previa destrucción tracia de Abdera hubiese sido total, sería difícilmente explicable
que un nuevo contingente griego eligiese exactamente la misma ubicación, sin
cambiar además el nombre del enclave. Los colonos teyos se unirían a los
escasos descendientes de los clazomenios todavía apegados al lugar, sellando
así una alianza jónica que revitalizaría el enclave. Fue el general medo
Harpago quien conquistó Teos y otras ciudades anatólicas de ascendencia griega,
incrementándose desde entonces la mutua influencia cultural de persas y
helénicos. El Imperio persa fagotizó en su avance a los lidios, a quienes se viene
adjudicando la invención de la moneda, si bien ésta pudo surgir casi de manera
contemporánea en Lidia y en algunas ciudades griegas de Asia Menor. Las
primeras monedas acuñadas por los lidios fueron piezas ligeramente abellotadas
realizadas en electro, aleación natural de oro y plata que incorporaba también
trazas de cobre y de otros metales. En sus anversos destacó el motivo de la
cabeza de león, alusiva a la realeza, mientras que en los reversos iba un
cuadrado incuso.
LA ABDERA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
LA ABDERA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
LA ELECCIÓN DEL GRIFO COMO EMBLEMA
El fuerte incremento demográfico experimentado esta
vez por Abdera garantizó su rápido desarrollo y permitió el progresivo acceso a
las minas tracias de plata. Los contactos entre Abdera y su metrópoli eran casi
constantes, muy fluidos, pudiéndose incluso hablar de iniciativas políticas y
económicas conjuntas. En este contexto debemos enmarcar la aparición de las
primeras monedas de ambas póleis. Las dos ciudades decidieron emplear en sus
acuñaciones el mismo emblema, una criatura mitológica, ficticia, conocida como
grifo, de acusado orientalismo. En la elección de este símbolo ciudadano se
aprecia por un lado el deseo de subrayar los vínculos existentes entre ambas
poblaciones y por otro lado el aspecto orientalizante que ya tenían muchas de
las manifestaciones culturales jónicas. Para diferenciar las emisiones de las
dos ciudades se estableció de común acuerdo que el grifo de Teos mirase a la
derecha y que el grifo de Abdera mirase a la izquierda. Los reversos serían
ocupados inicialmente por un cuadrado incuso, normalmente cuatripartito. El que
Abdera optase por el grifo como emblema comunitario está también relacionado
con el hecho de que la principal deidad protectora de la ciudad fuese el Apolo
Hiperbóreo. Según diversos relatos míticos, Apolo efectuaba cada año un viaje a
una tierra misteriosa y lejana, regresando a Delfos con la llegada de la
primavera. Su vuelta podía darse en un carro aéreo arrastrado por cisnes o a
lomos de un grifo. Según estas leyendas, Apolo habría llevado hasta Grecia
varios grifos, los cuales quedaron consagrados a él y se encargaban de proteger
sus tesoros, del mismo modo que en su tierra de origen los grifos custodiaban
sensacionales cantidades de oro frente al pueblo inventado de los Arimaspos.
Otra de las funciones mágicas de seguridad que recibirían en Grecia los grifos
sería la vigilancia de los contenedores de vino dedicados a Dionisos, prueba
del destacado valor comercial que había alcanzado dicho producto.
LA"CHORA" DE ABDERA
LA"CHORA" DE ABDERA
El territorio directamente dependiente de Abdera, su
"chora", quedaba delimitada al Norte por los montes Ródope, al Oeste
por el río Nestos, al Este por el lago Bistonis y al Sur por el litoral del mar
Egeo. El lago Bistonis, cuyo nombre alude a la tribu tracia local de los
bistones, era por entonces una albufera que contaba con salida al mar. En sus
proximidades estaba la ciudad griega de Dicea, que también acuñó moneda propia.
Al contrario que Thasos, Abdera no poseía minas de plata en el territorio que
administraba de manera directa, sino que se abastecía de este metal mediante el
comercio con las tribus de la región, las cuales lo obtenían de los yacimientos
explotados en la Tracia Occidental. Desde la refundación teya hasta la emisión
de sus primeras monedas, Abdera consiguió entablar vínculos comerciales y de
amistad con diversos pueblos tracios, estableciendo una relación fluida que le
garantizó el aprovisionamiento de plata. Igualmente Abdera selló rápidamente
acuerdos políticos y comerciales con su metrópoli, destinados a otorgar una
mayor tranquilidad económica a ambas póleis.
REVISIÓN CRONOLÓGICA DE LAS EMISIONES
El excelente trabajo efectuado sobre las monedas de Abdera por J.M.F. May, publicado en 1966, cinco años después de su muerte, supuso una buena clasificación de las emisiones monetarias realizadas por la ciudad, si bien los nuevos hallazgos y los datos aportados por el análisis arqueológico suscitaron una revisión cronológica, efectuada con acertado criterio por Chryssanthaki. Esta revisión ha implicado rebajar las fechas propuestas por J.M.F. May para la mayoría de las piezas, en algunos casos hasta en más de dos décadas. Y además ha dado lugar a la introducción de un mayor número de períodos, rebasando la época del inicio del dominio macedónico sobre Abdera, llegando gracias a la incorporación del estudio de las piezas de bronce hasta la época imperial romana.
PROSPERIDAD COMERCIAL
REVISIÓN CRONOLÓGICA DE LAS EMISIONES
El excelente trabajo efectuado sobre las monedas de Abdera por J.M.F. May, publicado en 1966, cinco años después de su muerte, supuso una buena clasificación de las emisiones monetarias realizadas por la ciudad, si bien los nuevos hallazgos y los datos aportados por el análisis arqueológico suscitaron una revisión cronológica, efectuada con acertado criterio por Chryssanthaki. Esta revisión ha implicado rebajar las fechas propuestas por J.M.F. May para la mayoría de las piezas, en algunos casos hasta en más de dos décadas. Y además ha dado lugar a la introducción de un mayor número de períodos, rebasando la época del inicio del dominio macedónico sobre Abdera, llegando gracias a la incorporación del estudio de las piezas de bronce hasta la época imperial romana.
PROSPERIDAD COMERCIAL
La canalización de la plata de las minas tracias hacia
los mercados egeos hizo que Abdera formase parte de una de las redes
comerciales más boyantes de la época. El mineral llegaba por ejemplo hasta
Naucratis, el emporio mercantil que Egipto había concedido a los griegos en el
delta del Nilo, y en el que gozaban de la mejor posición los comerciantes
jónicos. A cambio partían de Egipto hacia los puertos helénicos ingentes
cantidades de grano. Las tribus tracias colaborarían en esta ocasión en la
explotación de sus propios recursos y en su redistribución, obteniendo de los
abderitas tanto bienes tangibles de factura mediterránea como conocimientos
artesanales, relacionados con la transformación de las materias primas. El
aluvión de plata permitió a Abdera acuñar monedas de gran módulo, las
octodracmas, que encontraron una acogida favorable en las ciudades griegas del
Egeo y en los transpaíses de los establecimientos coloniales helénicos. El peso
de estas piezas iba desde los 27,5 a los 30,5 gramos aproximadamente, amplio
espectro que apunta hacia un período inicial de experimentación. La prosperidad
atrajo también a buenos grabadores, que dotaron a los grifos de las piezas de
Abdera de una destacada calidad artística. La ciudad acuñó las distintas
fracciones en plata y más tarde también monedas de bronce, recurriendo en muy
escasas ocasiones al oro en la amonedación.
LA "SIMPOLITEÍA" ENTRE TEOS Y ABDERA
LA "SIMPOLITEÍA" ENTRE TEOS Y ABDERA
Tanto las fuentes literarias como las epigráficas
revelan los estrechos vínculos que existieron entre Teos y su colonia en
Tracia, Abdera, desde la fundación de esta última y hasta las épocas
helenística y romana, de forma que incluso puede hablarse de una
"sympoliteía". Este término sirve en este caso para señalar que ambas
ciudades, a pesar de su organización autónoma, se dotaron de elementos
jurídicos comunes o muy similares. Siendo ciudades independientes, no olvidaron
nunca los lazos familiares que unían a sus poblaciones, favoreciendo, si las
circunstancias políticas lo permitían, los contactos marítimos frecuentes. La
prosperidad comercial de Abdera tuvo también un efecto beneficioso para su
metrópoli, que actuaría en determinados momentos como resorte para que los
productos provenientes de Tracia pudiesen penetrar en los mercados
minorasiáticos. En 1976 apareció cerca del antiguo emplazamiento de Teos una
estela de mármol inscrita en sus cuatro caras, portando mensajes legales en
forma de imprecaciones públicas. Data de la primera mitad del siglo V a.C., y
guarda numerosas semejanzas con otra inscripción jurídica de Teos conocida por
copias, ya que su soporte original se perdió. La primera de las inscripciones
mencionadas es de especial interés porque sus advertencias van expresamente
dirigidas tanto hacia los habitantes de Teos como hacia los de Abdera, lo que
pone de manifiesto la existencia de un sistema jurídico común. La inscripción supone
un serio aviso contra aquellos que proyecten levantamientos, fomenten luchas
intestinas o pretendan convertirse en "esimnetas", es decir, líderes
tiránicos y populistas, los cuales con frecuencia caían en excesos, procesando,
confiscando, apresando y condenando a muerte sin las debidas garantías. Para
realizar este tipo de acciones represivas la inscripción aclara que será
necesario reunir doscientos o más votos en el caso de Teos y quinientos o más
votos en el caso de Abdera. Esta diferencia numérica podría aludir al distinto
volumen poblacional de ambas ciudades o al distinto número de ciudadanos con derecho
a voto en cada una de las Asambleas, cuyo funcionamiento no sería perfectamente
democrático.
FLUJOS DE DISPERSIÓN DE LA MONEDA ABDERITA
El estudio de las piezas de plata abderitas aparecidas
en tesorillos monetarios revela dos flujos principales de dispersión. El
primero de ellos, válido para las monedas producidas por Abdera entre 520 y 450
a.C., apunta hacia varias regiones periféricas del Imperio Aqueménida. Las
piezas acuñadas en estas fases iniciales por Abdera llegaron hasta Egipto,
Oriente Próximo y Asia Menor, no sólo como consecuencia del tráfico comercial,
sino también debido a la preponderancia persa en el ámbito tracio. Las
guarniciones persas instaladas en enclaves estratégicos de la costa tracia y
macedónica, como Dorisco, Eyón y Terma (la posterior Tesalónica), controlaban
la circulación de bienes y personas en las salidas marítimas de los fértiles
valles del Hebro, del Estrimón y del Axios. Impuestos fijos, gravámenes
aleatorios y regalos provenientes de Tracia y de Macedonia alcanzaban los
núcleos orientales administrados por los persas, lo que explica el que se haya
encontrado incluso una tetradracma de Abdera en Persépolis, la capital de la
dinastía Aqueménida. La forzosa hospitalidad ofrecida por muchas localidades
tracias a los persas durante algunas de sus campañas militares por Europa
supondría también el acopio por parte de los soldados orientales de monedas
argénteas que más tarde terminarían en otras zonas del Imperio. En el caso de
Abdera, la dispersión de sus monedas por el espacio sometido a los persas
afectó tanto a sus piezas iniciales de grueso cospel (octodracmas y
tetradracmas) como a las acuñadas desde 475 a.C., caracterizadas por el empleo
de cospeles más achatados. Estas últimas, al igual que las de otros talleres de
Tracia y Macedonia, se vieron perjudicadas en la circulación mediterránea por
la fuerte irrupción de las "lechuzas" atenienses y por la creciente
actividad de las cecas de la región minorasiática de Licia. La actividad
arqueológica no permite constatar la relación comercial de Abdera con el
Occidente mediterráneo, ya que sólo se ha podido recuperar una moneda abderita
en este ámbito, concretamente una tetradracma que formaba parte del tesorillo
monetario hallado en 1985 en la colonia greco-siciliana de Selinunte.
El segundo flujo claro de dispersión de las monedas de
plata de Abdera nos remite ya al siglo IV a.C. y al hinterland tracio afectado
por el comercio de la ciudad, la cual mantuvo asimismo por entonces relaciones
fluidas con otras colonias costeras griegas más o menos próximas, como Thasos y
Maronea (enclaves donde han aparecido bastantes monedas abderitas de bronce).
Los diversos tesorillos documentados aportan tetradracmas y dracmas hasta
mediados del siglo IV a.C., mientras que en la segunda mitad de dicho siglo las
ocultaciones se componían principalmente de dracmas y divisores. Las monedas
que acompañan a las abderitas en los tesoros de este período son de otros
talleres griegos de Tracia, y permiten comprobar el empleo de un patrón común,
basado en el estándar de peso pérsico o en un estándar regional similar que
facilitaba el intercambio ágil con las monedas más apreciadas en el Imperio
Persa. Desde el 346 a.C., momento del inicio de la prevalencia macedónica sobre
Abdera, las tetradracmas de la ciudad empezaron a ser atesoradas junto a las
tetradracmas de Filipo II, para cuyo ensalzamiento se efectuaron en Macedonia
numerosas acuñaciones, tanto en vida como de manera póstuma. En cuanto a las
monedas de bronce de Abdera aportadas por los tesorillos, se circunscriben
principalmente a Tracia, destacando lógicamente los importantes hallazgos
efectuados en las ruinas de la propia polis.
SISTEMAS DE PESO EMPLEADOS EN LAS ACUÑACIONES
SISTEMAS DE PESO EMPLEADOS EN LAS ACUÑACIONES
La política monetaria seguida por Abdera en cuanto a
la acuñación de piezas de plata fue doble. Por un lado produjo monedas pesadas
(octodracmas y tetradracmas) para el comercio exterior, especialmente
destinadas a circular por la Hélade y el Imperio Persa. Y por otro lado emitió dracmas
y divisores que seguían bien el patrón pérsico o bien diversos patrones
tracio-macedónicos, principalmente para hacer más fluido el comercio regional.
La convivencia de distintos patrones de peso en el mismo período para las
monedas de plata más ligeras suscitaría cierta confusión en los cambios
cotidianos, pero a la vez revela tanto una gran disponibilidad de dicho metal
como un mayor interés por la fijación de los pesos de las monedas argénteas de
mayor módulo. Éstas siguieron un patrón propio que incluso superaba el peso de
las piezas producidas por los demás talleres de Tracia y Macedonia, lo que
revertía en favor del prestigio de las acuñaciones abderitas. El peso más habitual de las octodracmas,
primeras piezas emitidas por la ciudad, oscilaba entre los 29'8 y los 30
gramos, mientras que las tetradracmas mantuvieron por largo tiempo un peso
aproximado de 14'9 gramos. Ello permitía establecer una equivalencia de siete
tetradracmas y media por dárico, de modo que cada gramo de oro podía ser
intercambiado por 13'33 gramos de plata. La prestancia y estabilidad de las
octodracmas y tetradracmas de Abdera facilitaron su circulación en los espacios
sometidos al poder persa.
Hacia el 475 a.C. finaliza el control persa del
litoral tracio, lo que lleva a Abdera a dejar de producir octodracmas, mediante
las cuales se habrían estado pagando en muchos casos los impuestos al Gran Rey.
La ciudad insistió en cambio en la habitual producción de tetradracmas, cuyo
peso se mantuvo estable en los 14'9 gramos hasta aproximadamente el 425 a.C.
Desde la campaña efectuada en Tracia por el general persa Megabazo entre 512 y 510 a.C. hasta el 425 a.C. los
contactos comerciales entre Abdera y el Mediterráneo Oriental fueron intensos.
En este período, junto al dárico, gozó de gran estima en las operaciones
públicas y privadas el electro de las monedas de Cízico (en la costa meridional
del mar de Mármara) y Lámpsaco (en la parte asiática del Helesponto), enclaves
estratégicos de la región de Misia. Incorporada a la Liga de Delos, encabezada
por los atenienses, Abdera recurrió a sus tetradracmas de peso bien regulado y
sencilla conversión para realizar los pagos que exigía la alianza. Desde el 415
a.C. se registra una clara reducción del peso de las tetradracmas abderitas,
concretamente de casi un gramo, lo que señala la adopción de un patrón
tracio-macedónico reducido, el abandono del doble criterio para las piezas de
plata de mayor y de menor módulo, y el giro marcado hacia el comercio en el
hinterland tracio. Muchos de estos cambios se produjeron en plena Guerra del
Peloponeso, durante la cual, tanto Abdera como Thasos, hacia el 411 a.C., se
rebelaron contra los crecientes sacrificios exigidos por Atenas, cuya causa
comenzaba ya a declinar. Maronea y Abdera, vecinas en la costa tracia,
empezaron a desplegar una misma política monetaria, lo que señala la alianza
comercial de ambas colonias, incentivada en una época de inestabilidad militar,
y mantenida, aunque con oscilaciones, a lo largo del tiempo. Estas dos ciudades
optaron por emitir tetradracmas del mismo peso (13'9 o 14 gramos), siendo éste
claramente inferior al de las tetradracmas de otras póleis de la región, cuya
media en el período 415-395 a.C. era de unos 14'5 gramos, y mayor aún en las
emisiones efectuadas por Thasos. Quisieron así aprovecharse de las tasas
favorables de cambio, ya que los comerciantes foráneos llegados hasta Abdera o
Maronea necesitaban casi siempre recurrir para sus transacciones a las piezas
locales de plata.
CARÁCTER ORIENTALIZANTE DEL GRIFO ABDERITA
Cuando el largo brazo persa alcanzó Abdera a fines del
siglo VI a.C., para mantener su flujo comercial sin incidencias, la polis tuvo
que aceptar la dependencia con respecto al rey Darío. El motivo del grifo de
las monedas argénteas de Teos y Abdera, a pesar del incuestionable carácter
griego de estas dos ciudades, expresaba involuntariamente la pujanza militar
persa. Y es que el grifo, llamado “shirdal” entre los persas, formaba parte de
la estatuaria monumental y de la iconografía del poder asociado a éstos, que
fueron en definitiva grandes difusores de su imagen y de las leyendas que le
tenían como protagonista. Los persas recibirían esta información sobre el grifo
y otros seres híbridos inexistentes de las tradiciones míticas extendidas en
Asiria y Babilonia. Se trata de relatos que calaron en el ámbito helénico,
donde sufrieron modificaciones, reformulándose los distintos aspectos
relacionados con semejante ser. Los griegos se fueron apropiando del valor
simbólico del grifo, desposeyéndole de su significado próximo al invasor.
Criaturas similares a los grifos, con una cronología del II milenio, aparecen
representadas en el arte minoico de la isla de Creta, concretamente en las
pinturas palaciegas de Cnossos y en el sarcófago pintado de Hagia Triada.
Estaríamos quizás ante ensayos iconográficos que revelan el gusto áulico por
los animales extraños de apariencia artística oriental. En el caso cretense,
estos antecedentes inmediatos de los grifos no se muestran violentos, sino que
exhiben su belleza y su mesura en idílicas escenas cortesanas. Ello nos lleva a
pensar que el significado simbólico que en Creta tenían dichos animales no era
el mismo que luego adquirirán en el conjunto del Egeo.
DIFUSIÓN DE LA IMAGEN DEL GRIFO ENTRE LOS IBEROS
DIFUSIÓN DE LA IMAGEN DEL GRIFO ENTRE LOS IBEROS
Una línea de investigación interesante nos llevaría a
la presencia iconográfica del grifo en la estatuaria ibérica. La ciudad de
Focea, de la que provenían muchos de los colonos griegos asentados en Iberia,
utilizó cabezas y prótomos de grifos en sus monedas desde el
siglo VI a.C., especialmente en sus hemidracmas y en otras pequeñas piezas de
plata, así como en diminutos ejemplares de electro. Estas monedas, en el caso
de haber llegado unas cuantas piezas hasta Iberia, pudieron haber contribuido a
difundir la imagen del grifo entre las élites indígenas, al igual que lo harían
las representaciones del mismo que decoraban otros objetos artesanales, como
joyas, cerámicas y tejidos. Su uso funerario entre los iberos como protector de
los ajuares y transporte de las almas indica que junto a la imagen del grifo
llegaron hasta la península ibérica sus diversos significados religiosos. Los
primeros grifos de las monedas de plata de las ciudades de Teos y Abdera
presentan un hieratismo simbólico que cuadra bien con las representaciones
animalísticas de los pilares-estelas del mundo funerario ibérico, mientras que
las grifomaquias, como la del Cerrillo Blanco de Porcuna (Jaén), apuntarían a
la circulación de leyendas orientales o al simple ensalzamiento escultórico del
valor del guerrero muerto. Existen en los monetarios de algunos gabinetes
numismáticos españoles monedas argénteas griegas con grifos, pero muchas de
ellas no proceden de hallazgos arqueológicos peninsulares, sino de
circunstancias posteriores del coleccionismo monetal. Ello hace difícil valorar
el grado de responsabilidad que tales piezas pudieron tener en la extensión de
la imagen fantástica del grifo en el área cultural ibérica.
RESUMEN DEL DEVENIR HISTÓRICO DE LA CIUDAD
RESUMEN DEL DEVENIR HISTÓRICO DE LA CIUDAD
Una gran revuelta jónica contra los persas,
desarrollada entre 499 y 494 a.C., fue duramente reprimida por éstos. Darío I
organizó una expedición militar para castigar a los griegos que habían apoyado
a los rebeldes jonios, estallando así en el 492 a.C. la Primera Guerra Médica.
El conflicto terminó con la victoria ateniense en la batalla de Maratón, si
bien los persas lograron muchos de los objetivos que se habían planteado
inicialmente, reforzando su presencia en el Egeo. Jerjes I reanudó las
hostilidades en el 480 a.C. para conseguir la sumisión completa de las ciudades
del continente griego, iniciándose así la Segunda Guerra Médica. En los años
anteriores fue cuidadosamente planificada la invasión, acumulándose por ejemplo
suministros en escalas a lo largo de la ruta tracia que tendría que realizar el
numeroso ejército persa. Abdera fue una de estas escalas, uno de los puntos en
que acamparon los persas en su camino hacia el corazón de Grecia. Las victorias
logradas en tierra y mar por los griegos frente a Jerjes I obligaron a éste a
abandonar sus planes expansionistas. Incluso perdió el control de las ciudades
griegas minorasiáticas tras la batalla de Mícala, librada en el 479 a.C. Esto
permitió a Abdera y al resto de las colonias griegas de Tracia sacudirse el
dominio persa.
Abdera se vio envuelta en diversos episodios de la Guerra
del Peloponeso, iniciada en el 431 a.C., y que enfrentó a Atenas y sus alidados
contra Esparta y los suyos. En el 411 a.C. se produjeron revueltas contra el
liderazgo ateniense en diversas ciudades pertenecientes a la Liga de Delos.
Estas sublevaciones eran alentadas tanto por Esparta como por los persas, que
instaban además a que las democracias fueran reemplazadas por regímenes
oligárquicos. Los reveses militares experimentados por Atenas, como la
desastrosa expedición a Sicilia, contribuyeron a que algunas de sus ciudades
aliadas se replanteasen su fidelidad. En el frente Norte se sublevaron, entre
otros enclaves, Abdera y la isla de Thasos. Los tributos anuales que tenían que
pagar ya no les compensaban ante el bajón que se había dado en su actividad
mercantil. Ninguna de estas dos ciudades quería seguir derivando gran parte de
sus ingresos al sostenimiento del imperio marítimo ateniense. La represión de
la revuelta abderita realizada por el general ateniense Trasíbulo en el 407
a.C. no tuvo graves consecuencias para la ciudad. La definitiva derrota de
Atenas en la Guerra del Peloponeso, finalizada en el 404 a.C., permitió a
Abdera centrarse en el restablecimiento de sus operaciones comerciales, en las
que las exportaciones de vino adquirían cada vez más relevancia. Maronea,
ciudad vecina de Abdera en Tracia, destacó precisamente en la producción y
comercialización del vino, adquiriendo renombre en el conjunto de Grecia por la
calidad del mismo. Hacia 376-375 a.C. un gran contingente militar tracio de la
etnia de los tribalios rebasó sus límites territoriales para atacar Abdera. La
situación tuvo que ser bastante desesperada para los habitantes de la ciudad,
provocando numerosas muertes. La intervención providencial de una flota
ateniense dirigida por el general Cabrias hizo retroceder a los tribalios hacia
sus posiciones de partida. Este auxilio revela que por entonces las relaciones
entre Abdera y los atenienses se habían recompuesto en gran medida. Es de
suponer que la ciudad sufrió en más ocasiones las embestidas tracias. En lo numismático,
se aprecia la progresiva pérdida de calidad artística. A pesar de ello las
monedas de Abdera fueron imitadas a lo largo del siglo IV a.C. por diversos
pueblos del Sureste de Europa, practicando por tanto los grabadores indígenas
con las representaciones de los grifos.
En torno al 346 a.C., el rey macedonio Filipo II se
hizo con el control de Abdera. En muchas de las nuevas monedas, y
principalmente en las de bronce, el grifo pasó a mirar a la derecha, algo que
apenas había hecho hasta entonces. El impulso macedónico implicó en Abdera la
construcción de una nueva zona amurallada, situada al Sur de la anterior, más
vinculada a la costa y a sus nuevos puertos. La nueva villa, de trazado
hipodámico, fue relegando como espacio habitacional gran parte de la villa
antigua, la cual, tras su progresivo abandono, quedó convertida en necrópolis. Tras
el período expansivo que supuso para la cultura griega el reinado de Alejandro
Magno, Abdera se vio envuelta en las luchas por el poder que enfrentaron a sus
sucesores, encaprichados del valor estratégico y comercial de los enclaves de
la costa tracia. Fiel a los Antigónidas, Abdera fue saqueada por los ejércitos
de Roma y Pérgamo en el año 170 a.C., en el curso de la Tercera Guerra Macedónica.
Durante el dominio romano, la ciudad acuñó monedas de bronce de factura
deficiente, sin emplear ya el motivo iconográfico del grifo, muestra de la
disolución de su autonomía y de los cambios producidos en su identidad
ciudadana. A mediados del siglo IV se produjo el traslado de las instalaciones
portuarias, al haberse enarenado la bahía anterior, lo que acarreó además la
construcción de algunas fortificaciones nuevas. Abdera se vio negativamente
afectada por la formación natural de zonas pantanosas y por procesos de
inestabilidad que acentuaron su declive, quedando reducida a una sombra de lo
que fue. En el siglo IX, en época bizantina, vuelve a citarse en las fuentes el
enclave, esta vez como sede episcopal y con el nombre de Polystylon, término
que significa "varias columnas", alusivo por tanto a las ruinas de la
ciudad primitiva, en torno a cuya acrópolis se desarrolló el núcleo poblacional
bizantino. La antigua Abdera se encuentra actualmente deshabitada, si bien su
nombre pervive en una localidad griega situada un poco más al interior. Su
solar llegó a pertenecer brevemente a Bulgaria cuando ésta tenía salida al
Mediterráneo, condición que perdió por el Tratado de Neuilly tras la Primera
Guerra Mundial.
DESCEREBRAMIENTO ADJUDICADO POR LA TRADICIÓN
DESCEREBRAMIENTO ADJUDICADO POR LA TRADICIÓN
A pesar de ser el lugar de nacimiento de importantes
filósofos, como Protágoras, Demócrito y Anaxarco, la ciudad de Abdera se
convirtió en objeto de las burlas de los demás griegos, que consideraban a sus
habitantes como gente de pocas luces. Circulaban por la Hélade toda clase de
ocurrencias que se cebaban con los abderitas, a los que se hacía protagonistas
de numerosas perogrulladas. Se trata de la estigmatización jocosa de una
localidad, como ocurre actualmente en determinados países, que eligen a una
población como paradigma del descerebramiento. También en esto la cultura
occidental tuvo en los griegos a sus precursores, pudiendo rastrearse curiosos
paralelos. Abdera era en el imaginario popular griego una ciudad caracterizada
por el comportamiento incoherente de sus ciudadanos, a los que se atribuían
ridiculeces, enfatizando peyorativamente su provincialismo. En ello no hay que
ver de manera necesaria una base real. No sabemos qué hacía que los abderitas
impulsasen a los demás griegos a inventar chistes. Una vez adquirida la fama de
simpleza, Abdera ya no pudo deshacerse de ella, pasando también a ser tratada
de la misma manera en la literatura humorística romana. El epigramista
bilbilitano Marcial y el escritor sirio Luciano de Samosata refirieron diversas
anécdotas satíricas sobre Abdera. Este último apuntaba que aquellos ciudadanos
que asistieron a una representación teatral en pleno verano salieron de la
misma con una gran insolación que les hizo empezar a decir incongruencias. Otra
situación cómica giraría en torno a una hermosa imagen de Afrodita, realizada
en marfil a tamaño natural. Los abderitas la juzgaron tan admirable que
decidieron colocarla sobre una columna. Pero la columna elegida finalmente era
tan alta que apenas podía apreciarse la escultura.
GENERALIDADES ACERCA DE LAS ATRIBUCIONES DEL GRIFO
GENERALIDADES ACERCA DE LAS ATRIBUCIONES DEL GRIFO
El grifo ha encontrado siempre un filón en el
pensamiento arqueológico, expresando bien su gargólica figura el deseo de los
investigadores de realizar grandes descubrimientos. Es por ejemplo el emblema
del Instituto Arqueológico Alemán, cobijando en este caso un recipiente
cerámico. La asociación conceptual de la cerámica, destacada herramienta de
datación para los arqueólogos, con el amenazante grifo, muestra a éste como un
desafiante guardián de los secretos del pasado. Representaciones posteriores
han vinculado también al grifo con elementos relacionados con el paso del
tiempo, como si él tuviese la clave para interpretar el discurrir atropellado
de los hombres. Los grifos, al igual que otros seres híbridos, fueron con frecuencia utilizados en el arte antiguo para remarcar la importancia tanto de un espacio como de la posibilidad de acceder al mismo. Es el caso de los prótomos de grifos que aparecen en capiteles de la vía procesional de Persépolis. En las armas defensivas grecorromanas su función era
ornamental, actuando a la vez como signo apotropaico, de efecto psicológico
protector. Pretendía atemorizar, y exaltaba el ejercicio del poder. Tenía un
componente psicopompo, es decir, si el individuo encontraba la muerte, el grifo
se encargaría de conducir su alma donde fuese necesario.
Podemos analizar brevemente el éxito heráldico que el
grifo tuvo desde época medieval en Europa. A pesar de no haber existido nunca,
numerosos linajes y territorios lo emplearon en su simbología identitaria, más
como tenante pareado que como motivo principal. Transmitía la idea de fuerza,
de vigilancia, de capacidad para defender los elementos con los que la familia
nobiliar o el principado deseaban identificarse. Al ser un mestizo de águila y
de león, reuniendo muchas de las potencialidades de ambos, servía bien para
ilustrar la fusión de unos ciudadanos con otros, alumbrando una idea mayor y
más completa. El hecho de que sea un ser imaginario le resta vigor para
conmover, como si estuviéramos por tanto ante un pokémon u otro dibujo al
margen de la realidad. Pero posee el atractivo de reflejar la intuición que los
hombres antiguos tuvieron acerca de la remota existencia de los dinosaurios.
Los fósiles de protoceratops y de otras criaturas extrañas de eras geológicas
anteriores a la nuestra pudieron conducir a quienes los descubrieron u
observaron a diseñar seres míticos como el grifo. Un proceso mental similar se
propone para el inicio iconográfico de los dragones y de otros animales
mitológicos, aunque hay también muchos casos de mera fantasía. En la abundante
presencia heráldica del grifo podría rastrearse además un componente idealista,
relacionado con el deseo de ser invencible, de conocer el pasado, de entender
la muerte, de viajar acompañado ya acaecida ésta, de mirar al futuro sin miedo.
En la cultura anglosajona el porte aguerrido del grifo gustó ampliamente,
generando incluso un apellido, “Griffin”, acorde con la suficiencia presente en
el ideario prototípico norteamericano. Hoy en día el grifo es utilizado como
símbolo por diversas empresas: de vigilancia, seguridad, transporte,
vinícolas...
TENDENCIAS ICONOGRÁFICAS DEL GRIFO ABDERITA
TENDENCIAS ICONOGRÁFICAS DEL GRIFO ABDERITA
En las primeras monedas de Abdera el grifo es
representado con las alas curvas, hacia arriba, casi siempre sin diferenciación
de grupos de plumas. El arranque de las alas queda marcado mediante variados
recursos compositivos. El grifo suele ir sentado sobre sus patas traseras, manteniendo
una actitud de quietismo ceremonial, con la pata delantera derecha elevada,
como si saludase ritualmente. Sus orejas son normalmente largas y erectas. Su
pico es extraordinariamente robusto. Va con frecuencia abierto, apreciándose en
ocasiones la lengua del animal, lo que le confiere un aire amenazador. En
ciertos ejemplares se advierte la existencia de una especie de cuerno torneado que arranca de la parte superior de la cabeza. Este cuerno, que puede terminar en punta o redondeado, es un rasgo orientalizante que desaparecerá en los grifos de época posterior. Cuenta con interesantes paralelos en los prótomos broncíneos de grifo para fijación en calderos, encontrados principalmente en los santuarios helénicos, remitiendo por tanto a un rico contexto religioso de bienes consagrados. Es común también que
el grifo luzca una extensa cresta erizada. Su cuello puede ser de contorno liso
o tener salientes regulares. Guedejas decorativas, a veces consistentes en
intrincados roleos, recuerdan la melena del león. La cabeza de fabulosa rapaz
engancha con el cuerpo de felino, de garras exageradas, con uñas en ocasiones
bien visibles. En muchas piezas se insiste en la exhibición de una poderosa
musculatura de depredador. La cola va en las piezas antiguas alzada y
describiendo curvas. Son pocos los ejemplares antiguos en que el grifo cambia
de posición, apoyándose en sus cuatro patas o marchando.
De manera progresiva el grifo tendió a ser
representado en las monedas argénteas de mayor módulo con los grupos de plumas
bien definidos, primero en alas aún curvas, y más tarde en alas apuntadas de
gran amplitud. En el período de esplendor artístico que va del 395 al 360 a.C.,
los ensayos realizados en la representación del grifo fueron numerosos.
Detectamos el cambio de posición preferente del animal, que ahora, cogiendo
impulso con sus patas traseras, alza las delanteras como si se dispusiese a
echar a volar. Adquiere por tanto una actitud mucho más dinámica que la
precedente, pero sin que parezca, salvo raras excepciones, que se dispone a
combatir. En ocasiones alza tanto sus patas delanteras que parece rampante. El
pecho del animal tenderá a aproximarse cada vez más al suelo en el gesto de coger
impulso. Así, hacia el 346 a.C., el grifo de las mayores piezas de plata parece
prácticamente echado, quedando casi siempre su pata delantera derecha por
encima de la izquierda. La cola pasa en muchos casos a estar entre las patas
traseras. Esta evolución general no fue seguida tan claramente en las piezas
argénteas menores y en las monedas de bronce, que recurrieron con bastante
frecuencia a los tipos antiguos. Podríamos trazar un esquema sencillo de la
evolución de la representación del grifo en las monedas argénteas abderitas de
mayor módulo, relacionando sus tres fases básicas con tres períodos generales
de la vida del enclave: El hieratismo, con saludo ritual, correspondería al
establecimiento de la población en un nuevo territorio; el deseo de echar a
volar del grifo se relacionaría con la intensa participación de Abdera en las
cuestiones políticas que afectaban al conjunto de la Hélade; y su actitud
final, casi acostado, supondría el reconocimiento de las propias limitaciones
ante la pujanza de los poderes políticos exteriores. Apreciamos por tanto que
el grifo pasó de la solemnidad inicial, de estudiada pose, a un vitalismo
naturalista, manteniendo casi siempre una expresión de terrible enfado. Algunos
grabadores se saltaron las tendencias iconográficas generales para regresar a
modelos antiguos en la representación de los grifos o para introducir nuevas
variantes. La elección de la postura del animal tuvo en cuenta siempre el
carácter circular del cospel, para así poder mostrar al grifo con un tamaño
mayor.
EL ÉTNICO "ΑΒΔΗΡΙΤΕΩΝ" - LA PARTÍCULA "ΕΠΙ"
LOS MOTIVOS DE REVERSO
LA MAGISTRATURA MONETARIA
Se especula si el recurso al nominativo o al genitivo
precedido de la preposición ΕΠΙ está señalando o no una distinción en el cargo
ocupado por el individuo cuyo nombre aparece escrito en las monedas. En torno a
la naturaleza de ese cargo se han lanzado también varias hipótesis, que apuntan
hacia el sacerdote de Apolo o Dionisos o a un posible prítano (arconte primero
existente por ejemplo en la metrópoli de Teos durante los tres siglos previos
al cambio de era). Un decreto de Abdera descubierto en Teos señala que entre
166 y 160 a.C. el magistrado epónimo de la colonia era un sacerdote. Y el
decreto honorífico de Marco Vallio Marco menciona también como magistrado
epónimo de Abdera al sacerdote encargado del culto de Dionisos, divinidad
ampliamente venerada en la ciudad. La epigrafía apunta igualmente a que entre
el siglo I a.C. y el siglo II de nuestra era la magistratura epónima de Abdera
correspondía al sacerdote del emperador y de la diosa Roma. El uso del
nominativo y del genitivo para mencionar a los magistrados se da también en las
monedas de la vecina Maronea. En ambos casos la distinción entre nominativo y
genitivo no implica un cambio en la entidad gráfica de las inscripciones, lo
que va en contra de que puedan señalar a magistrados jerárquicamente
diferentes. Polykrates, magistrado del período 360-350 a.C., recurrió a dos
vistas diferentes de la estatua de Ártemis para sus dos emisiones de
tetradracmas, usando en una de ellas su nombre en nominativo y en la otra su
nombre en genitivo precedido de la partícula ΕΠΙ. Sería algo rebuscado a partir
de estos datos considerar que Polykrates estaba ejerciendo dos magistraturas
diferentes. Quizás sólo quiso subrayar la
distinción de esas dos emisiones mediante el uso sucesivo del nominativo y del
genitivo, lo que apunta a que cada magistrado podía optar por una de esas dos
opciones para hacer figurar su nombre en las monedas.
Si los nombres que figuran en las monedas de Abdera fueran del sacerdote principal de Apolo o del sacerdote principal de
Dionisos, su función destacada en los ritos relacionados con el cambio de fecha
quedaría remarcada, al tratarse de magistraturas de carácter normalmente anual.
La variabilidad de pesos de algunos tipos concretos señala que ciertas piezas,
con el nombre de un mismo magistrado, se acuñaron a lo largo de varios años, lo
que podría suponer un homenaje a ciudadanos que habían desempeñado loablemente
su magistratura anual, continuando luego su labor beneficiosa para la comunidad
desde otros puestos. O quizás simplemente determinados tipos monetarios
gustaron por su belleza artística, optándose por su reproducción para dar mayor
prestigio a la ciudad en el comercio exterior. Quienes defienden que el
magistrado cuyo nombre figura en las monedas abderitas pudiera ser el sacerdote
principal de Apolo aportan la consideración de que en dos ocasiones en que el
máximo sacerdote habría muerto durante su mandato las monedas habrían pasado a
incluir una estatua de Apolo y su advocación: “ΕΠΙ ΑΠΟΛΛΑΔΟΣ" (Bajo Apolo)
y “ΕΠΙ ΚΑΛΛΙΑΝΑΚΤΟΣ" (Bajo el Buen Señor). El uso iconográfico frecuente
en las piezas de Abdera de la cabeza laureada de Apolo, sobre todo desde el 346
a.C., con aspecto en ocasiones muy juvenil y acompañado del nombre del magistrado,
apoyaría la hipótesis de que dicho magistrado sea la máxima dignidad sacerdotal
vinculada al culto de Apolo en la polis. Un hecho interesante es que el
sacerdote principal de Apolo era elegido normalmente no siendo demasiado mayor,
para que su figura pudiese simbolizar mejor la juventud del dios. La
magistratura relacionada con la amonedación quizás se solía ejercer siendo el
ciudadano todavía joven, pudiendo pasar luego a ostentar otros cargos de
responsabilidad pública.
CONTROVERSIA EN TORNO AL INICIO DE LAS EMISIONES
Una cuestión interesante es la discutida fecha de inicio de las acuñaciones monetales de Abdera. Las fuentes literarias asocian la fundación de la colonia abderita con la huida de muchos teyos de su ciudad, conquistada por el general persa Harpago en el 545 a.C. Los emigrantes se instalaron en el mismo lugar de la costa tracia ocupado antes por los colonos clazomenios. Hay sospechas de que Teos mantenía ya antes de la fundación de Abdera relaciones comerciales con diversas tribus tracias, lo que facilitaría su establecimiento en la región y el progresivo y creciente acopio de la plata autóctona. J.M.F. May, el que fuera un gran conocedor de las emisiones de las póleis griegas Ainos y Abdera, así como otros investigadores posteriores, consideraron que el comienzo de la actividad acuñadora de Abdera se daría entre cinco y diez años después de la fundación de la colonia. Las monedas de Abdera y las de su metrópoli optaron por utilizar el mismo emblema comunitario, el grifo, pero con distinta orientación. Las piezas de ambos enclaves presentan ciertas semejanzas estilísticas, como el ala en forma de concha o el cuadrado incuso de los reversos. Chryssanthaki, que ha investigado en profundidad todo lo relacionado con la moneda abderita, piensa en cambio que las primeras emisiones de la ciudad se produjeron entre el 520 y el 515 a.C., pudiendo haber sido quizás ligeramente anteriores a las de su metrópoli. Un peán de Píndaro señala metafóricamente que Abdera se convirtió en la madre de su metrópoli. Y es que probablemente se dio un reflujo poblacional hacia Teos, de manera similar al caso de los foceos, exploradores del Occidente Mediterráneo, muchos de los cuales volvieron a Focea. La llegada de los abderitas a Teos se produciría algo antes del período 512-510 a.C., durante el cual el general persa Megabazo conquistó las ciudades griegas de la costa egea de Tracia. Es decir, la amenaza persa volvió a provocar los movimientos poblacionales, esta vez desde la colonia hacia la metrópoli. Los recién llegados se pondrían a acuñar monedas argénteas, eligiendo el mismo símbolo del grifo como signo de vinculación afectiva, y aprovechando las técnicas y los recursos adquiridos en el ámbito tracio. La ocupación de Tracia por los persas y la consecuente obligación de pagarles un tributo fueron factores determinantes en el desarrollo de la amonedación en Abdera, así como del nacimiento de las emisiones de otras ciudades griegas del área.
LAS PRIMERAS EMISIONES (520-500 a.C.)
CONTROVERSIA EN TORNO AL INICIO DE LAS EMISIONES
Una cuestión interesante es la discutida fecha de inicio de las acuñaciones monetales de Abdera. Las fuentes literarias asocian la fundación de la colonia abderita con la huida de muchos teyos de su ciudad, conquistada por el general persa Harpago en el 545 a.C. Los emigrantes se instalaron en el mismo lugar de la costa tracia ocupado antes por los colonos clazomenios. Hay sospechas de que Teos mantenía ya antes de la fundación de Abdera relaciones comerciales con diversas tribus tracias, lo que facilitaría su establecimiento en la región y el progresivo y creciente acopio de la plata autóctona. J.M.F. May, el que fuera un gran conocedor de las emisiones de las póleis griegas Ainos y Abdera, así como otros investigadores posteriores, consideraron que el comienzo de la actividad acuñadora de Abdera se daría entre cinco y diez años después de la fundación de la colonia. Las monedas de Abdera y las de su metrópoli optaron por utilizar el mismo emblema comunitario, el grifo, pero con distinta orientación. Las piezas de ambos enclaves presentan ciertas semejanzas estilísticas, como el ala en forma de concha o el cuadrado incuso de los reversos. Chryssanthaki, que ha investigado en profundidad todo lo relacionado con la moneda abderita, piensa en cambio que las primeras emisiones de la ciudad se produjeron entre el 520 y el 515 a.C., pudiendo haber sido quizás ligeramente anteriores a las de su metrópoli. Un peán de Píndaro señala metafóricamente que Abdera se convirtió en la madre de su metrópoli. Y es que probablemente se dio un reflujo poblacional hacia Teos, de manera similar al caso de los foceos, exploradores del Occidente Mediterráneo, muchos de los cuales volvieron a Focea. La llegada de los abderitas a Teos se produciría algo antes del período 512-510 a.C., durante el cual el general persa Megabazo conquistó las ciudades griegas de la costa egea de Tracia. Es decir, la amenaza persa volvió a provocar los movimientos poblacionales, esta vez desde la colonia hacia la metrópoli. Los recién llegados se pondrían a acuñar monedas argénteas, eligiendo el mismo símbolo del grifo como signo de vinculación afectiva, y aprovechando las técnicas y los recursos adquiridos en el ámbito tracio. La ocupación de Tracia por los persas y la consecuente obligación de pagarles un tributo fueron factores determinantes en el desarrollo de la amonedación en Abdera, así como del nacimiento de las emisiones de otras ciudades griegas del área.
LAS PRIMERAS EMISIONES (520-500 a.C.)
La revuelta jónica del 499 a.C. contra el dominio
persa inauguró una época de mayor conflictividad, hasta que cinco años después,
en la batalla naval de Lade, los griegos fueron derrotados. La contribución
militar de Teos en esta batalla consistió en la participación de 17 de sus
barcos. Las quince emisiones monetales de fines del siglo VI a.C. conocidas
para Abdera, en el caso de tratarse de emisiones anuales y no faltarnos muchas
por documentar, permiten defender el inicio de las mismas entre el 520 y el 515
a.C. M.J. Price y N.M. Waggoner proponen en cambio la fecha aproximada del 530
a.C., al no poderse probar el carácter anual de los primeros magistrados
monetarios y de sus correspondientes emisiones. La tetradracma abderita
aparecida en la apadana o sala de audiencias del palacio de Persépolis ha sido
puesta en relación con los bienes obtenidos por los persas en su campaña contra
los escitas, realizada hacia el 514 a.C., y en la que participó el propio rey
Darío I. Poco después su general Megabazo fue sometiendo diversos
establecimientos indígenas y coloniales de Tracia con el objetivo de crear una
satrapía europea, contándose entre ellos las póleis de Abdera y Maronea. Las
expediciones de Megabazo supusieron además la victoria sobre los peonios y la
prestación de vasallaje por parte del Reino Macedónico. La tetradracma de
Abdera encontrada en el palacio de Persépolis pudo formar parte de los regalos
o impuestos entregados por entonces por la colonia teya a los emisarios del
Gran Rey. En el inicio de la Primera Guerra Médica (492-490 a.C.) el comandante
Mardonio restableció la autoridad persa sobre Tracia, haciéndose además con el
control de las minas de la isla de Thasos. Entre las ciudades sometidas a
tributo y obligadas a acoger una guarnición persa estuvo sin duda Abdera.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 500-475 a.C.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 500-475 a.C.
Para el primer cuarto del siglo V a.C. se han
identificado en las monedas de Abdera alusiones escritas o iconográficas a 22
magistrados monetarios distintos, lo que apunta al carácter anual del cargo.
Las condiciones comerciales en el Egeo cambiaron debido a la represión persa de
la sublevación de las ciudades jónicas minorasiáticas, así como por las
actividades piráticas desplegadas durante algún tiempo por Histieo, el cual llegó
a sitiar Thasos. A pesar de ello los comerciantes abderitas siguieron
organizando activamente la canalización de la plata tracia hacia Egipto y el
resto del Imperio Persa, ámbitos en los que han aparecido diversos tesorillos
que incluyen monedas argénteas de la colonia teya. Algunas octodracmas de esta
época llevan la partícula ΑΒ, mientras que otras lucen la partícula ΑΒΔΗ, mal
grabada, tratándose en ambos casos del inicio del étnico. Entre los símbolos
secundarios usados para distinguir las emisiones se encuentran la concha, la
hoja de yedra, el racimo de uvas (acompañado a veces de la letra Δ), la roseta
(con la partícula ΖΑ), la flor de loto, el gallo y la cabeza de hombre negro (a
veces con la raíz ΑΠΟΛ). Otras abreviaturas presentes en las piezas de este
período y probablemente referidas al nombre de los magistrados monetarios son:
ΘΕΜ (con grifo robusto y las dos alas visibles), ΑΝΤΙ, ΕΡ, ΗΡΑ, ΠΕΡΙ, ΙΠΠΟ, Μ y
ΧΡ. ΕΚΑΤ fue escrito de manera retrógrada, mientras que ΑΡΧ fue escrito
correctamente en las octodracmas y de manera retrógrada en las tetradracmas.
Parece que fue el monetario ΑΠΟΛ el que por primera vez hizo representar al
grifo con el ala apuntada y las plumas bien diferenciadas entre sí, rasgos
estilísticos que tendrán éxito posteriormente.
La rebelión de las ciudades jónicas contra los persas
hacia el 499 a.C. debilitó la autoridad del Gran Rey en el territorio tracio.
Abdera, al contrario que otras tribus y ciudades de Tracia, optó por mantenerse
fiel a los persas, conociendo seguramente el dominio ejercido por un gobernador
o hiparco. Los persas mantenían fuertes guarniciones en los enclaves de Dorisco
y Eyón, entre los cuales se emplazaban varias póleis de origen helénico, como
Maronea, Dicaia y Abdera. Cerca de ellas pasó Jerjes en su campaña del 480 a.C.
Por entonces Abdera acogió y abasteció a parte del inmenso contingente militar
persa. Al año siguiente, de vuelta hacia Asia, Jerjes visitó la ciudad en
calidad de amigo. Las octodracmas y tetradracmas producidas por Abdera en el
primer cuarto del siglo V a.C. facilitaron a la ciudad el pago de los impuestos
debidos a los persas, siendo además con gran probabilidad utilizadas con fines similares por otras ciudades helénicas
y tribus de la región. La formación de la Liga de Delos en el 477 a.C. y el
asedio exitoso de Eyón en el año siguiente por parte del general ateniense
Cimón hicieron que los partidarios del poder persa en Abdera vieran amenazado
su predominio político. Bajo la autoridad persa quizás Abdera fue gobernada en
determinados períodos de manera próxima a la tiranía por un "esimneta", como
ocurrió con seguridad en su metrópoli, Teos. Estallaría luego un conflicto
civil o "stasis" que derivaría en el triunfo de los partidarios del
acercamiento a Atenas, con el consecuente cambio de régimen político,
estableciéndose magistraturas más democráticas.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 475-450 a.C.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 475-450 a.C.
En el segundo cuarto del siglo V a.C. los nombres de
los monetarios siguen apareciendo abreviados, con la excepción de Heródotos,
Hegéssipos y Fíttalos. Los trióbolos y los óbolos de este período no presentan
nombres, dado el pequeño tamaño de estas monedas. Tan sólo figuran una Α y una Δ
en algunos de los óbolos decorados con una cabeza de león. Otros llevan una
pequeña serpiente erguida como símbolo de la emisión. En otros óbolos aparece
acuñada una cabeza de águila. Los trióbolos emplearon una cabeza de léon, una
cabeza de toro o una cabeza femenina como motivo iconográfico de reverso,
dentro de un cuadrado incuso. Esta última tiene un aire arcaico propio de las
"korai" escultóricas, con diadema, pendiente y ojo almendrado. Mientras
que algunas monedas de este período siguieron representando al grifo con el ala
cóncava y plana, otras emisiones optaron por mostrar ya una diferenciación
clara de sus plumas. Se extendió también el uso en los reversos del cuadrado
lineal dividido en cuatro cantones.
Los magistrados monetarios del segundo
cuarto del siglo V a.C. emplearon las siguientes abreviaturas de sus nombres:
ΑΝΤΙ, ΗΡΟ, ΙΚΕΣ (los tres con concha como símbolo menor, la cual también puede
aparecer sin nombre asociado), ΑΣΓΑ, ΑΡΤΕ, ΔΑΜ, ΗΓΗ (a veces con cabeza
masculina como símbolo secundario), ΣΥΜ, ΙΑ (con "kylix"), ΖΗΝ, ΤΕΛΕ
(con palmeta en ocasiones y con variabilidad de tipos de ala en el grifo), ΠΡΩ
(con cabeza de buey), ΔΕΟ (a veces con gallo), ΗΡΟΚ (con cabeza de hombre negro),
ΠΑΡ (con tortuga), ΜΕΓΑ, ΜΕΙΔΙ, ΗΡΑΚ (con chicharra) y ΣΜΟΡ (con sátiro). En la
mayor parte de los casos se trataría del inicio del nombre del magistrado, pudiéndose
incluso intuir cómo quedarían algunos completos en función de los nombres de
posteriores monetarios de Abdera que comienzan de la misma forma. Ciertas
partículas no indicarían el nombre del funcionario, sino quizás el de alguna
divinidad, como es el caso de ΗΡΑΚ, posible abreviatura de Herakles. Algunas de
estas partículas que figuran junto al grifo de los anversos se ven también
acompañadas por un glóbulo. Un estátero de Teos sobreacuñado en una moneda de
Abdera y una tetradracma de Ainos sobreacuñada en una pieza de Abdera aportan
información bastante precisa acerca de la cronología de un par de magistrados
monetarios de la colonia teya, gracias al estudio comparado de la datación de
las emisiones monetarias de estas y otras ciudades griegas. En el primer caso
se trata de ΗΓΗ, cuyas monedas serían de hacia 469-468 a.C., y en el segundo
caso nos referimos a ΔΕΟ, cuyas piezas serían acuñadas hacia 466-464 a.C.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 450-425 a.C.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 450-425 a.C.
Se conoce una veintena de monetarios abderitas para el
tercer cuarto del siglo V a.C. A este período pertenece Nymfodoros, magistrado
monetario que pudiera ser el mismo político relevante citado por Heródoto y
Tucídides. Nymfodoros era el personaje con mayor influencia política en Abdera
hacia el 431 a.C., año en que estalló la Guerra del Peloponeso entre atenienses
y espartanos. Sus monedas serían de hacia 446-445 a.C., ocupando probablemente
después diversos cargos que le fueron conduciendo hacia la primacía política en
Abdera. Su padre, Pyzés, fue magistrado monetario poco antes que él, datándose
sus piezas hacia 449-448 a.C. Nymfodoros llegó a ser próxeno de los atenienses,
logrando un acuerdo entre éstos y el rey de los odrisios, Sitalces (431-424
a.C.), el cual estaba casado con una hermana suya. Nymfodoros realizó gestiones
para intentar que los odrisios se implicasen militarmente en favor de Atenas.
La cuota impositiva pagada por Abdera a la Liga de Delos se redujo en 432-431
a.C. a 10 talentos, quizás como agradecimiento a la importante labor
diplomática desplegada por Nymfodoros para reforzar la causa ateniense. Atenas
concedió la ciudadanía al hijo de Sitalces, Sádoco, sobrino a su vez de
Nymfodoros. Pero a la muerte de Sitalces no subió al trono odrisio su hijo
Sádoco, marcadamente pro-ateniense, sino su sobrino Seutes I (424-410 a.C.),
partidario del debilitamiento de Atenas con respecto a Esparta y sus aliados.
La Guerra del Peloponeso entrañó serias dificultades económicas para Abdera, ya
que los obstáculos puestos al comercio en el Egeo supusieron un reto para su
función intermediadora en el flujo de la plata acuñada tracia hacia el resto de
la Hélade. La refundación de Anfípolis por parte de los atenienses en el
437-436 a.C. aumentó la rivalidad comercial en el Norte del mar Egeo. Es
probable que el ascenso odrisio se tradujese en que Abdera, Maronea y Ainos
tuviesen que pagar tributos a este nuevo reino a cambio de mantener su
independencia política y el control de las rutas terrestres y marítimas
situadas entre las desembocaduras de los ríos Nestos y Hebro. Formar parte de
la Liga de Delos permitió a Abdera mantener una posición de cierta seguridad en
sus negociaciones con el Reino Odrisio, pero a la vez la ciudad valoraría la
conveniencia de pagar tributos a Seutes I para que éste no interfiriese en su
dinámica comercial. La derrota délica en Anfípolis frente a Esparta en el 422
a.C. impulsaría al rey odrisio a establecer nuevos impuestos sobre las ciudades
griegas de Tracia y sobre los pueblos indígenas, alcanzando sus exigencias
conjuntas según Tucídides los 400 talentos de plata acuñada.
A pesar de su entrada en la Liga de Delos, Abdera
siguió manteniendo relaciones comerciales con los persas, quizás a través del
establecimiento de Dorisco. Las tetradracmas abderitas del tercer cuarto del
siglo V a.C., fieles todavía a su peso de unos 14'9 gramos, apenas aparecen en
los tesoros del Mediterráneo Oriental, signo de que se produjeron nuevos
equilibrios en el comercio egeo, adquiriendo Atenas un rol destacado. A partir
de mediados del siglo V a.C. el nombre completo del monetario empezó a aparecer
con más frecuencia en las monedas de Abdera, en muchos casos alrededor del
cuadrado lineal de los reversos , partido a su vez en cuatro cantones. En tres
casos, en el tercer cuarto del siglo V a.C., el étnico aparece en las monedas
abderitas a la vez que el nombre completo del magistrado monetario. Se trata de
emisiones efectuadas por Pyzinnes, Nymfodoros y Kallidamas. Los dos primeros
colocaron su nombre en el reverso y el étnico en el anverso, alrededor del
grifo. En cambio Kallidamas, que utilizó como símbolo menor un atún, puso su
nombre junto al grifo, dejando el étnico para que rodease el cuadrado del
reverso. La disposición del étnico o de los nombres de los magistrados alrededor
de un cuadrado lineal se ensayó también en otras cecas de la Grecia
septentrional. Smordotormos pudo estar de alguna manera vinculado a Kallidamas,
ya que tras su nombre se añade Kal. En sus monedas el grifo se acompaña de un
pequeño "kántharos".
INCREMENTO DE LOS SÍMBOLOS SECUNDARIOS
INCREMENTO DE LOS SÍMBOLOS SECUNDARIOS
Junto al grifo de los anversos de las monedas de
Abdera empezaron a hacerse más habituales los símbolos secundarios, de pequeño
tamaño, que servían a los magistrados correspondientes como elementos de
diferenciación de sus emisiones. Heródotos utilizó como símbolo menor un gallo.
Fíttalos recurrió a un escarabajo pelotero con su bolita de estiércol. Pyzinnes
empleó en algunas tetradracmas una mano abierta, cuyos cinco dedos aludirían
numéricamente a algo que se nos escapa. En otras piezas Pyzinnes mandó colocar
como símbolo menor junto al grifo a una abeja. La insistencia en la
representación de insectos podría ser simplemente un ejercicio artístico, o
quizás incorpora también una alusión metafórica a su avanzado comportamiento pseudo-social,
en un momento en que Abdera estaba construyéndose como sociedad. Mandronax
muestra en los anversos un pequeño sol o estrella de ocho rayos y ocho puntos intermedios.
Hegesippos hace que una figura femenina voladora corone al grifo, bajo el cual
hay una rama. Quizás esta composición pretende aludir a un reciente éxito
militar o al deseo de alcanzarlo. Melanippos recurrió a un artista original que
grabó a un grifo desgarbado, bajo un pequeño "kántharos", copa
utilizada habitualmente para el consumo de vino. La elección de esta copa como
símbolo personal pudo deberse al comienzo de un famoso poema de Alceo: “Bebe y
emborráchate, Melanipo, conmigo”. En las tetradracmas de Andreios el grifo se
cierne sobre un esbozo de ciervo, presentándose por tanto como cazador en busca de alimento. Otros símbolos menores utilizados junto al
grifo en esta época fueron un búho y un falo.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 425-395 a.C.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 425-395 a.C.
Atenas promulgó un decreto prohibiendo temporalmente
la acuñación de monedas por parte de las ciudades que componían la Liga de
Delos, si bien es problemática la datación de este decreto, así como el
cumplimiento real que tuvo la medida. En el caso de Abdera, la fecha que mejor
cuadra para el decreto es aproximadamente el 425 a.C., pudiendo haberse dado un
período de una década sin acuñaciones propias. Esta ley monetaria de la alianza
era una medida técnica para reorganizar la percepción de los tributos
administrados por Atenas, cuyo imperio recurría además a la explotación de las
colonias, el prestigio recaudador de los lugares sagrados, las indemnizaciones
de guerra y las acciones piráticas. Ya hacia el final del tercer cuarto del
siglo V a.C. los monetarios abderitas Deonysás y Artemon sustituyeron en sus
tetradracmas el cuadrado lineal de los reversos por motivos iconográficos de
mayor relevancia, un caballo y un "kántharos" respectivamente,
alrededor de los cuales iba su nombre dentro de un marco cuadrangular, quedando
el conjunto ligeramente hundido con respecto al resto de la superficie. Se
inauguran así prácticas tendentes a una mayor riqueza estética, incentivada aún
más desde el 415 a.C., ya en este caso sobre tetradracmas de flan más pequeño y
grueso, un gramo menos pesado. Melanippos acuñó algunas piezas conforme a las nuevas directrices estilísticas, haciendo representar la cabeza galeada de Atenea, guiño hacia los aliados atenienses en el transcurso de la Guerra del Peloponeso. El soldado empleado por Nikóstratos pudiera dar también idea de la participación de Abdera en algún episodio del largo conflicto militar que enfrentó a atenienses y espartanos. Anaxípolis utilizó como motivo central en los reversos al dios Dionisos caminando y sosteniendo un "kylix", mientras que Ekataíos se sirvió de un águila volando.
DEMÓCRITO COMO NOMBRE DE MAGISTRADO MONETARIO
AUMENTO DE LA LIBERTAD ARTÍSTICA
El cuadrado cuatripartito incuso de los reversos
iniciales fue sustituido primero por un cuadrado cuatripartito lineal, rodeado
con frecuencia por el nombre del magistrado. Más tarde, a finales del tercer
cuarto del siglo V a.C., empezaron a diversificarse los motivos de los
reversos, apareciendo distintos tipos de figuras en el interior de un cuadrado
lineal, asociadas de alguna manera a cada magistrado. Es muy probable que la
elección de estos motivos fuese realizada en cada caso por el magistrado cuyo
nombre iba a estar inscrito en las monedas. Esta suposición se ve reforzada por
el carácter “parlante” que dentro de la lengua griega tienen algunos de dichos
motivos. Así, Pyzon emplea como símbolo el trípode del Apolo pitio; Dionysás se
vale de la cabeza del dios Dionisos con corona vegetal; Nikóstratos utiliza a
un soldado atacando con ansia de vencer (jugando así con la raíz de “niké”,
victoria en griego); y Molpagores recurre a una danzarina (por el “molpe”,
ritual griego de canto y danza). En muchos casos las representaciones de los
reversos serían elegidas de forma arbitraria por los magistrados en función de
sus gustos o creencias personales. Ello derivó en una gran variabilidad de
imágenes, las cuales transmitían la idea de libertad artística. Como ejemplo de
lo anterior podemos aludir a un magistrado llamado Pizagores, el cual utilizó
como imagen de reverso el posible retrato idealizado de su tocayo Pitágoras,
reflejo del ambiente filosófico de la Abdera de esa época. La figura elegida
para los reversos podía superar el cuadrado lineal en el que estaba inmerso, de
modo que dicho cuadrado terminó por eliminarse pronto, concediendo así mayor
campo de actuación al artista. Mientras que algunos magistrados acuñaron piezas
de varios valores, otros en cambio sólo emitieron un valor, bien tetradracmas o
bien sus divisores, en función siempre de las necesidades de numerario. No está
claro si hubo magistrados que optaron por no poner piezas nuevas en
circulación, ocultándole así su nombre a la historia. Hay unos pocos casos de
letras retrógradas, escritas al revés, en las leyendas, bien por error en la
grabación de los cuños o bien de manera intencionada.
EL ESPLENDOR DE LA MONEDA ABDERITA (395-360 a.C.)
EL ESPLENDOR DE LA MONEDA ABDERITA (395-360 a.C.)
Para el período 395-360
a.C., momento de esplendor artístico de la amonedación abderita (fechado por
J.M.F. May entre 411 y 385 a.C.), se conocen 29 magistrados monetarios a través
de las inscripciones de las piezas de plata y de bronce. El peso de muchas de
las tetradracmas de este período se sitúa entre los 12'8 y los 12'9 gramos, sin
que pueda aceptarse la propuesta de J.M.F. May de que siguen un patrón de peso
eginético. Las didracmas pasan a corresponderse de manera efectiva con el peso
de media tetradracma. El primer magistrado de este período, Orjamos, emitió precisamente didracmas, eligiendo para los reversos el motivo del león. Los tetróbolos y los dióbolos de esta fase siguen un
patrón que los hace fácilmente intercambiables por monedas de patrón pérsico,
mientras que los trióbolos siguen en cambio un patrón tracio-macedónico, lo que
convierte en algo complejo al sistema. Éste pretendía satisfacer tanto las
preferencias cambistas del mercado regional como las exigencias monetarias del
comercio mediterráneo. En el período ahora analizado se alcanzaron grandes
hitos artísticos en la grabación numismática. Al principio no se recurrió a
símbolos secundarios, dado el carácter suficientemente diferenciador del motivo
empleado en los reversos, pero más adelante se generalizaron, aumentando así la
riqueza iconográfica de cada pieza.
El monetario Aristonax empleó en los reversos de sus
tetradracmas un caballo marchando hacia la derecha. Sus dos emisiones de
tetradracmas se diferencian por la distinta posición de las patas del caballo.
Aristonax pudo inspirarse en monedas macedónicas cuyo reverso mostraba un
caballo marchando de carácter similar. Es preciso reseñar el aire heráldico que
adquieren algunos de los motivos elegidos para los reversos de las monedas
abderitas, sin dejar por ello de ser símbolos del conjunto de la ciudad.
Azénaios, nombre de clara filiación ateniense, se vale en los reversos de sus
tetradracmas de una estatua frontal de Atenea "Promacos", conforme a
un tipo que seguramente era venerado en la ciudad. La diosa va galeada y con
capa corta, blandiendo una lanza y sujetando un escudo con la representación de
la Gorgona. En sus anversos figura un pequeño "fiale" (cuenco para
libaciones) por encima del grifo. Otro de los monetarios del período 395-360
a.C. fue Smordos, nombre que ya aparecía abreviado con sus cuatro primeras
letras en tetradracmas del segundo cuarto del siglo V a.C., simple coincidencia
o posible misma estirpe nobiliar. Este magistrado hizo representar en los
reversos de sus monedas un "kántharos". En cuanto a la iconografía de
los grifos de los anversos, algunos artistas introdujeron pequeñas evoluciones
estilísticas, mientras que otros retomaron su porte arcaico, resaltando su
emblemático hieratismo inicial.
Los monetarios Kleantides, Kleainetides, Herókleitos y
Molpagores utilizaron en sus tetradracmas un grifo de tipo arcaico, con ala
plana y redondeada, saludando ritualmente con una de sus fuertes patas, dentro
de un gran círculo lineal. Kleantides utilizó como símbolo de reverso en sus
tetradracmas un toro sacrificial marchando, con los cuernos decorados con
cintas. En sus tetróbolos cabía sólo la cabeza del toro. Kleainetides se valió en
sus tetradracmas de un herma, escultura consistente en una cabeza como remate
de un pilar. En este caso se trata de una escultura barbada y con los genitales
masculinos marcados. El magistrado Herókleitos muestra en los reversos de sus
monedas una cítara de gran detallismo. De Molpagores se conocen cuatro
emisiones diferentes de tetradracmas, en las cuales varía la disposición de la
joven bailarina de los reversos, así como el modo de colocar la inscripción del
magistrado. La bailarina lleva chitón corto y un tocado alto llamado
"polos". La belleza de estas piezas pudo incentivar la realización de
varias emisiones, o quizás Molpagores ocupó el cargo de monetario en varias
anualidades. Las monedas de Molpagores parece que fueron acuñadas entre 377 y
374 a.C., coincidiendo con la invasión de los tribalios. Sus cuatro emisiones
pudieron deberse a la necesidad de disponer de abundante numerario para
organizar adecuadamente la defensa militar, así como para garantizar su
adhesión tributaria a la Segunda Liga Ateniense. El motivo de la bailarina,
aunque quizás fue elegido algo antes del inicio de las hostilidades con los
tribalios, transmite en cierta forma la idea de evasión con respecto a los
graves problemas por los que atravesaba entonces la ciudad, como si se quisiese
tranquilizar a la población con la promesa de la pronta restitución del sistema
de bienestar anterior. Los tetróbolos de Molpagores, que también fueron muy
reproducidos, mostraban la cabeza de Dionisos, con pelo largo y corona vegetal.
En sus dos emisiones de tetradracmas, Herofanes empleó
como motivo de reverso un racimo de uvas rodeado de una corona de hojas
acorazonadas. Las dos emisiones se diferencian porque en una de ellas aparece
un pájaro como símbolo menor en los anversos, junto al grifo. En sus tetróbolos,
Herofanes se valió de la cabeza de Hermes, con pétaso, apareciendo un pequeño
caduceo como símbolo menor. También aparece la cabeza de Hermes, igualmente tocada con pétaso, en las tetradracmas de Heragores. Myrsos hizo representar a un lanzador de disco,
mostrando así la integración de Abdera en el ambiente olímpico panhelénico. Eyagón
empleó como icono de reverso en sus tetradracmas un ánfora de las que se
entregaban como premio en las competiciones. Anaxípolis, nombre de
magistrado repetido en varios períodos de la historia de la ciudad, ordenó
representar al dios Pan, con patas traseras de macho cabrío, con cuernos e
itifálico (alusión a su sexualidad desenfrenada). En la mano izquierda el dios
lleva un "lagobolon" (palo de caza para golpear a las liebres),
mientras que su mano derecha está levantada. Pármenon se valió en sus tetradracmas de un bucráneo y
Promezides utilizó en las suyas un delfín. El motivo marino del delfín aparece también en los tetróbolos de Nymfagores. Herogeiton recurrió en sus tetradracmas a la representación de una estatua
de Hera, con los brazos levantados, sentada en su trono, con los pies sobre un
escabel. La diosa lleva chitón largo e "himation", y va tocada con "polos".
En las tetradracmas de uno de los Protés (hubo hasta tres) aparece un jinete haciendo cabriolas con su caballo. Algunas tetradracmas de Protés III compartieron cuño de anverso con piezas del monetario Apollás. Las de Protés III muestran en el reverso un cuadrado lineal dividido en cuatro cantones, conteniendo cada uno de ellos un cuadrado menor definido por puntos discontinuos. En algunos tetróbolos de Protés III van tres espigas de cereal como alusión agrícola, y quizás también para indicar que era el tercero de los Protés elegidos por la ciudad para la magistratura monetaria. Un grano de cereal, como símbolo menor, figura en los tetróbolos de alguno de los Protés junto a la cabeza laureada de Apolo. En otros tetróbolos a nombre de uno de los Protés el grifo va sobre una espiga de trigo. Por tanto estos magistrados, que compartían el mismo nombre y que quizás pertenecían a la misma familia, concedieron una gran importancia iconográfica a la producción alimenticia, quizás temiendo la posible reducción de las importaciones de grano.
En las tetradracmas de uno de los Protés (hubo hasta tres) aparece un jinete haciendo cabriolas con su caballo. Algunas tetradracmas de Protés III compartieron cuño de anverso con piezas del monetario Apollás. Las de Protés III muestran en el reverso un cuadrado lineal dividido en cuatro cantones, conteniendo cada uno de ellos un cuadrado menor definido por puntos discontinuos. En algunos tetróbolos de Protés III van tres espigas de cereal como alusión agrícola, y quizás también para indicar que era el tercero de los Protés elegidos por la ciudad para la magistratura monetaria. Un grano de cereal, como símbolo menor, figura en los tetróbolos de alguno de los Protés junto a la cabeza laureada de Apolo. En otros tetróbolos a nombre de uno de los Protés el grifo va sobre una espiga de trigo. Por tanto estos magistrados, que compartían el mismo nombre y que quizás pertenecían a la misma familia, concedieron una gran importancia iconográfica a la producción alimenticia, quizás temiendo la posible reducción de las importaciones de grano.
Otras piezas argénteas, sin nombre de magistrado, ensayaron con un retrato de Apolo en que el dios no aparece de perfil, sino visto desde una peculiar perspectiva volumétrica, no del todo frontal. Las características intrínsecas del soporte monetal hacen que los retratos más afortunados sean casi siempre los que muestran a los individuos representados de perfil, pues los retratos frontales, al ser difícil captar la expresión de la mirada humana en el metal, transmiten por lo general más desasosiego que confianza. Se aprecia en muchos casos una clara tendencia artística hacia la desnudez en la representación de las deidades masculinas, de manera acorde a lo que ocurría en el arte escultórico de la época.
El período de mayor influencia espartana sobre los
asuntos de la política abderita se desarrolló entre el 404 y el
394 a.C. En este último año la flota espartana fue destruida cerca de Cnido por
la flota persa, dirigida por el almirante ateniense Conón, en un episodio
importante de la Guerra de Corinto. En el 389 a.C., Trasíbulo restableció la
dominación ateniense en diversos enclaves del Norte del Egeo, como Thasos, e
intentó recomponer las relaciones amistosas entre Atenas y los odrisios. En el
386 a.C., la Paz de Antálcidas dispuso, gracias al interesado arbitraje persa,
la autonomía de numerosas ciudades griegas no minorasiáticas, entre las que se
encontraba Abdera. La llegada al trono odrisio de Kotys en el 383 a.C. suponía
una nueva amenaza para los establecimientos griegos del litoral tracio, lo que
les llevó a buscar otra vez la protección ateniense. De este modo Abdera y
Maronea se integraron en la Segunda Liga Ateniense, tras un período previo de
probable hostilidad entre ellas dada su rivalidad comercial, ya que ambas
ciudades canalizaban buena parte de los recursos del interior de Tracia hacia
el resto del Egeo. Incluso es posible que Maronea apoyase puntualmente a los
tribalios cuando éstos, en 376-375 a.C., acosados por el hambre, atacaron el
territorio abderita. Tras ser inicialmente rechazados, los tribalios vencieron
en una segunda batalla al ejército cívico de Abdera, el cual fue traicionado en
el momento decisivo por un grupo de aliados tracios. Tras ver su
"chora" saqueada y conocer el asedio, Abdera fue liberada por el
estratego ateniense Cabrias, que expulsó a los tribalios y dejó una guarnición
en la ciudad. Se restableció además la concordia entre Abdera y Maronea, que
tal vez pactaron un reparto de las áreas de aprovisionamiento y el acceso
conjunto a ciertos mercados. El protagonismo económico de Maronea en la región
se había ido incrementando, gracias en parte a su imitación de la exitosa
política monetaria abderita, de la que adoptó los mismos patrones de peso. En
la entrada de Abdera en la Segunda Liga Ateniense pudo desempeñar un papel
destacado el ciudadano abderita Komaios, hijo de Teodoro, pues un decreto
honorífico votado por Atenas en el 375 a.C. le otorgó la condición de próxeno,
extendiendo además este privilegio diplomático a sus descendientes.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 360-350 a.C.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 360-350 a.C.
Entre 360 y 350 a.C. las pequeñas piezas argénteas de
Abdera fueron acuñadas siguiendo el mismo patrón de las monedas más pesadas, un
patrón particular que permitía cambios ágiles y sencillos con las piezas de
patrón pérsico. El peso de la tetradracma desciende en este período, situándose
en torno a los 11'4 gramos. El nuevo patrón monetario ya fue introducido hacia
el 383 a.C. por Anaxídikos en sus tetróbolos. Se conocen nueve magistrados
monetarios para el período 360-350 a.C. El primero de ellos fue sin duda
Telémajos, que pudo desempeñar el cargo durante tres años seguidos, y para el
que se conocen tetradracmas tanto de unos 11'4 gramos como un gramo más
pesadas, lo que señala el paso de un patrón a otro. Las tres emisiones de
tetradracmas realizadas por Telémajos llevan en el reverso la figura erguida de
Herakles, variando los símbolos secundarios utilizados: una concha y un delfín
en la primera emisión; una concha solitaria en la segunda; y ningún símbolo
menor en la tercera. En la primera y en la tercera emisión, Herakles, imberbe y
desnudo, armado con clava, está vuelto hacia la izquierda, mientras que en la segunda, barbado y portando una piel de león, carcaj, arco y clava, mira hacia la derecha. Para el monetario Zenon, que acuñó sus monedas hacia 355 a.C., se conocen dos
emisiones de tetradracmas. En ambas aparece en los reversos Hermes de pie,
tocado con pétaso, variando la mano con la que sostiene el caduceo. Estas dos
emisiones utilizan un "kántharos" como símbolo menor. El siguiente
monetario, Filaíos, también recurrió a la figura de Hermes, de pie y con
caduceo, para los reversos de sus tetróbolos, colocando junto a él como símbolo
secundario una taba o astrágalo. Los tetróbolos de Iromnemon muestran un
"kántharos" acompañado de una hojita acorazonada. Las tetradracmas
con leyenda “ΕΠΙ ΚΑΛΛΙΑΝΑΚΤΟΣ”, muy reproducidas, muestran al dios Apolo
avanzando semidesnudo junto a un ciervo. Va tocado con corona de laurel,
sostiene una rama de la misma planta y porta en su mano derecha extendida un "fiale"
para realizar libaciones. Azenés hizo representar en sus tetróbolos a un ciervo
parado.
Polykrates eligió para sus reversos a Ártemis portando
arco y flechas. Va acompañada de un ciervo que mordisquea una ramita de laurel
que sostiene la diosa. Mientras que en algunas de estas monedas Ártemis es
representada frontalmente, con un "kalathos" sobre su cabeza, en
otras avanza hacia la derecha. Es probable que las monedas de Abdera muestren
en algunos casos estatuas que realmente existían en la ciudad para honrar a las
deidades, de modo que a la hora de elegir cómo representar al dios o a la diosa
se tenía en cuenta la idoneidad de grabar en las monedas una de las estatuas ya
consagradas al culto. Esto a su vez indica que en ocasiones se quiso dotar a
las monedas de un valor de protección religiosa para la ciudad que las emitía y
para los ciudadanos que las manejaban. El asesinato del rey odrisio Kotys hacia
358 a.C. supuso la división del territorio tracio en tres principados rivales.
Atenas se apresuró a pactar con ellos para contrarrestar el ascenso y el
expansionismo del rey macedónico Filipo II. Diversas ciudades tracias, entre
las que pudo estar Abdera, pagarían para garantizar su estabilidad una tasa
periódica a Atenas y otra al principado odrisio correspondiente. La dilatada
implicación de Abdera en el comercio de plata, vino, cereales y esclavos apunta
a que con frecuencia ofrecería presentes diplomáticos al rey odrisio, así como
a sus nobles y gobernadores. La ciudad pudo participar en la creación de
pequeños enclaves comerciales en el interior de Tracia, como el que se conoce
para los mercaderes de Apolonia, Maronea y Thasos: el emporio de Pistiros, donde
las transacciones estarían probablemente sometidas a la aplicación determinados
aranceles por parte de las autoridades indígenas.
LA IRRUPCIÓN MACEDÓNICA - LAS EMISIONES DE 346-336 a.C.
LA IRRUPCIÓN MACEDÓNICA - LAS EMISIONES DE 346-336 a.C.
Tras una posible interrupción breve, de unos cuatro
años, Abdera reemprendería su actividad acuñadora hacia el 346 a.C.,
centrándose en lo que se refiere a la plata en la producción de tetradracmas y
dracmas, ajustadas a un mismo patrón fácilmente convertible con el patrón
pérsico. La tetradracma, equivalente a dos siclos, pesaba entre 11'2 y 11'3
gramos, mientras que la dracma, equivalente a medio siclo, oscilaba entre 2'65
y 2'85 gramos de peso. Para el período comprendido entre 346 y 336 a.C. se
conocen seis magistrados monetarios, además de una emisión de tetradracmas y de
dracmas que llevan inscrito tanto en el anverso como en el reverso el étnico
ΑΒΔΗΡΙΤΕΩΝ. Los monetarios de esta fase son Ikesios, Fanés, Jarmos, Arjelaos,
Arjéstratos y Paysanías. De entre ellos sólo se tiene constancia de que
acuñasen tetradracmas Ikesios, hacia el comienzo del período mencionado, y
Paysanías, hacia el final. A Ikesios, que produjo también dracmas, le
corresponde el honor de haber realizado la primera emisión abderita de monedas
de oro. Y en cuanto a Paysanías, la calidad y la abundancia de sus tetradracmas
y dracmas hacen pensar que pudo desempeñar la magistratura monetaria durante
varios años, coincidiendo con un momento de revitalización económica bajo la
protección de Macedonia. El grifo de los anversos desde mediados del siglo IV
a.C. aparece normalmente en las monedas argénteas acostado, disposición que
seguirá siendo la predominante para las piezas de plata, siguiendo la idea
implantada por el monetario Polykrates. Lo más habitual era que el grifo en las
monedas argénteas siguiese mirando hacia la izquerda, si bien en algunas
dracmas de Paysanías el grifo mira hacia la derecha, signo de los cambios
políticos impulsados por los macedonios. Esta nueva orientación será aplicada
por algunos magistrados pro-macedónicos posteriores sobre sus tetradracmas y
dracmas, siendo mucho más común en el caso de las piezas de bronce. En una
interesante dracma cuyo bajo peso quizás se explique por el desgaste, aparece
en el exergo del anverso, bajo el grifo, el nombre del monetario Paysanías,
mientras que en el reverso, alrededor del cuadrado lineal que cobija la cabeza
de Apolo, va el nombre del monetario Omeros en retrógrado. Y es que este último
parece que fue el magistrado que sucedió a Paysanías. En la dracma mencionada
quizás Omeros quiso usar un cuño anterior como signo de legitimidad, dado el
probable prestigio alcanzado por las bellas emisiones de su predecesor. O tal
vez se trate de un error de acuñación, de una imitación bárbara o de un ensayo
previo a las acuñaciones definitivas.
Una novedad importante introducida en el período
346-336 a.C., durante el cual se usaron pocos símbolos menores, consistió en la
fijación del tipo presente en los reversos, que por tanto dejaría de cambiar
con cada monetario. El motivo elegido para estos reversos tan estables fue la
cabeza laureada de Apolo, exenta en el caso de las tetradracmas y dentro de un
cuadrado lineal en el caso de las dracmas. Se trata de una clara influencia de
las monedas de oro del Reino Macedónico, en consonancia con el ascenso del
poder de este último. Los destacados cambios experimentados en la política
monetaria abderita están en relación con el comienzo del dominio macedónico
sobre la ciudad. En este período aparecen por vez primera nombres macedónicos
de magistrados en las monedas de Abdera, en concreto Arjelaos y Paysanías. Los
estáteros de oro de Filipo II sirvieron de referencia iconográfica para las
nuevas monedas de la colonia teya. Filipo II realizó ya entre 355 y 352 a.C.
algunas demostraciones de poder en el ámbito tracio, desplegando sus tropas por
las "choras" de Abdera y Maronea. Se entrevistó por entonces con el
rey tracio Kersobleptes, su futuro enemigo. Quizás todavía no consolidó
militarmente su autoridad en la región, dado que operaba en la costa tracia con
cierta frecuencia el almirante ateniense Cares, implicado en varios casos de
corrupción política. La entrada efectiva de Abdera y Maronea en la órbita
macedónica debió producirse durante la expedición de Filipo II por Tracia en
347-346 a.C., antes de que el rey macedónico ratificase la Paz de Filócrates
con los atenienses. En 348 a.C. había destruido, tras un asedio de un año, la
ciudad de Olinto, polis vertebradora de la Liga Calcídica, dedicándose en los
dos años siguientes a tomar posesión de los principales enclaves griegos de
Tracia.
En 345 a.C. Atenas concedió protección y la condición
de metecos a tres ciudadanos de Abdera (Dioskouridés, Charmés y Anaxípolis),
los cuales seguramente se habían opuesto al nuevo régimen implantado en su
ciudad por las autoridades macedónicas. El hecho de que el orador ateniense
Demóstenes no mencione a Abdera entre las ciudades conquistadas por los
macedonios tras la toma de Olinto se ha interpretado en el sentido de que la
polis había perdido ya por entonces bastante relevancia, habiendo podido entrar
con mansedumbre en la esfera de Filipo II. Éste asumió con respecto a Abdera un
papel de evergeta, iniciando la construcción de una nueva villa al Sur de la
anterior, añadiendo instalaciones portuarias y mejorando las fortificaciones.
Filipo II pretendía asegurar el contacto regular entre las ciudades griegas de
Tracia, protegiéndolas de posibles incursiones de indígenas, y debilitando en
ellas la histórica vinculación con Atenas. Los datos arqueológicos señalan que
la villa de época arcaica y clásica fue abandonada progresivamente en favor de
la ocupación del nuevo trazado urbano meridional, auspiciado por los macedonios
y más marcadamente costero. Los cambios geomorfológicos, como la acumulación de
aluviones suscitada por la relativa proximidad del río Nestos, habían alejado a
la ciudad del mar, circunstancia corregida mediante el trazado hipodámico
impulsado por los macedonios. La dominación macedónica no hizo olvidar nunca a
Abdera su carácter jónico, expresado en su legislación y en sus magistraturas.
El renacimiento de la moneda abderita desde el 346
a.C. supuso la pérdida de algunos de sus rasgos tradicionales en favor de la
adopción de elementos más próximos al ideario hegemónico de Macedonia. Las
acuñaciones perdieron parte de su carácter propio, pero no su condición cívica.
Se trata de un proceso atestiguado también en otros enclaves griegos de Tracia,
en los cuales las nuevas emisiones fueron complacientes con la iconografía del
poder irradiado desde Macedonia. Tanto las cecas de larga tradición como los
nuevos talleres monetarios del ámbito tracio tendieron a utilizar el patrón de
peso pérsico, o como en el caso de Abdera, un patrón fácilmente convertible con
respecto a éste. El auge experimentado por el patrón pérsico a mediados del
siglo IV a.C. está en relación con el expansionismo de Artajerjes III Oco
(358-338 a.C.), que quiso reforzar la influencia persa en las ciudades griegas
de Asia Menor. También podría estar revelando ya el deseo macedónico de
lanzarse sobre Asia, de modo que las monedas producidas en los diferentes
territorios de la Hélade pudiesen ser bien acogidas en los futuros espacios
orientales conquistados. Se conocen muy pocas monedas de oro acuñadas por
Abdera. Una de ellas es una pieza de Ikesios de 6'42 gramos, equivalente por
tanto a tres cuartos de un estátero de oro de peso ático, e intercambiable por
siete tetradracmas y media de 11'40 gramos. Formaría parte de una emisión
realizada poco tiempo después del establecimiento del poder macedónico en el
ámbito abderita, hacia el 346 a.C. Otra de las monedas de oro conocidas, de
6'40 gramos, corresponde al magistrado Polyfantos, que ejerció su cargo hacia
el 323 a.C. Dos monedas áureas menores de Abdera, de 2'15 gramos de peso,
parecen poder adscribirse por su tipología a Anaxípolis o a otro monetario
próximo cronológicamente a éste, lo que nos situaría hacia el 331 a.C.
En su etapa macedónica, Abdera se centró en la
acuñación de piezas argénteas que, siguiendo un patrón propio, permitían a la
ciudad beneficiarse del cambio de las monedas extranjeras llegadas hasta los
mercados de su territorio. Así por ejemplo, en el ámbito local, una tetradracma
de Abdera, de unos 11'3 gramos, podía compararse a una tetradracma de Filipo
II, de 14'5 gramos, lo que generaba para la ciudad un mayor acopio de plata
para su potencial circulación en los mercados interiores. Los comerciantes
extranjeros que operaban circunstancialmente en Abdera beneficiaban a ésta si
realizaban cambios de su numerario por el numerario local. Esta política
económica delata que Abdera orientaba ya sus emisiones hacia la aceptación en
el ámbito tracio, sin demasiadas pretensiones con respecto al comercio
internacional. Las oscilaciones en el peso de las piezas de plata de Abdera,
debidas tanto a los cambios de estándar como a procesos inflacionistas, suponen
para los investigadores una ayuda en la seriación cronológica, pero a la vez
conducen con facilidad a errores interpretativos, hasta el punto de dudarse en
ocasiones del valor concreto que tuvieron ciertas piezas. Filipo II se mostró
partidario de la pervivencia de las emisiones cívicas de las ciudades tracias
que iba fagotizando, y a la vez producía y hacía circular por Tracia
importantes cantidades de monedas propiamente macedónicas, como las dracmas de
patrón pérsico en cuyo anverso aparece una cabeza de Ártemis casi frontal. Los
estrechos lazos tejidos por Abdera y Maronea a lo largo de varios siglos con
respecto a los pueblos tracios permiten entender el que éstos imitasen en
ocasiones las monedas acuñadas por ambas ciudades, señal de la fiabilidad alcanzada
por las mismas. Como otras muchas póleis griegas, Abdera se sumó a la Liga de
Corinto, alianza creada en 338 a.C. por Filipo II, destinada tanto a preservar
la paz en la Hélade bajo la preeminencia macedónica como a organizar la futura
invasión de Persia. Ello suponía para Abdera el verse libre de las directrices
atenienses, involucrándose en cambio en un proyecto colosal de extensión del
helenismo.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 336-311 a.C.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 336-311 a.C.
La clasificación cronológica de los monetarios del
período comprendido entre 336 y 311 a.C. ha sido realizada por Chryssanthaki en
función de criterios principalmente estilísticos. En esta fase Abdera siguió
acuñando tetradracmas y dracmas, produciéndose en ambos casos una reducción de
sus pesos. El peso de la tetradracma se situó en torno a 10'1-10'2 gramos,
mientras que las dracmas pasaron a tener entre 2'4 y 2'49 gramos. Se aprecia la
proximidad con respecto al patrón pérsico y el deseo de mantener una relación
estable de siete tetradracmas y media por cada pieza de oro, como la que se
conoce del magistrado Polyfantos, equivalente a tres cuartos de un estátero. El
primer monetario de este período en Abdera fue Omeros. El segundo,
Azénaios, acuñó sólo piezas de bronce. El magistrado Pyzódoros, hacia 333-332
a.C., utilizó como símbolos menores para distinguir sus emisiones de
tetradracmas una cabeza de capricornio y un "kántharos". Este
monetario empleó en los reversos una cabeza de Apolo de mayor porte y
detallismo, inspirándose quizás en piezas de Anfípolis del 357 a.C., caracterizadas
por el largo cuello de la cabeza del dios. En las tetradracmas de Pyzódoros, la
cabeza de Apolo mide aproximadamente tres cuartos del diámetro total de dichas
monedas. En muchas de sus tetradracmas el grifo de los anversos está rodeado
por una gráfila de puntos, rasgo que pervive en las tetradracmas del siguiente
magistrado, Anaxípolis. En las dracmas de Pyzódoros el grifo se presenta
saltando hacia la izquierda. En las tetradracmas de Anaxípolis el grifo puede
aparecer saltando o acostado, mientras que en sus dracmas está siempre
acostado, conforme a la tendencia mayoritaria que irá imponiéndose en este
período. En los reversos de las dracmas de Anaxípolis la cabeza de Apolo,
inserta en un cuadrado lineal, puede mirar hacia la izquierda o hacia la
derecha.
Los rasgos faciales generales del Apolo de las monedas
de Anaxípolis se mantuvieron en las de Aigialeys y Pyzoklés. El primero de
estos dos últimos magistrados produjo muchas más dracmas que tetradracmas, a
juzgar por el número de cuños conocidos para cada tipo de piezas. Pyzoklés
realizó dos emisiones de dracmas, la primera de ellas con una abeja como
símbolo menor y la segunda sin símbolo secundario. De las dos emisiones de
dracmas de Ekatónymos, la primera empleó una estrella como símbolo secundario,
mientras que la segunda no tiene símbolo menor. Demetrios puso en circulación
dos emisiones de tetradracmas. En ambas el grifo aparece acostado, si bien con
orientaciones distintas. La orientación diferente del grifo para distinguir
emisiones será también empleada unos seis años después por Dionysás. La emisión
de tetradracmas realizada por Diófantos es conocida por un cuño de anverso y
siete de reverso. Polyfantos, del que se conoce una moneda de oro, ejerció su
cargo en la época en que se produjo la muerte de Alejandro Magno, hecho que
desencadenó las luchas de poder entre sus sucesores, los diádocos. Emitió
bastantes más dracmas que tetradracmas, si nos atenemos al número conocido
respectivo de cuños. La producción de dracmas de Eyresippos debió ser de las más
destacadas de este período. En ellas el grifo aparece saltando, mientras que en
sus tetradracmas se muestra acostado. Esta doble actitud fue mantenida para los
mismos valores monetarios por Ipponax, cuyo símbolo menor característico fue
una concha. El volumen de plata acuñada fue muy grande durante las
magistraturas de Eyresippos e Ipponax, manteniéndose en niveles altos con
Dionysás, que con sus emisiones regulares de dracmas y tetradracmas ilustra los
últimos momentos de esplendor de las acuñaciones argénteas de Abdera. Pyzés fue
el último monetario del período 336-311 a.C. en emitir monedas de plata, tanto
dracmas como tetradracmas. Tanto Pyzés como los siguientes monetarios de esta
fase (Parmis, Ermonax, Ekataíos, Mosjíon, Silon, Eyagoras, Azenobios y un nuevo
Dionysás) se centraron en la producción de calcos de bronce, con grifo en
anverso y un cuadrado dividido en cuatro cantones en el reverso, conteniendo
cada uno de ellos un glóbulo. Calcos de este tipo ya habían sido puestos en
circulación por magistrados anteriores, como Omeros, Pyzódoros, Pyzoklés,
Ekatónimos y el anterior Dionysás.
Por tanto hacia 318-317 a.C. Abdera dejó de acuñar
dracmas y tetradracmas. Desde 311 a.C. volvió a emitir monedas de plata, pero
ya únicamente pequeñas fracciones. La tetradracma abderita había gozado de gran
fiabilidad en el comercio a larga distancia, siendo bien recibida en todas las
ciudades griegas. Constituyó un medio eficaz de pago de tributos a los persas y
a los atenienses, sirviendo además para estimular el tráfico comercial con los
pueblos indígenas del ámbito tracio. Su desaparición dio paso a un sistema
distinto de control de las emisiones. Es un hecho digno de valoración el que
Abdera siguiese una política monetaria propia en época de Alejandro Magno, en oro,
plata y bronce, sin llegar a acuñar sumisamente como hicieron otras ciudades
griegas los tipos enaltecedores del rey macedónico. Thasos dejó de emitir
tetradracmas hacia 338 a.C., y Maronea hacia 336 a.C., es decir, unas dos
décadas antes de lo que lo hizo Abdera. Según el relato del Pseudo-Calístenes,
poblado de fantasías, los abderitas se negaron a acoger en su ciudad a
Alejandro cuando éste se dirigía con su ejército hacia la conquista de Persia,
ya que temían las represalias de Darío III. El rey macedónico les amenazó con
convertirlos en esclavos a su regreso. Aunque esta anécdota pueda ser falsa,
está en la línea de resaltar la adhesión mostrada tradicionalmente por Abdera
hacia los persas. Al contrario de lo que indica este dudoso relato, Abdera, como
miembro de la Liga de Corinto, se puso al servicio de Alejandro Magno como
aliada, pero sin llegar a formar nunca parte expresa del Reino Macedónico. Al
salir Alejandro hacia Asia, dejó a Antípatro al frente del territorio europeo
adscrito a Macedonia, y, según señala Diodoro de Sicilia, colocó en Tracia a un
estratego estable, con autoridad tanto sobre las ciudades griegas como sobre
los pueblos indígenas.
SPOKÉS COMO EJEMPLO DE LAS IMITACIONES INDÍGENAS
SPOKÉS COMO EJEMPLO DE LAS IMITACIONES INDÍGENAS
Se conoce una dracma de 2'43 gramos del período
336-311 a.C., con la iconografía propia de las piezas abderitas de ese momento,
pero con el nombre de un dinasta tracio en el anverso, Spokés, y el de un
monetario relacionado con el mismo en el reverso, Noymenios. En el anverso el
grifo aparece acostado hacia la izquierda, con la cola por debajo del cuerpo.
Bajo el ala, larga, fina y bien abierta, figuran las letras ΒΑ. El nombre de
Spokés ocupa el exergo, situándose bajo la línea que lo delimita. En el reverso
está la cabeza laureada de Apolo dentro de un cuadrado lineal, alrededor del
cual va en genitivo el nombre del monetario, precedido de la partícula ΕΠΙ. Lo
más probable es que Spokés tuviese autoridad sobre una o más tribus tracias
asentadas cerca del territorio de Abdera, ciudad a la que pudo recurrir como
taller monetario para dar una mayor garantía al valor de sus piezas. La moneda
de Spokés podría testimoniar la amistad de Abdera y las diferentes tribus
tracias con las que mantenía relaciones comerciales, en un período ya
caracterizado por la hegemonía macedónica. Hay más ejemplos de soberanos
indígenas que imitaron los tipos iconográficos propios de las ciudades griegas
próximas, incluso reproduciéndolos con exactitud, variando en este último caso
sólo las leyendas, para poder introducir así el nombre del dirigente o de la
etnia. Parece que en algunos casos las ciudades griegas actuaron como cecas
para los reyes tracios, lo que debe verse más como un mutuo interés económico
que como un signo de sometimiento político. Cuando los tipos no están fielmente
reproducidos, se tiende a pensar que se trata de monedas acuñadas en los
contextos indígenas. Según Picard, mediante la imitación de las monedas
griegas, los tracios buscaron introducir sus nuevas piezas en los circuitos de
circulación recorridos habitualmente por las primeras. Además estas acuñaciones
podían suponer un incremento del prestigio de los soberanos o pueblos emisores.
Las monedas argénteas de Abdera, a pesar de las diversas dificultades por las
que atravesó la ciudad, estuvieron entre las más presentes en los mercados
tracios en la segunda mitad del siglo IV a.C., junto con las de Maronea, el
Quersoneso tracio, Parion y Apolonia del Ponto.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 311-280 a.C.
LAS EMISIONES DEL PERÍODO 311-280 a.C.
En el período que va del 311 al 280 a.C., Abdera acuñó
pequeñas piezas de plata, consistentes en tetróbolos y trióbolos, los cuales
emplearon motivos iconográficos similares a los de los dos períodos anteriores.
En la mayor parte de las monedas argénteas abderitas de este período el grifo
de los anversos está acostado hacia la izquierda, mientras que en los reversos
aparece la cabeza de Apolo dentro de un cuadrado lineal, alrededor del cual va
el étnico ΑΒΔΗΡΙΤΕΩΝ. Sólo en algunas emisiones el grifo está saltando,
manteniendo eso sí su orientación tradicional. En cambio en las monedas de
bronce de este período el grifo está acostado casi siempre hacia la derecha.
Tanto en las piezas de plata como en las de bronce hay bajo el grifo una clava,
la cual ilustra por un lado el poderío macedónico y por otro lado hace
referencia a Herakles, fundador mítico de la ciudad. La clava fue un símbolo
muy utilizado en la iconografía monetaria del Reino Macedónico, equiparándose
metafóricamente al ejercicio de su soberanía. En este período el nombre de los
magistrados aparece abreviado en las monedas de Abdera, bien mediante sus
primeras letras o con un monograma, acompañándose en ocasiones de un símbolo
secundario. La presencia simultánea en algunas piezas de dos monogramas o del
inicio de un nombre acompañado de un monograma pudiera estar indicando las
existencia coyuntural de un colegio de dos funcionarios monetales. De los 11
magistrados de este período que emitieron monedas de plata, tres de ellos
también acuñaron bronces. Otros 17 monetarios de esta fase acuñaron
exclusivamente monedas de bronce. El número de monetarios, relacionado con la
duración total del período, vuelve a apoyar la idea de que la suya era una
magistratura de carácter normalmente anual.
Entre el 311 y el 280 a.C. Abdera experimentó la
autoridad de Antípatro, de su hijo Casandro y sobre todo de Lisímaco. Tracia
era un territorio anexado al Reino Macedónico en forma de alianza, actuando
como escudo de ésta frente a las tribus indígenas y asegurando la comunicación
entre los estados helenísticos de Europa y Asia. De manera teórica y
propagandística, las ciudades griegas tenían una organización autónoma, la cual
fue reforzada por ejemplo por el Tratado de Triparadiso del 321 a.C., en el que
a la vez los diádocos se repartieron el gigantesco imperio creado por
Alejandro, dividiéndolo a modo de satrapías. Lisímaco, al que Antípatro había
confiado la administración de Tracia, se autoproclamó rey de este territorio
hacia el 306-305 a.C., y amplió progresivamente sus dominios, que ya dos décadas
más tarde alcanzaban el Danubio e incluían Macedonia, Tesalia y gran parte de
Asia Menor. Abdera, a pesar de su condición de ciudad autónoma, pasó a depender
del Reino Tracio de Lisímaco, pero sin llegar a acuñar los tipos monetarios
característicos de este rey, presentes por ejemplo en las tetradracmas emitidas
por Ainos, por mandato o con la complacencia del monarca.
Las monedas de plata de Abdera producidas entre 311 y
280 a.C. mantuvieron el mismo patrón de peso del período anterior. Los
tetróbolos de esta época, caracterizados por el grifo acostado hacia la
izquierda, tenían un peso medio de 1'58 gramos aproximadamente. La colonia teya
empleó sus fracciones argénteas en los mercados locales, mientras que en el
comercio exterior recurrió a las tetradracmas y los estáteros de oro de los
tipos de Alejandro Magno. Las piezas alejandrinas convivieron en el ámbito
macedónico con las de los tipos de Filipo II, que siguieron acuñándose, aunque
circunscribiéndose más su circulación a los mercados interiores. La moneda
fraccionaria emitida en el Reino Macedónico alcanzó en gran medida el ámbito
tracio en la época de Lisímaco. La insistencia en la representación de la clava
en el numerario abderita de este período parece señalar la adhesión a la causa
macedónica, dirigiéndose esta lealtad probablemente más hacia los soberanos legítimos
de Macedonia que hacia Lisímaco. En los hallazgos monetarios de la ciudad
abundan más las piezas de bronce de Casandro que las del autoproclamado rey de
Tracia. Después del advenimiento de Alejandro Magno, el patrón de peso
dominante en la Hélade fue el ático. Al seguir Abdera un patrón propio, sus
tetróbolos resultaban más ligeros que las hemidracmas (trióbolos) de patrón
tracio-macedónico de Filipo II, las cuales estaban en torno a 1'7 gramos. Por
tanto Abdera sobrevaloraba su propia moneda con respecto a la producida en la
mayor parte de las ciudades de Grecia, buscando así beneficiarse en los cambios
de moneda extranjera y con las tasas impuestas a dichos cambios. Y es que en
ocasiones las ciudades helénicas exigían el uso exclusivo de su propia moneda
para las transacciones efectuadas dentro de sus muros.
NUEVAS EMISIONES DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO III a.C.
La última emisión de monedas de plata de Abdera fue
realizada en la primera mitad del siglo III a.C. por Ermóstratos, el cual
también acuñó bronces, identificables como hemióbolos. En las últimas monedas
de plata de Abdera el grifo del anverso figura acostado hacia la izquierda, sobre
la línea de exergo, mientras que en el reverso hay una cabeza de Apolo con los
cabellos cortos. En cambio en los bronces el grifo aparece saltando hacia la
izquierda y Apolo lleva el pelo más largo. Las monedas de plata de Ermóstratos
tienen un peso bastante variable, siendo la media de 6'56 gramos. No se ajustan
a los patrones de peso utilizados anteriormente por Abdera, lo que ha llevado a
interpretarlas como ensayos técnicos o piezas emitidas por necesidad. Tal vez
se trate de didracmas de patrón tracio-macedónico, ya que su peso es similar al
de las didracmas de los tipos de Filipo II y al de las últimas didracmas
emitidas por la ciudad de Thasos, con las que este taller se despidió de las
emisiones de plata hacia 315-310 a.C. Un dato importante es que en las monedas
emitidas en la primera mitad del siglo III a.C. el étnico pierde la letra
épsilon, ya que va escrito en griego helenístico o "koiné",
simplificación morfológica basada en el ático y suscitada por la vastedad de
los territorios a los que llegó el griego como lengua de las élites, así como
por la mezcla de ciudadanos helenísticos de distintas procedencias. Por tanto
el étnico queda como ΑΒΔΗΡΙΤΩΝ. Ya Símalos y los siguientes magistrados
monetarios de Abdera utilizarán sólo el bronce en sus acuñaciones. Precedieron
a Ermóstratos, realizando una importante labor en la emisión de monedas de
bronce en la primera mitad del siglo III a.C., los monetarios Heródotos,
Metron, Heragores, Herogeiton, Aléxandros e Isagoras. De entre ellos estos dos
últimos acuñaron un buen número de piezas de mayor peso y módulo, sin alcanzar en
ningún caso los diez gramos. El grifo fue haciéndose cada vez más esquemático,
mientras que el rostro de Apolo ganó en expresividad.
LA FIDELIDAD HACIA LOS ANTIGÓNIDAS
LA FIDELIDAD HACIA LOS ANTIGÓNIDAS
Desde la muerte de Lisímaco en el 281 a.C. hasta la
declaración de Abdera como "civitas libera" por los romanos en el 167
a.C. la influencia política macedónica siguió siendo importante para la ciudad.
La efigie de Apolo, laureado o con la cabeza desnuda, testimoniaba la
vinculación con el Reino Macedónico desde la época de Filipo II. La clava
colocada bajo el grifo en las piezas producidas por la polis entre 311 y 280
a.C. remitía igualmente al sentimiento de dependencia con respecto a Macedonia.
La posición geográfica de Abdera, fácilmente accesible para los macedonios y
bastante aislada de otras colonias griegas de Tracia por el lago Bistonis,
sugería a la polis que no debía mostrarse demasiado osada en sus deseos de
autonomía. Abdera y Thasos intentaron mantenerse lejos de las guerras helenísticas, no
actuando como talleres oficiales de las nuevas realezas surgidas tras Alejandro
Magno. Sus monedas no imitaron los tipos alejandrinos, tendían a abandonar el
uso de los metales nobles, y no eran necesarias para el pago de mercenarios.
Los hallazgos monetarios efectuados en la "chora" de Abdera no
revelan la presencia lágida o seléucida, sino que apuntan más bien, junto con
diversos elementos iconográficos, a que la ciudad se mantuvo fiel por largo
tiempo a la dinastía macedónica de los Antigónidas, circunstancia que pudo
influir en que los ejércitos romanos se empleasen con especial saña en la toma
de la ciudad, efectuada en el 170 a.C. por Hortensio. La segura representación
de Hermes sobre los dicalcos de Abdera entre mediados del siglo III y mediados
del siglo II a.C. y la posible representación de Perseo en una serie de
hemióbolos del mismo período ha sido puesta en relación con la casa real
Antigónida. En ambos casos el tocado consiste en una diadema de alas. Perseo,
en su condición semidivina, era visto como antecesor mítico y protector de la
dinastía Antigónida, hasta el punto de que el último de sus reyes, derrotado
por Roma, llevaba este nombre. Tanto el rey Perseo (179-168 a.C.) como su
padre, el rey Filipo V (221-179 a.C.), se hicieron representar en varios tipos
monetales de Macedonia como su heroico antepasado mítico, fenómeno que no parece
registrarse en las emisiones de Abdera. En cambio sí que cabe la posibilidad de que determinadas piezas de bronce acuñadas por la polis hasta el 170 a.C. presenten el retrato diademado de algún soberano helenístico.
EL FINAL DE LAS EMISIONES CÍVICAS
EL FINAL DE LAS EMISIONES CÍVICAS
Abdera empleó como motivo iconográfico la cabeza de
Posidón en muchas de las series de bronce emitidas a lo largo del último siglo
y medio de funcionamiento del taller cívico. El procónsul romano Lucio Emilio
Paulo dictó en Anfípolis en el año 167 a.C. un reglamento de los asuntos
macedónicos que afectó en gran medida a la colonia teya. La ciudad atravesó por
agobiantes dificultades financieras que tuvieron un claro reflejo en su
política monetaria, ya que fue preciso recurrir a la reacuñación de piezas
puestas previamente en circulación, así como al uso de contramarcas. Inaugurado
el intervencionismo romano en la región, Abdera, duramente golpeada por el
cambio de las fuerzas hegemónicas, se esforzó por no sucumbir a las
pretensiones territoriales del rey tracio Kotys y buscó el estrechamiento de
sus relaciones con la ciudad de Teos. Se sabe que en época del emperador
Adriano (117-138), declarado filoheleno, fue devuelto a Abdera el control de un
amplio territorio que llegaba por el Oeste al río Nestos, conforme a unos
límites aproximados a los de la antigua "chora" de la colonia. Esta
devolución quizás revela que los soberanos tracios se habían visto beneficiados
casi tres siglos atrás por el arbitraje romano en sus disputas fronterizas con
Abdera. Durante el año 86 a.C., en el transcurso de la Primera Guerra
Mitridática, la ciudad sufrió un largo asedio por parte de las tropas pónticas,
manteniéndose en todo momento, al igual que Thasos, leal a Roma. Una vez
liberadas por Lucio Valerio Flaco, Abdera y Thasos obtuvieron el reconocimiento
del senado romano, así como diversos privilegios frente a las tribus tracias,
que en su mayoría habían apoyado al rey Mitrídates VI. Las épocas de
inestabilidad militar obligaron a Abdera a adoptar medidas monetarias
impopulares, que fueron conduciendo al desprestigio de sus acuñaciones cívicas
y a la desaparición final de las mismas en la primera mitad del siglo I a.C.
LA CECA GRECORROMANA
LA CECA GRECORROMANA
Tras un siglo sin producir moneda, Abdera obtuvo del
emperador Tiberio (14-37) nuevos derechos de acuñación que implicaban la
inclusión en las piezas de referencias al nombre de la ciudad. Estas emisiones
broncíneas, adjetivadas como provinciales, continuaron con Claudio, Nerón,
Vespasiano, Trajano, Adriano y Antonino Pío, sin afectar por tanto a algunos
emperadores intermedios. En ellas no aparece ya el grifo, emblema oficial de la
ciudad. Los ases llevaban retratos del emperador o de miembros de la familia
imperial en ambas caras, mientras que en los semises el retrato del emperador
de los anversos se acompañaba de una Victoria en los reversos. Desde época de
Trajano (98-117), la caída constante del peso del as provocó la acuñación por
parte de Abdera de piezas de bronce de más peso y de doble valor, los
dupondios. En las emisiones provinciales de Abdera pueden rastrearse semejanzas
estilísticas con las monedas producidas por las cecas de Tesalónica y Filipos,
así como concordancias metrológicas con los talleres de las ciudades griegas de
Tracia y Asia Menor. El fin de las acuñaciones provinciales de Abdera en la
época de Antonino Pío (138-161) indica la pérdida de importancia de la polis,
la cual pudo verse motivada por diversos factores, como las frecuentes
inundaciones, el auge de la ciudad cercana de Topeiros y la construcción de la
vía Egnatia, cuyo trazado, más septentrional e interior, esquivaba el litoral
abderita.
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