Para Raúl, “Amicus Populi Romani”
DESARROLLO INICIAL
El desarrollo institucional y social de la República Romana primigenia puede llevar a distintos tipos de aproximaciones históricas, en las que las fuentes literarias, de veracidad en algunos casos discutible, desempeñan una función destacada. Tras un período de tendencia al descrédito, se ha revalorizado el carácter histórico de algunos escritos clásicos, como los de Dionisio de Halicarnaso (60–7 a.C.). La arqueología ha aportado además información complementaria para el mejor conocimiento de las formas de vida antiguas, permitiendo interpretar con garantías buena parte de la ingente cultura material rescatada.
La lista de magistrados consulares, utilizada como referencia temporal, tuvo inicialmente una transmisión oral que pudo alterar los datos anteriores a inicios del siglo IV a.C. Existirían otras listas consulares parciales. Los primeros colegios consulares se iniciaron en el 509 a.C. Los cónsules anteriores al 504 a.C. están vinculados a los hechos relativos al final de la monarquía, por lo que pudieran ser ficticios. Lucio Tarquinio Colatiano sería una reduplicación del nombre del último rey. Sempronio Lucrecio derivaría de la tragedia de Lucrecia. Publio Valerio Publícola pudo ser una reduplicación del nombre de un cónsul posterior, del 449 a.C., responsable de unas importantes leyes. Marco Horacio Publilo sería la reduplicación del colega de Publio. Bruto era otro de los personajes relacionados por la tradición con el advenimiento republicano. Los nombres de los demás cónsules parecen tener una base histórica más fiable. Los fastos consulares presentan algunos nombres de cónsules plebeyos al referirse al siglo V a.C. ¿Participaban los plebeyos en el consulado en los primeros tiempos de la República? Algunos autores rechazaron la validez de estos nombres aludiendo al predominio patricio. En la actualidad se observa que en los primeros años de la República no estaba muy marcada la diferenciación social entre patricios y plebeyos. Los patricios intentarían luego monopolizar el consulado, lo que lograron pasado algún tiempo, tras haber algunos cónsules plebeyos.
El senado surgió en época republicana con trescientos individuos, principalmente de origen patricio, si bien había excepciones plebeyas. Era un organismo que expresaba los intereses de la oligarquía. Era un órgano deliberativo, un ámbito en el que no se votaba, sino que se discutía. Al senado se le reconocía la “auctoritas”. Podía vetar las decisiones tomadas en las demás asambleas. Su poder varió según las épocas. En la época republicana se mantuvieron las asambleas populares ya existentes. Adquirió mayor protagonismo la asamblea de las centurias en detrimento de la asamblea de las curias. Ésta quedó casi vacía de contenido. Su cometido casi ritual era conferir el “imperium” a los cónsules. La ciudadanía vio crecientemente desvirtuada su participación política.LA SITUACIÓN ECONÓMICA DE PARTIDA
Los asuntos económicos quedan bastante desdibujados en las fuentes que se ocupan de los primeros tiempos republicanos. Se advierte en los testimonios escritos una semejanza con respecto a las condiciones económicas posteriores. Quizás los historiadores tergiversaron algunos datos económicos de la República inicial para que cuadrasen con los modelos deseados de desarrollo político. En el aspecto comercial, el régimen republicano intentó mantener las relaciones establecidas previamente, explorando al principio pocos mercados nuevos. Se asiste a una gradual decadencia en los contactos mercantiles de largo alcance, como parece demostrar el descenso de las importaciones de cerámica griega en la segunda mitad del siglo V a.C. La actividad constructiva, muy pujante al iniciarse la República, decayó también desde mediados de dicho siglo.LAS CRECIENTES REIVINDICACIONES PLEBEYAS
Durante la etapa republicana, los plebeyos mantuvieron diversas reivindicaciones en contra de los patricios, inicialmente más de orden político que económico. En la relación tensa entre patricios y plebeyos influyeron cuestiones externas, como las guerras entabladas contra los pueblos vecinos. Se admitió la participación militar de los plebeyos, que fueron tomando conciencia de sus derechos. Recurrieron a la “Secessio”, secesión, abandonando la ciudad en momentos claves. La lucha entre patricios y plebeyos ya era un fenómeno registrado en época monárquica. La polaridad entre ambos grupos a inicios de la República quizás no era tan grande como señala la tradición. El patriciado empezó a constituirse en casta exclusivista a principios de la República. Hasta los años ochenta del siglo V a.C. no desaparecieron en los fastos consulares los nombres de las gentes plebeyas. La monopolización del poder por los patricios no fue ratificada legalmente. Se fue extendiendo la opinión de que los principales cargos magistrales debían ser ejercidos por patricios. ¿Cómo los patricios se llegaron a configurar como casta a la que en exclusiva le correspondía el poder político? Para algunos autores, la oligarquía patricia republicana era heredera de la aristocracia ecuestre monárquica. Sería el grupo responsable del derrocamiento de la monarquía. Otros autores creen que hubo una más general unión de fuerzas sociales en el proceso. Habría que atender a los excluidos del ejército por la constitución serviana, así como a los “patres”, miembros del senado aristocrático, a los clientes y a los “conscripti”, aristócratas de segunda fila. Los “conscripti” conformarían un grupo caracterizado por la dirección de actividades económicas comerciales. Hay que pensar también en el arcaico grupo del “equitatus” real, con una economía silvopastoril. Por tanto muchos elementos sociales determinarían la definición progresiva de un patriciado aspirante al exclusivo ejercicio del poder.
El conflicto entre patricios y plebeyos es presentado por la tradición con tintes bastante violentos, signo de una marcada polaridad de intereses. La plebe habría recurrido en ocasiones a la “secessio”. La primera secesión plebeya se habría producido en el 494 a.C. Por entonces los plebeyos marcharon al monte Sacer con la intención de crear otro estado. El cónsul Menenio Agripa fue a dialogar con los secesionistas. Les planteó la parábola sobre la relación del vientre y los miembros: El vientre necesita a los miembros al igual que los miembros necesitan la energía que les proporciona el vientre. Los plebeyos, atraídos por las palabras de Menenio Agripa, aceptaron el que se emitiese una “lex sacrata”, en virtud de la cual dispondrían en adelante de dos tribunos para su defensa política. El término de “lex sacrata” se usaba ya anteriormente para referirse a la costumbre itálica de que los reclutas prestasen juramento. En el caso de la “lex sacrata” del 494 a.C., su propósito sería ayudar a resolver la problemática social romana. Sería maldito todo el que atentase contra los tribunos. Es posible que el tribunado de la plebe surgiera más bien a lo largo de un proceso, de modo que los cabecillas de los plebeyos irían tomando iniciativas y asumiendo tareas, convirtiéndose en líderes espontáneos. Algunos de ellos habrían tenido con anterioridad cargos militares bajos o intermedios. La definición de su autoridad terminaría acercándose tanto a lo sacrosanto como a lo legal. Según el relato tradicional, la “lex sacrata” habría permitido que los tribunos de la plebe obtuviesen el reconocimiento oficial por parte de los recelosos patricios. Esta ley fue bastante efectiva como medio de protección a los tribunos en los inicios de la República.
Parece que los tribunos de ser cuatro pasaron a ser diez a mediados del siglo V a.C. Tenían la capacidad de “auxilium” a los magistrados superiores y de “intercessio”, veto. De la “intercessio” se derivaba el poder de la “coercendi”, capacidad de actuar contra el que se opusiese al ejercicio de su cargo. Los abusos de poder no eran frecuentes al no tratarse de un cargo unipersonal. La antigüedad del tribunado queda probada por la limitación de su poder al “pomerium”, al marco casi exclusivamente urbano. Los tribunos no podían abandonar Roma. El cargo se ejercía anualmente, de manera paralela al consulado. Pronto surgieron dos ediles plebeyos para ayudar a los tribunos. Los ediles cuidaban el tesoro y los archivos de los plebeyos, y más tarde asumieron también funciones municipales. El Aventino era el núcleo cívico y religioso más destacado para los plebeyos. Allí estaba el templo de Ceres. Desde el Aventino se repartía el grano entre la población. Y era en el Aventino donde se celebraban los concilios asamblearios plebeyos. La asamblea plebeya se empezaría a reunir de manera más organizada en el 471 a.C., desde la ley promulgada a tal efecto por Publilio Volerón. Antes las reuniones de los plebeyos serían bastante caóticas. El precedente de la “comitia tributa” es el “concilium plebis”. Esta asamblea era convocada y presidida por un magistrado plebeyo, bien tribuno o bien edil. La asamblea plebeya no se regía por las normas vigentes en las demás asambleas. Sus competencias sólo afectaban a la plebe. Sus decisiones eran los “plebiscita”, de obligado cumplimiento sólo para los plebeyos. Éstos reclamarán más adelante que los “plebiscita” afecten a toda la ciudadanía.
La “comitia centuriata” elegía a los magistrados que implicaban “imperium”. El “concilium plebis” denunciaba los atropellos cometidos contra los plebeyos. Sus competencias legislativas estaban muy limitadas. Tenía un funcionamiento similar al de otras asambleas. Ante una “rogatio” se respondía con una votación. La reunión previa, apta para la reflexión, era la “contio”. Los plebeyos mantuvieron sus exigencias, que adquirieron cada vez mayor alcance. A mediados del siglo V a.C. pidieron que las leyes fueran puestas por escrito. Hasta entonces había predominado el arbitrario derecho consuetudinario. Un tribuno, Cayo Terentilio Harsa, presentó una propuesta para que una comisión de cinco individuos con poder consular pusiera por escrito las leyes. Ante la negativa del senado, creció el malestar popular. Más tarde se llegó a un entendimiento. Según la versión tradicional, se envió una comisión a Atenas para estudiar la legislación de ésta. Al regreso de la comisión, dimitieron todos los magistrados. Se creó una comisión decenviral patricia que promulgó en el 451 a.C. un código de diez tablas. En el 450 a.C. una segunda comisión decenviral, con participación plebeya, completó la legislación, dando a luz la ley de las doce tablas. El presidente del segundo consejo decenviral, Apio Claudio, quiso erigirse como tirano. Su enamoramiento de Virginia, hija de un centurión, plebeyo ilustre, tuvo trágicas consecuencias. Y es que el padre de Virginia mató a ésta para que no fuese afrentada por Apio Claudio. Los plebeyos, indignados con el aspirante a tirano, recurrieron nuevamente a la secesión. Los decenviros tuvieron que abdicar. Se restauró el gobierno constitucional con la elección de dos cónsules, Lucio Valerio Potito y Marco Horacio Barbato. A Apio Claudio le correspondió la muerte en prisión.
El relato anterior tiene una esencia verídica, como señalan los fastos consulares, pero incorpora también elementos legendarios. Harsa pudo ser la personificación inventada de todo un estado de opinión. No parece probable que comisionados romanos marchasen a Atenas para estudiar la legislación griega, cuya influencia se debería más bien a contactos comerciales con las colonias suritálicas. La historia de Virginia concuerda reveladoramente con la de Lucrecia. En ambos casos se pretende ensalzar la virtud de la mujer romana. Si en verdad hubo decenviros plebeyos en la segunda comisión, entonces habría sido poco probable la rebelión popular, que quizás por tanto deba ubicarse entre la primera y la segunda comisión. Sólo un determinado sector plebeyo, el más selecto, estaría realmente representado. Los investigadores actuales consideran la ley de las doce tablas como una pieza clave en la evolución de la legislación romana. Su texto, parcialmente conservado, denota gran antigüedad. Tito Livio creía que garantizaba la igualdad de todos los hombres ante la ley, interpretación poco realista. A pesar de su promulgación, siguieron prohibidos los matrimonios entre patricios y plebeyos. Si un patricio cometía un delito era defendido por otro patricio, mientras que en el caso de un plebeyo no importaba el estamento del defensor. El hecho de que la ley estuviese puesta por escrito eliminaba las anteriores arbitrariedades de las leyes consuetudinarias. Para cumplir la ley era preciso conocerla, de modo que su redacción facilitaba dicho conocimiento general. El concepto de “fas” o derecho de los dioses, ligado a lo sobrenatural, dio paso al de “ius” o derecho humano, el cual sometía a todos al cumplimiento de la ley. A pesar del avance legislativo que supuso para los plebeyos la existencia de la ley de las doce tablas, ésta mantuvo los privilegios de ciertos grupos sociales. A la vez facilitaba la emancipación de los hijos de los esclavos por delegaciones testamentarias. Definía el derecho de asociación, la formación de los “collegia”, los cuales no podían reunirse de noche. Se mantuvo la ley del Talión: Si alguien dañaba un miembro de otra persona y éste era irreparable, el infractor sufría el mismo daño.
La exigencia plebeya de poder acceder al consulado fue inicialmente rechazada por los patricios. Las tensiones sociales provocaron que durante un largo período en lugar de dos cónsules se eligieran como jefes del estado romano a los llamados “tribunos militares con poderes consulares”, en número de entre cuatro y seis, durando su mandato un año. A este puesto sí que podían optar los plebeyos, dada la indiscutible preparación que muchos tenían en el seno de la jerarquía militar. Desde el 426 y hasta las leyes licinias del 367 a.C., abundó la elección anual de tribunos militares, si bien otros años se recurrió a los dos cónsules clásicos. Al principio se apreció la participación plebeya en la nueva magistratura, pero pronto los patricios volvieron a actuar monopolizadoramente. Desgajaron de la alta magistratura determinadas funciones, que fueron depositadas en magistraturas menores. Entre las funciones desgajadas estuvo la del censo, que pasó a ser encargada a los censores. La censura no conoció magistrados plebeyos hasta mediados del siglo IV a.C. El cargo pasó de los dieciocho meses de duración a los cinco años. Los censores realizaban la ceremonia purificadora del “lustrum” cada cinco años, momento en que se sacrificaban animales totémicos. El censor elaboraba un registro de los ciudadanos y de sus propiedades. Hacía una lista de los senadores y de los équites. Definía la composición de las tribus y de las centurias. Se ocupaba también de velar por la moral pública. Se trataba de un cargo prestigioso en la carrera política de todo romano. En cuanto a los cuestores, ejercían funciones principalmente financieras. La cuestura era uno de los primeros peldaños del “cursus honorum”. Daba un gran conocimiento sobre los mecanismos que hacían funcionar al estado. Este cargo fue uno de los más abiertos a los plebeyos. Ni la censura ni la cuestura implicaban “imperium”. A fines del siglo V a.C. se fue rebajando la inestabilidad social, al ver los plebeyos cumplidas algunas de sus demandas. Ello permitió al estado ejercer una política exterior más agresiva.HACIA LA PREEMINENCIA EN EL LACIO
Tras el período monárquico, la presencia etrusca en el Lacio fue neutralizada. A pesar de ello Roma mantuvo un aspecto etrusco en muchas de sus manifestaciones culturales. En esta época, llena de leyendas de imprecisos fundamentos, quizás se produjo una guerra entre Roma y los demás latinos, la cual desembocaría en una alianza. El primer tratado romano-cartaginés, fechado hacia el 508 a.C., refleja el carácter de las relaciones entre Roma y los latinos. Roma intentaba presentarse como un poder hegemónico en el Lacio, lo que originó la violenta reacción de algunas ciudades latinas. Éstas crearon una confederación en la que no estaba presente Roma. Con el tratado firmado con los cartagineses, Roma buscaba tranquilidad para proseguir su expansionismo itálico, todavía de corto radio. Antes que los cartagineses, los griegos, asentados en el Sur de la península itálica, serán rivales de los romanos. La primitiva Liga Latina recurrió a elementos religiosos para subrayar la amistad que unía a las ciudades que la integraban. Éstas rendían culto a Diana cerca de Aricia. Mantenían una actitud común ante los peligros exteriores. Según la tradición, en la batalla del lago Regilo, quizás cerca de Tusculum, hacia el 496 a.C., se enfrentaron los romanos contra los aliados latinos. En un momento apurado de la batalla, intervinieron los gemelos míticos, Cástor y Pólux, en favor de los romanos, que lograron vencer. La eliminación de los componentes fantaseados de la batalla no parece cuestionar el hecho de que ésta realmente aconteció. Tito Livio indica que se desarrolló conforme a las técnicas de combate de tipo hoplítico. Todavía la caballería no era un medio decisivo en los enfrentamientos armados.
La hipotética victoria romana condujo a la firma de un tratado con los latinos. El representante romano, Espurio Casio, dio nombre a este tratado, conocido como “casiano”. Roma no reclamó la hegemonía lacial. Se estableció una igualdad entre el poder romano y el latino. Parece que ambos bandos estaban igualmente amenazados por otros pueblos, quizás volscos y auruncos. Estos pueblos ya habían atacado algunas ciudades latinas, como Cora y Pometia. El tratado “casiano” aludía a una paz perpetua entre Roma y los latinos. Ambos poderes se prestarían ayuda mutua en la guerra, participando por igual del botín. El mando militar sería ejercido en años alternativos tanto por Roma como por la Liga Latina. Todo parece indicar que la supuesta victoria romana no había sido demasiado contundente. Se estipuló el establecimiento de una comunidad de derechos privados entre los ciudadanos romanos y los ciudadanos de cualquier otra ciudad latina. La fecha del tratado, discutible, es según la tradición el 493 a.C. No sería adecuado el pretender rebajarla en exceso, ya que entraríamos entonces en un período de incremento del poder romano, con una consecuente generosidad menor en los pactos.EL APORTE POBLACIONAL SABINO
Según la historiografía romana clásica, en el 486 a.C., Roma suscribió una alianza con los hérnicos, pueblo emplazado en el valle del Trero, que controlaba la importante ciudad de Anagnia, centro religioso vertebrador de sus tribus. En la firma de esta alianza pudo influir el deseo hérnico de encontrar apoyos frente a las presiones de los volscos y los ecuos. Era frecuente el que algunos pueblos, al desplazarse, provocasen la migración de otros pueblos hacia nuevas regiones. En este contexto debemos inscribir las migraciones sabelias. A comienzos del siglo V a.C., advertimos la presencia de tribus sabelias a las puertas del Lacio, procedentes de los Apeninos centrales. Los sabelios a su vez estaban siendo desplazados por celtas llegados de regiones septentrionales. Las condiciones socioeconómicas de los sabelios eran casi siempre precarias. Por ello encontraban tan atractivas las fértiles tierras de los valles que iban encontrando a su paso. Las migraciones sabelias, desarrolladas a lo largo del siglo V a.C., afectaron principalmente a la Italia central, generando inestabilidad. Roma y sus aliados latinos lucharon para conservar sus territorios frente a las oleadas invasoras. Entre los rivales a los que Roma tuvo que hacer frente se encontraban: Al Norte, los etruscos; al Noreste, la tribu sabelia de los sabinos; al Este, los ecuos; y al Sur, los volscos. Según Tito Livio, un ejército sabino dirigido por Apio Herdonio llegó a conquistar el Capitolio. Todo apunta a que los sabinos se infiltraron gradualmente en los ámbitos de acción romanos. Componentes sabinos pudieron participar de la configuración poblacional de Roma, hecho reflejado en el episodio mítico del rapto de las sabinas. La incorporación probada de familias sabinas a la ciudadanía romana avala esta llegada progresiva. Un caso significativo es el de Clausus, individuo que dio origen a la gens Claudia. A mediados del siglo V a.C., el territorio tradicionalmente vinculado a los sabinos era ya romano, de modo que desde entonces las relaciones entre ambos pueblos, cada vez más fundidos en uno solo, fueron amistosas.LAS LUCHAS CONTRA VOLSCOS Y ECUOS
Los volscos constituían un pueblo inscrito en el grupo osco-sabelio. Ancestralmente ocuparon el alto valle del Liris. Se vieron presionados por otros pueblos de la Italia Central. Se desplazaron hacia el valle del Trero. Ocuparon Pometia, Ardea y Veritrae. Algunas de las ciudades del valle del Trero presentan un origen oscuro, habiendo podido ser fundadas tanto por los latinos como por los volscos. Se piensa que en esta zona pudo haber diversas colonias latinas como avanzadillas para frenar la expansión volsca. El que se aluda a posteriores conquistas romanas indica que quizás algunas de estas ciudades habían sido previamente conquistadas por los volscos en una serie de luchas fronterizas. La presencia volsca en algunas ciudades del valle del Trero es indudable. Los conflictos romano-volscos son narrados por la tradición con detalles difícilmente comprobables. Entre los héroes romanos estaría Coriolano, que inspiró a Shakespeare el argumento de una tragedia. La amenaza volsca sobre Roma llegó a ser seria. Los volscos buscaron el apoyo de los ecuos para enfrentarse a los latinos.EL CONFLICTO VEYETANO
Roma afrontó varias guerras contra la ciudad etrusca de Veyes, situada tan sólo a unos veinte kilómetros de distancia, sobre una colina, estratégica y bien defendida. Los resultados de las excavaciones realizadas en las necrópolis de Veyes prueban la prosperidad económica de la ciudad. Veyes dominaba un amplio territorio agrícola, así como el camino del valle del Crémera, con la destacada ciudad de Fidenae. Otro camino dirigido hacia la costa y que pasaba cerca de Caere escapa a su control por la acción común de ceretanos y romanos. Roma suponía para Veyes un obstáculo en su expansión. El conflicto entre Roma y Veyes se vio originado por diversas causas, como las ansias expansionistas de ambas urbes. Veyes quiso controlar un área situada al otro lado del Tíber, hasta cerca de la colina del Janículo. Anhelaba además las salinas de la desembocadura del Tíber. Según la tradición, hubo tres guerras entre Veyes y Roma. La primera iría del 483 al 474 a.C., la segunda del 428 al 425 a.C., y la tercera del 406 al 396 a.C. Más probable es la existencia de tres etapas críticas de un mismo conflicto armado. Es además clara la parcialidad de la versión romana de la guerra. El primer enfrentamiento bélico, de existencia dudosa, se debería a un ataque veyetano respondido por una victoriosa incursión romana. Ésta no evitó que los veyetanos tomasen el Janículo. La reacción romana estuvo marcada por las ideas de la gens Fabia. Los Fabios propusieron que el ejército romano estableciese un campamento en el valle del Crémera para cortar las comunicaciones entre Veyes y Fidenae. La propuesta se realizó finalmente, pero el campamento fue destruido por los veyetanos. Sólo se salvó un Fabio, que llevó a Roma la terrible noticia. Es poco probable que los veyetanos se asentasen en el Janículo, pero sí que pudieron llegar hasta él en el curso de las operaciones militares. La desastrosa aventura del Crémera, puesta en duda por algunos historiadores, presenta tintes de verosimilitud por el hecho de que se implicase tanto en ella una gens concreta. Y es que los intereses e iniciativas familiares primaban por entonces sobre la dirección política estatalizada. El ejército romano de aquella época debía de componerse de ejércitos privados. Los Fabios sucumbirían acompañados de sus clientes. Fidenae sufrió el dominio alternativo de romanos y veyetanos, sirviendo como frontera oscilante. La primera guerra es posible que no terminase con una paz formal, sino que simplemente Roma se centró en acciones militares desplegadas en otros frentes mientras los etruscos se iban debilitando.
En la segunda guerra, Roma se planteó el control definitivo de Fidenae. Los datos disponibles son confusos. Al parecer, Fidenae se rebeló contra Roma con el apoyo veyetano. Roma buscó con una legación la paz, pero sus embajadores fueron asesinados. Nuevamente Fidenae pasó de unas manos a otras. El conflicto progresivamente perdió intensidad para dar paso al retorno del equilibrio. En cuanto a la tercera guerra, se desconoce qué bando inició las hostilidades. Los éxitos militares cosechados por Roma en el frente oriental y en el frente meridional probablemente impulsaron a la ciudad latina a lanzarse contra la odiada Veyes. Dado el mal rumbo que enseguida tomó para Veyes el conflicto, la ciudad pidió ayuda al consejo federal etrusco. Éste envió un destacamento armado que pronto se retiró al cerciorarse de la superioridad militar romana. Los veyetanos recibieron el apoyo de dos ciudades latinas muy etrusquizadas, Capena y Faleria. Según la tradición, Roma asedió Veyes durante diez años. Para resolver el conflicto se recurrió a un dictador, Camilo, el cual consultó al oráculo de Delfos acerca de cómo actuar. El oráculo respondió que Veyes no caería hasta que el lago Alba se secase. Los romanos intentaron drenar el lago. A la vez construyeron un túnel que pasaba por debajo de Veyes. Los excavadores escucharon que en un templo de Veyes se estaba realizando un sacrificio, y que Venus daría la victoria a quien realizase el mismo. Los romanos asaltaron el templo y ofrecieron el sacrificio. Veyes cayó, proporcionando a los romanos un gran botín. Camilo fue acusado de quedarse con más de lo debido, por lo que tuvo que exiliarse. Roma envió al santuario de Delfos como agradecimiento por la victoria un vaso de oro.
Este relato clásico incluye elementos claramente legendarios, si bien parece probable el asedio. La duración del mismo sería más breve, no tan larga como la del asedio troyano que los historiadores romanos pretendían evocar. El ejército romano no podía plantearse un asedio tan prolongado, supraestacional. Se piensa que quizás por entonces fue introducido el estipendio, la motivadora paga al soldado. El supuesto tunel quizás se corresponde en realidad con los propios túneles de que disponía la ciudad de Veyes para canalizar tanto el agua potable como las aguas fecales. La ofrenda realizada en Delfos parece verídica por la especificación de que el vaso dorado se incluyó en el tesoro massaliota. Y es que las relaciones entre Roma y la colonia griega de Marsella eran muy amistosas. La anexión de todo el territorio veyetano convirtió a Roma en la ciudad más grande del Lacio. El final de la guerra de Veyes permitía a Roma pensar en su futura expansión por Etruria.EL LIDERAZGO ROMANO EN LA CONFEDERACIÓN LATINA
LA INVASIÓN GALA
Diversas motivaciones estuvieron en la base del ataque galo a Roma. Un elemento desencadenador habría sido el apoyo que los romanos prestaron a Clusium. Quizás si no hubiesen interferido en el asedio celta a la ciudad etrusca no se habrían visto luego atacados. La invasión gala coincide con el período de influencia en el centro de Italia del tirano de Siracusa, Dionisio “el Viejo”. Grandes rivales de Dionisio fueron los púnicos y los etruscos. Es difícil de probar si Dionisio buscó una alianza con los galos para debilitar tanto a los etruscos como a los romanos. Roma agradeció la ayuda prestada por Caere concediendo a sus habitantes el rango de “ciudadanos sin derecho a voto”. Aunque los galos saquearon Roma, no la destruyeron totalmente. La invasión gala repercutió en las relaciones que Roma mantenía con las demás ciudades latinas. Y es que latinos y hérnicos aprovecharon las circunstancias para rebelarse contra Roma. Praeneste y Tibur recuperaron su autonomía. Tras desembarazarse de los galos, Roma fue restableciendo su autoridad en un proceso transmitido confusamente por la tradición. Continuas acciones militares permitirían el lento avance del poder romano. Signos evidentes de la recuperación romana los encontramos en la nueva conquista de Praeneste a mediados del siglo IV a.C.LA ASUNCIÓN DE LA POLÍTICA MEDITERRÁNEA ETRUSCA
LA DEBILIDAD DE LAS COLONIAS GRIEGAS SURITÁLICAS
LAS GUERRAS SAMNITAS
A mediados del siglo IV a.C., se formó una alianza entre Roma, la Liga Latina y la liga dirigida por Capua. Esta alianza definió los principios de colaboración y estableció los intereses respectivos en lo relativo al valle medio del Liris. El tratado romano-cartaginés del 348 a.C. situaba a Roma a la cabeza de las ciudades laciales que se extendían hasta Tarracina. Algunas de estas ciudades no aceptaban gustosas el dominio romano, por lo que sufrieron represiones militares, como es el caso de Satricum. En las relaciones de Roma con la Campania influyó una circunstancia clave. En la pequeña y estratégica localidad de Teano, habitada por los sedicinos, se produjo un ataque samnita. Los sedicinos pidieron la ayuda de Capua, que a su vez pidió la colaboración romana. Roma se resistía a prestar su apoyo porque al parecer tenía buenas relaciones con los samnitas. Para conseguir la ayuda romana, los campanos recurrieron a la “deditio”, un acto de sumisión, tanto de sus personas como de sus bienes, lo que hizo que Roma se decidiese a actuar contra los samnitas.
La primera guerra samnita se desarrolló entre el 343 y el 341 a.C. Su verosimilitud histórica no es alta por la confusa descripción que las fuentes hacen de las operaciones militares. La guerra estalló en un momento poco propicio, cercano a una revuelta latina. Se trata de una guerra que parece corresponderse más bien con intereses romanos posteriores sobre la Campania. Tras algunas escaramuzas, los romanos optaron por el entendimiento con los samnitas, situándose al margen del asunto de los sedicinos. Parece que en Roma triunfó la opinión de que era mejor mantener la amistad con los samnitas, a pesar de que ello pudiese perjudicar los intereses comerciales de la Liga Latina en la Campania.
La segunda guerra samnita se inició por un ataque romano que pretendía crear un corredor hacia Apulia. En el sucederse de las campañas militares, los romanos se enfrentaron a los vestinios y pactaron con los pelignios. Se recurrió por tanto a la guerra o a los acuerdos según las circunstancias. Al principio no hubo grandes batallas, sino más bien escaramuzas y actividad de guerrillas. El conflicto tenía un desarrollo lento, conforme a la técnica del desgaste. Ello provocaba cansancio en la población romana, por las bajas militares y los costes económicos. Por la presión de la opinión pública, los romanos decidieron atacar el corazón del Samnio en el 321 a.C. Los dos ejércitos consulares se dirigieron hacia allí, cayendo en la emboscada de las Horcas Caudinas. Se trataba de un abrupto desfiladero, en el que los soldados romanos quedaron atrapados. Los cónsules se rindieron para evitar el exterminio de sus tropas. Se comprometieron a retirar todas sus guarniciones del territorio considerado por los samnitas como propio. Aseguraron que no reanudarían la guerra, y entregaron como garantía a seiscientos équites en condición de rehenes. Los samnitas establecieron un ritual para la rendición romana, consistente en que cada soldado pasase inclinándose por debajo de una lanza colocada horizontalmente, sostenida por otras dos verticales. El episodio es también conocido como el paso bajo el yugo. Diversos ejemplos históricos indican que este tipo de ceremonias de humillación hacia los derrotados es peligroso a medio plazo, pues hacen que el odio y el deseo de venganza de estos últimos sea mayor que si hubiesen recibido un trato digno. Las fuentes romanas no pudieron minimizar este duro golpe. El senado intentó repudiar sin éxito el tratado firmado con los samnitas, atribuyendo la rendición a un acto exclusivo de los cónsules. La derrota sufrida frente a los samnitas provocó algunos levantamientos en territorios disconformes con el dominio romano. Pero la recomposición de la autoridad romana fue rápida.
En el 316 a.C. los romanos reanudaron la guerra, logrando establecerse en Satricum. Los samnitas firmaron una alianza con la ciudad de Lucera. Obtuvieron la victoria en el primer gran enfrentamiento, la batalla de Lautulae, pero en las hostilidades posteriores se impuso la superioridad demográfica y militar de Roma. El ejército romano consiguió tomar la capital enemiga, Boviano, mermando así considerablemente la capacidad de lucha de los samnitas. A la vez se reabrió el frente militar umbro-etrusco. Los Fabios eran los mayores partidarios de la expansión romana hacia el Norte. Proponían remontar el curso del Tíber para llegar hasta la Etruria Central. A pesar de su actividad bélica en el contexto etrusco, Roma contaba con el apoyo de varias ciudades etruscas. En general, las aristocracias etruscas solían mantener una actitud benevolente hacia Roma por si podían valerse del apoyo de ésta para controlar mejor sus tensiones sociales internas. Querían conservar sus privilegios sociales con la ayuda romana, pero sin que ello significase la sumisión política. Los aristócratas etruscos supusieron un destacado factor de romanización en el ámbito tirrénico. Empezaron a hablar latín en detrimento de su lengua, no indoeuropea, que pocos siglos después terminaría extinguiéndose. Las señas de identidad de la cultura etrusca, fuertemente helenizada, fueron desdibujándose de manera progresiva. Roma venció a las ciudades etruscas aliadas de los samnitas en la batalla del Lago Vadimón, hacia el 310 a.C. La guerra terminó en el 304 a.C. con la renuncia de los samnitas a todo atisbo de expansión territorial, pasando Roma a controlar gran parte de la Campania.LA ADAPTABILIDAD ROMANA EN LA COHESIÓN TERRITORIAL
LA LUCHA POLÍTICA PLEBEYA
La plebe romana mantuvo una serie de reivindicaciones a lo largo del siglo IV a.C. Los graves conflictos sociales provocaron en ocasiones la paralización del funcionamiento del estado. Gayo Licinio y Lucio Sextio encabezaron la lucha política plebeya, procurando que los patricios no volvieran a monopolizar los puestos de responsabilidad. En el 367 a.C. aparecieron las leyes licinias y sextias, que fijaron límites para la usura. Establecieron que las posesiones personales en el “ager publicus” no podían superar las quinientas yugadas (unas 125 hectáreas). Y restauraron la doble magistratura consular a cambio de que uno de los dos cónsules fuera plebeyo. Ésta es al menos la información que nos transmite la historiografía tradicional romana, sospechosa en algunos aspectos, como la larga duración del período en que la plebe obstruyó los mecanismos institucionales. La legislación sobre la limitación de la usura es muy verosímil, ya que los elevados intereses de los préstamos ponían en situaciones muy apuradas a los deudores. La regulación agraria parece más problemática, pues nos lleva más bien a los Gracos posteriores. La reglamentación del consulado podría ser cierta, si bien la obligatoriedad de que uno de los dos cónsules fuera plebeyo parece que en realidad surgió en el 342 a.C. con la ley Genucia. Antes de ésta quizás se realizaron concesiones coyunturales al respecto. Las leyes licinias y sextias fueron muy alabadas por la tradición analística romana. Su importancia radicó en la mejora de las opciones políticas de algunos grupos de plebeyos, socialmente bien considerados por su bonanza económica. Pero no mejoró casi nada las condiciones de vida de la mayor parte de los plebeyos, inmersos en circunstancias muy complicadas. Las magistraturas que más se resistieron a la participación de los plebeyos fueron las religiosas, signo de que las élites patricias quisieron utilizar la religión para preservar un orden social que les era muy ventajoso.
Apio Claudio, gran jurista y literato, se destacó militarmente en las guerras samnitas. Ocupó la censura en el 312 a.C. Inició una serie de reformas y ordenó construir diversas infraestructuras, como un acueducto y la vía Apia, que conducía a la Campania. Dio permiso a los ciudadanos para inscribirse en la tribu que desearan sin importar su domicilio y sus propiedades. Ello permitió a los “humiles” inscribirse en cualquiera de las 31 tribus, bien rústicas o bien urbanas, pasando así a estar en condiciones de dominar la “comitia tributa”. Quizás Apio Claudio pretendía que sus seguidores controlasen, infiltrados en todas las tribus, la “comitia tributa”. La oposición patricia redujo en el 304 a.C. la posibilidad de los “humiles” de elegir tribu a las cuatro tribus urbanas. Los “humiles” eran probablemente libertos y gentes sin apenas bienes raíces, que se irían estableciendo en las tierras de las tribus rústicas tras ser marginados en las tribus urbanas. Cneo Flavio, escriba del censor Apio Claudio y posterior edil, publicó un manual jurídico llamado “Legis actiones”, que contenía las formas de procedimiento jurídico necesarias para evitar que los magistrados bloqueasen los juicios aludiendo a problemas técnicos. El derecho civil flaviano, primer núcleo del derecho civil romano, pretendía proporcionar a los sectores sociales menos favorecidos la manera de defender sus derechos frente a las arbitrariedades de los jueces, si bien en la práctica no eran muchos los procesos que los plebeyos se animaban a iniciar.EL INTERÉS ROMANO POR LA MAGNA GRECIA
EL ENFRENTAMIENTO CON PIRRO
En el 282 a.C. la colonia greco-itálica de Turios pidió ayuda a Roma para enfrentarse a los lucanos. Guarniciones romanas quedaron establecidas en Turios y en otras ciudades griegas, como Locris y Crotona. Tarento se irritó. Una flota romana se dirigió hacia el golfo de Tarento. Viendo violado el tratado del 302 a.C., los tarentinos hundieron varios barcos romanos y rechazaron el posible diálogo con Roma. Tarento, cuya fuerza militar estaba principalmente compuesta por mercenarios, solicitó el apoyo del rey del Epiro, el inquieto Pirro. Éste, como si de un “condottiero” se tratase, aceptó la solicitud y se desplazó a la Magna Grecia, en la que veía tal vez una plataforma desde la que alcanzar Sicilia. Y es que Pirro era el yerno del difunto tirano siracusano Agatocles, del que se consideraba heredero. Buscaba en definitiva la edificación bélica de un imperio personal. Su relación con los tarentinos pronto se prestó a confusiones que decepcionaron a ambas partes.
En el 280 a.C. Pirro desembarcó en Tarento. Presentó a los romanos una propuesta de negociación. En la mentalidad helenística la retórica diplomática era primordial. Los soberanos helenísticos, así como las autoridades romanas, pretendían mostrar la guerra como algo que no había podido ser evitado. Los romanos rechazaron las condiciones de Pirro. Roma había firmado poco antes un nuevo tratado con los cartagineses que hacía absurdas las conversaciones con el epirota. Con este tratado Cartago supo evitar una conjuración de fuerzas en su contra. En el 279 a.C. se produjo la batalla de Heraclea. En ella Pirro utilizó elefantes, ante los cuales los romanos huyeron despavoridos. La victoria de Pirro, lograda al precio de muchas muertes en su ejército, supuso además el que la misma ciudad de Roma quedase coyunturalmente desprotegida. Pero el rey epirota no la atacó al comprobar la lealtad que dispensaban a Roma sus aliados itálicos. Similar comportamiento tendrá más adelante Aníbal. Pirro llevó la guerra a Apulia, y venció nuevamente a los romanos, esta vez en Asculum. Su victoria quedó ensombrecida otra vez por las numerosas bajas registradas en sus tropas. Dejando el conflicto romano-tarentino no resuelto, Pirro acudió a Sicilia al recibir una petición de ayuda para luchar contra los púnicos. En Sicilia había por entonces una gran inestabilidad. La muerte de Agatocles, tirano de Siracusa, había sumido en el caos a la isla, en la que malamente convivían griegos y cartagineses. Las ciudades griegas no sabían formar un frente común que se opusiese con garantías a las aspiraciones de Cartago. Pirro aceptó las proposiciones greco-sicilianas con oscuros afanes monárquicos. Extendió pronto su autoridad por la Sicilia griega, afrontando después el peligro púnico. Se apoderó de Érice y Panormo, pero no consiguió tomar Lilibeo. Los griegos le retiraron su apoyo al advertir que quería convertirse en rey despótico de la isla. Enfurecido por el fracaso, Pirro regresó a Italia, donde fue vencido por los romanos en la batalla de Benevento, librada en el 275 a.C. Dadas las dificultades para conseguir nuevos resortes militares, Pirro optó por regresar al Epiro.LA PRIMERA GUERRA PÚNICA
Cartago quiso consolidar sus posesiones en Sicilia. En la isla sólo podían oponerse a los púnicos la debilitada Siracusa y la excéntrica Mesina. Esta última ciudad, colonia euboica, controlaba la parte occidental del estrecho que separa Sicilia de la península itálica. En ella se habían instalado, traicionando luego a sus anfitriones griegos, unos mercenarios que se hacían llamar a sí mismos mamertinos, en honor al dios osco de la guerra, Mamers. Procedían de Campania y habían estado al servicio de Agatocles, desestabilizando desde la muerte de éste el ámbito siciliano. Regio, colonia euboica del otro lado del estrecho, tenía por orden romana una guarnición osca, la legión campana, que se amotinó, aliándose con los mamertinos. Roma reprimió el motín, pasando a controlar nuevamente la parte oriental del estrecho. Hierón II, tirano de Siracusa, hostigaba a los revoltosos mamertinos, que disfrutaban asolando el Noreste de la isla. Los mamertinos, dada su delicada situación, dudaban si pedir ayuda a los cartagineses o a los romanos. Entre los mercenarios había disparidad de opiniones al respecto. Mientras que una embajada mamertina llegó a Roma con peticiones de auxilio, otros mamertinos entregaron la acrópolis de Mesina a los cartagineses. El senado romano se mostró muy atraído por la posibilidad de intervenir en un nuevo conflicto. Apio Claudio y otros senadores consideraron que esta nueva guerra supondría prestigio, expansión, ascenso aristocrático y reimpulso comercial. De modo que Roma aceptó la propuesta de los viles mamertinos. Se iniciaba así en el 264 a.C. la primera guerra púnica.LA GUERRA LÍBICA
Cartago perdió todos sus enclaves en Sicilia y se comprometió a pagar una ingente indemnización de guerra. Devolvió los prisioneros romanos y garantizó que no declararía la guerra a ningún aliado de Roma. El resultado no era del todo satisfactorio para Roma, pues ésta se sentía aún amenazada por el profundo odio que había engendrado en los púnicos. Cartago se había visto muy perjudicada por la guerra, tanto política como económicamente. Afrontó una grave crisis interna entre el 241 y el 238 a.C. por la sublevación de sus mercenarios ante los impagos estatales. Las tropas mercenarias evacuadas de Sicilia fueron instaladas en la región de Sicca Veneria, donde manifestaron violentamente su descontento. Se les unió parte de la población indígena africana, estallando así la llamada guerra líbica. Podría decirse sintéticamente que el territorio de Cartago se organizaba en tres espacios concéntricos: el área propia de la urbe, el área de las demás colonias fenicias de la región y el área líbica, compuesta por pequeñas aldeas campesinas severamente explotadas por los cartagineses. Los libios, casi siervos, debían entregar a los púnicos la mitad de sus cosechas. Más allá del área líbica había poblaciones nómadas a las que los cartagineses recurrían para conseguir mercenarios. Al frente de los rebeldes se pusieron Matho, Spendios y Autarit. El primero lideraba a los libios, el segundo a los mercenarios campanos y el tercero a los mercenarios galos. Hannón no pudo resolver el conflicto, por lo que fue sustituido por Amílcar Barca. Los rebeldes consiguieron sitiar la misma Cartago. Hierón II envió desde Siracusa víveres para socorrer a los cartagineses. Roma no quería exterminar a Cartago hasta que le hubiese pagado la indemnización de guerra, así que se limitó a desalojar a los púnicos de sus posesiones en Córcega y Cerdeña. Amílcar logró derrotar en una emboscada a los mercenarios galos y campanos, mientras que para sojuzgar a los guerreros libios tuvo que recurrir al exterminio sistemático. Por parte de ambos bandos se dieron muestras de extrema crueldad, matándose con frecuencia a los prisioneros capturados. La falta de espíritu patriótico era lógica en los mercenarios, tanto por su propia naturaleza como por el pésimo trato recibido de los cartagineses. A los impagos había que sumar el que se les asignaban los puestos de mayor riesgo en el combate, incluso jugando con ellos en función de cuestiones tácticas. Su fidelidad etnocéntrica chocó con el servicio debido a los cartagineses, provocando inestabilidad y convirtiendo el conflicto en una guerra civil. El número de soldados ciudadanos de que disponía Cartago era muy reducido, lo cual fue a medio plazo una de las causas de su ruina. La guerra líbica sirvió como contexto histórico para una novela de Gustave Flaubert, “Salambó” (1862), hija ficticia de Amílcar.EL CONTROL DEL TIRRENO Y DEL ADRIÁTICO
Roma en el período de entreguerras se dedicó a expansionarse por el Norte de Italia e Iliria. Deseaba controlar tanto el Tirreno como el Adriático, para así prever mejor las posibles agresiones navales externas. Las islas de Córcega y Cerdeña pasaron a formar una misma provincia romana. Aportarían a Roma mayores recursos agrícolas y madereros. Sus poblaciones autóctonas dieron muestras de resistencia hacia los romanos. Sicilia quedó convertida en una jurisdicción permanente, en una nueva provincia romana. Por provincia se entendía inicialmente el mando militar ejercido por un magistrado. Luego el término pasó a designar el territorio extraitálico sobre el que se ejercía ese mando. La extensión del régimen republicano romano se realizaba a través de las victorias militares y del sometimiento de los vencidos, integrando sus territorios en el diseño imperial. Para Cartago, la pérdida de buena parte de sus enclaves insulares, algunos de los cuales tenían ya una tradición púnica de varios siglos, supuso un duro golpe. El dinamismo cartaginés y sus desarrollados mecanismos estatales exigían la exploración y conquista de nuevos territorios, en parte para poder pagar cuanto antes la indemnización de guerra impuesta por los romanos. Alejados del ámbito tirrénico, los cartagineses fijarán su interés en la península ibérica, con la que ya habían mantenido importantes contactos desde sus plataformas comerciales norteafricanas e ibicencas. La prolongada presencia fenicia en algunos puntos costeros de Iberia facilitaría el desembarco de los nuevos conquistadores.LA EXPANSIÓN ROMANA POR EL NORTE DE ITALIA
LAS GUERRAS ILÍRICAS
La ciudad de Isa había solicitado la ayuda militar romana. En sus posteriores aventuras bélicas en Grecia y Oriente, Roma se refugiará en la legitimidad de las peticiones de auxilio recibidas. Pretendía mostrarse como la salvadora de ciudades y grupos étnicos amenazados, poniendo luego territorios extensos bajo su protección. El término “protectorado” encerraba en realidad en muchos casos pretensiones de futura conquista. La muerte violenta de los embajadores enviados por Roma para negociar con Teuta provocó el que una potente expedición romana conquistase rápidamente varias ciudades, como Apolonia, Corfú, Durrës y Faros. El asedio de Isa fue levantado. Las tribus del interior de Iliria se rindieron sin presentar batalla. Se firmó un tratado de paz romano-ilirio en el 228 a.C. En virtud del mismo, los ilirios renunciaron a las acciones piráticas al Sur de Lissus, a una serie de ciudades y a los territorios de los partinos y atintanos. Roma estableció una relación de amistad y patrocinio con un número creciente de ciudades de la costa dálmata. Perduró la inestabilidad. Un dinasta local, Demetrio de Faros, se había beneficiado de la nueva situación política, convirtiéndose casi en dueño de Iliria tras la muerte de Teuta. Demetrio, mediante la destacada flota que hizo construir, exhibió un descarado expansionismo que alcanzó incluso el Peloponeso. Los recelos romanos originaron en el 220 a.C. la segunda guerra ilírica. Pronto Demetrio tuvo que huir a Macedonia, dejando el campo libre a la acción imperialista de Roma. En Macedonia se refugió en la corte de Filipo V, al que alentó a combatir contra los romanos.LA EXPANSIÓN CARTAGINESA EN IBERIA
El general cartaginés Amílcar Barca propuso volcar la acción política de su estado africano en la península ibérica, posible base imperial. Iberia ofrecía importantes recursos, entre los que destacaban los mineros, además de ser un buen lugar para la contratación de mercenarios. Algunos senadores cartagineses no aprobaban la intervención en Iberia, que en cambio sí que era respaldada por gran parte del pueblo. La actividad bárquida en la península ibérica tuvo un carácter bastante personalista. A pesar de ello los Barca no buscaban la creación de un imperio propio, sino que actuaron siempre en representación del estado cartaginés. Las colonias fenicias ya existentes en Iberia se convirtieron en valiosas aliadas para los púnicos. La influencia fenicio-púnica en el Sur ibérico había decaído en los últimos tiempos. Los turdetanos deseaban mantener su organización interna, sin las presiones ejercidas por los enclaves semitas. Las colonias griegas de Massalia, Emporion y Rhode habían incrementado su acción comercial, estableciendo pequeñas filiales en las costas mediterráneas galas e ibéricas, algunas de ellas de localización aún imprecisa. Roma quiso convertirse de manera interesada en garante de las actividades comerciales desplegadas en el Mediterráneo Occidental por los griegos. Mientras que Massalia y Emporion eran de adscripción focense, Rhode pudo ser focense o rodia. La teoría de la ascendencia rodia se apoya en algunas fuentes literarias antiguas, en el nombre de la colonia y en las monedas que acuñó, relacionadas con las de Rodas por la utilización del motivo de la rosa, acorde con el nombre actual de la población: Rosas.
Las actividades militares púnicas en Iberia despertaron los recelos romanos. Las colonias griegas del Mediterráneo Occidental se sintieron amenazadas por el belicismo cartaginés. Alertaron a Roma, con la que mantenían buenas relaciones, y que no dudó en asumir sus intereses comerciales. Roma envió una embajada a Iberia, la cual concluyó con los púnicos en el 226 a.C. un tratado. Según éste, el área de expansión cartaginesa quedaba limitada al Norte por el río Ebro, que marcaría a la vez el inicio del área de influencia griega. Este tratado no satisfizo a los focenses, que vieron peligrar sus factorías levantinas. Roma estaba por entonces centrada en las luchas contra los galos noritálicos, por lo que no pudo implicarse de momento más. Asdrúbal fue asesinado por un esclavo céltico en el 221 a.C. Fue designado como general por el ejército uno de los hijos de Amílcar, llamado Aníbal, criado en el odio hacia los romanos. Su elección fue un signo de continuidad del liderazgo bárquida en la conquista de Iberia. Aníbal dirigió brillantes campañas militares, recurriendo también en ocasiones a la diplomacia, como demuestra su casamiento con la hija de un régulo de Cástulo, llamada Himilce. La misión de Aníbal era consolidar el recién creado imperio occidental de Cartago. Pero esta ambiciosa política estaba llamada a chocar con los intereses romanos. Aníbal sometió en una rápida expedición a los olcades. Penetró en tierras de los vacceos, ocupando por la fuerza los enclaves de Helmantiké (Salamanca) y Arbucala (quizás Toro). Al regresar fue sorprendido por un ataque de los carpetanos en las cercanías del Tajo.
El territorio ibérico bullía en la inestabilidad desde la llegada de los cartagineses, que iban haciéndose con el servicio de cada vez más indígenas, reclutados como mercenarios. Para sentirse más seguro, Aníbal realizó un trasvase de tropas: trajo soldados africanos a Iberia y mandó contingentes ibéricos a África. Los primeros inviernos como jefe militar absoluto en Iberia los pasó Aníbal en Cartagena. Fueron intensamente explotadas por los púnicos las minas de los alrededores de Cartagena y de Cástulo. Se relanzaron también bajo el dominio cartaginés las actividades agrícolas y comerciales. Los conocimientos agrarios de los púnicos estaban muy desarrollados, hasta el punto de conseguir rendimientos agrícolas en tierras agrestes. A los agentes fenicio-púnicos se debe la extensión que experimentó el cultivo de la granada en la península ibérica, motivada en parte por motivos religiosos.LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA
A medida que se acercaba a Roma, Aníbal se daba cuenta de que su esperanza de separar a ésta de sus aliados era vana. Tuvo que desviarse hacia el Adriático para abastecerse. En su avance hacia el Sur, vio dificultada su acción por Fabio Máximo, gran estratega que eludía los sonoros enfrentamientos directos, optando en cambio por el desgaste progresivo del enemigo mediante la política de la tierra quemada. Fabio Máximo confiaba en que el hambre y el cansancio fueran haciendo mella en el ejército cartaginés. Pero gran parte de la sociedad romana deseaba una victoria rápida y contundente, por lo que el mando de las tropas fue entregado a los dos cónsules recién nombrados, Terencio Varrón y Emilio Paulo. La batalla tuvo lugar en Cannas en agosto del 216 a.C., correspondiendo la victoria nuevamente a los púnicos. Aníbal había dispuesto a los galos en el centro de sus filas, sabiendo que cederían. Así lo hicieron, penetrando por la brecha el ejército romano. Inmediatamente las alas del ejército cartaginés se cerraron sobre él, masacrándolo. Maharbal, prefecto de la caballería púnica, animó a Aníbal a dirigirse hacia Roma para conquistarla. Pero el general consideró que había que sopesar mejor las futuras decisiones militares, rehusando acometer tal plan. Al parecer, no estaba obsesionado con la destrucción de la ciudad de Roma, sino que quería más bien terminar con su fuerza. Incluso si hubiera tomado la gran urbe por entonces, es probable que la guerra hubiese continuado, si bien Tito Livio opina que la prudencia de Aníbal evitó en aquellas circunstancias la ruina de Roma y de su imperio. Algunas ciudades hasta entonces prorromanas se rebelaron. Aníbal consiguió la alianza del rey Filipo V de Macedonia, multiplicando así los frentes a los que tenía que acudir el ejército romano. Los púnicos optaron por dirigirse hacia Capua, iniciándose así un largo período sin grandes batallas, en el que se fueron debilitando por la inacción. Roma recurrió por tanto en el frente itálico a la táctica paciente promovida por Fabio Máximo.
Según el acuerdo suscrito por Aníbal y Filipo V, los cartagineses ayudarían a los macedonios a expulsar de Iliria a los romanos a cambio del apoyo macedónico en territorio itálico. Aníbal obtuvo también el apoyo del tirano siracusano Jerónimo, que pronto sucumbió ante las fuerzas romanas. En el asedio romano a Siracusa murió el sabio Arquímedes, que había participado en el conflicto mediante el diseño de ingenios bélicos. En el año 214 a.C., los romanos detuvieron el avance macedónico por Iliria. En el 212 a.C., Roma suscribió un acuerdo con la Liga Etolia, Esparta, Mesenia, Pérgamo y otros estados griegos. Logró así poner de su parte a los enemigos de Macedonia. Filipo V se vio cercado en su propio territorio, por lo que no pudo acudir en auxilio de Aníbal. Roma fue adquiriendo ventaja en la guerra contra los cartagineses. Recuperó Tarento y otros enclaves que habían aprovechado la expedición púnica para rebelarse. En el 205 a.C., los romanos firmaron con los macedonios la paz de Fénice. Diversos estados helenísticos fueron considerados desde entonces por Roma como “foedere adscripti”.
Los púnicos replantearon su acción. Decidieron que Asdrúbal iría con su ejército a Italia para apoyar a Aníbal. Magón iría a las Baleares para reclutar honderos. Y Giscón se retiraría con Masinisa al fondo de la Lusitania para reorganizar el ejército y defender, sin entrar en combate abierto, las últimas posesiones cartaginesas en la península ibérica. Asdrúbal rebasó los Pirineos por su parte Occidental e invernó en la Galia. Pasó los Alpes en la primavera de 207 a.C., pero fue detenido en el río Metauro, donde resultó derrotado y muerto. Su cabeza fue enviada a Aníbal para intentar que el desánimo prendiese en éste. Cada vez era más difícil que Aníbal pudiese recibir refuerzos. Sobre sus posiciones en la península itálica se cernía el cerco romano. Antes de su expedición baleárica, Magón intentó hacerse con el servicio de mercenarios en la Celtiberia. Fue derrotado por las fuerzas dirigidas por Junio Silano. Los soldados púnicos supervivientes marcharon junto a Giscón, que defendía la zona de Gades. El hermano de Publio, llamado Lucio, sometió la ciudad de Orongis (tal vez Jaén). Las tropas de Publio y de Junio Silano se unieron en su avance por el Guadalquivir. El choque con los cartagineses de Giscón se produjo en el ámbito sevillano, en las proximidades de Alcalá del Río o de Carmona, saldándose con la victoria romana. Contribuyeron a ésta algunas tribus turdetanas aliadas con los romanos. Masinisa optó entonces por pasarse al bando romano. Las fuerzas restantes de Giscón y Magón huyeron al área gaditana.
El ejército romano fue asegurándose el control del valle del Guadalquivir, sofocando algunos núcleos rebeldes de actitud filopúnica, como Cástulo e Iliturgis. Una de las ciudades que opuso mayor resistencia a los romanos fue Astapa (Estepa), que cayó tras muestras de extremo sacrificio por parte de su población. Ello lleva a pensar que tanto Astapa como otras ciudades del Sur peninsular pudieron tener entre sus habitantes numerosos colonos púnicos. En el campamento romano de Sucro, emplazado en el curso final del río Júcar, se produjo una sublevación de soldados romanos, dolidos por no recibir la paga o el botín deseados. Magón, avanzando desde Gades, intentó sin éxito recobrar el control de Cartago Nova. Al regresar, los gaditanos no le permitieron entrar en la ciudad, pues habían decidido entregarse a Roma. Como castigo, mandó crucificar a algunos de sus magistrados, salidos de la urbe para darle explicaciones. Partió hacia las Baleares, reclutando en Menorca un buen número de honderos. Es probable que el puerto de Mahón deba su nombre al pequeño de los Barca. Desde las Baleares alcanzó Liguria. Logró tomar Génova e inestabilizó durante casi tres años el Noroeste de Italia. Murió al regresar en barco hacia Cartago para intentar auxiliar con su ejército a ésta. Aníbal sí que consiguió llegar para participar en la defensa de Cartago, pero no pudo evitar la victoria romana en Zama, en el 202 a.C. Triunfó por tanto la decisión de Publio de llevar la guerra a África. Desde entonces se le conocería como “el Africano”.
En el 201 a.C. terminó la segunda guerra púnica. Se impuso a Cartago el pago de una fortísima indemnización. El estado cartaginés vio muy limitado su territorio, resultando en cambio favorecido Masinisa, que pasó a ser rey de Numidia. Roma prohibió además a los cartagineses hacer la guerra en África sin su permiso, así como toda aventura expansionista por Europa. De su imponente flota, sólo se le permitió conservar diez trirremes. Las consecuencias de la guerra y del acuerdo de paz fueron terribles para Cartago, que dejó de ser una potencia mediterránea y una rival para Roma. A pesar de ello los romanos mantuvieron su animadversión hacia Cartago, proyectando su futura aniquilación. La mediana base poblacional con que contaba Cartago y su obligado internamiento político en el ámbito tunecino hacían prever que jamás volvería a ser lo que fue. Pasaba a convertirse en la gran derrotada de la historia, metáfora del ardor bélico cercenado por su endeble configuración sociopolítica. En cuanto a Aníbal, aquejado de glaucoma u otra enfermedad oftálmica en uno de sus ojos, encabezó el partido democrático en su ciudad, intentando reorganizar el estado. Las presiones de los oligarcas, los cuales no dudaron en informar a Roma sobre el activo comportamiento político de Aníbal, obligaron a éste a exiliarse en el 195 a.C. Colaboró con el rey seléucida Antíoco III en sus enfrentamientos contra los romanos. Fue después bien recibido en Armenia y en Bitinia, donde impulsó respectivamente la planificación urbanística de las nuevas ciudades de Artashat y Bursa, dando muestras de su mentalidad próxima al helenismo. Hacia el año 183 a.C., viéndose cada vez más acosado por las autoridades romanas, que reclamaban insistentemente su entrega, se envenenó.LA ESCASA MOVILIDAD SOCIAL
Institucionalmente el siglo III a.C. supuso la consolidación del régimen republicano. Se formó un grupo oligárquico con aspiraciones de casta que se convirtió en un factor de inestabilidad. La ley Hortensia del 287 a.C. apaciguó un tanto las relaciones entre patricios y plebeyos, si bien pervivieron ciertos conflictos. La inserción de la “nobilitas” patricio-plebeya aportó aire fresco a la alta sociedad romana. Esta nobleza se formó por la unión de grandes familias patricias y algunas familias plebeyas de relieve. Era un grupo social que no estaba legalmente regulado. Ello limitó su composición a muy pocas familias, las cuales monopolizaron las más altas magistraturas, hecho que se constata a través de las listas consulares. En el siglo III a.C. el consulado estuvo en manos de unas veinte familias. Disminuyó el número de “homines novis”, nombre que se daba a los que alcanzaban distinción social por sus propios méritos. La movilidad social era muy escasa. Había pocas perspectivas de ascenso social.EL PRIVILEGIADO ORDEN SENATORIAL
La “nobilitas” se inscribía dentro del orden senatorial. Éste se componía de los trescientos senadores, designados cada cinco años por los censores a través de la “lectio senatus”, que incluía no sólo a los que hubiesen desempeñado una magistratura curul, sino también a antiguos tribunos de la plebe, a personajes que hubieran realizado proezas militares y a otros ciudadanos ilustres. El orden senatorial sufrió importantes pérdidas humanas durante la segunda guerra púnica, reflejando por tanto las bajas que en su conjunto sufrió la sociedad romana por entonces. El senado era el instrumento de poder más fuerte del estado romano. A pesar de ser en teoría sólo un órgano deliberativo, se fue convirtiendo en un órgano de gobierno. Tenía poder en diversos asuntos, como los religiosos y los relacionados con la política exterior, pudiendo declarar la paz o la guerra. Definía las provincias y tenía competencias fiscales. Administraba los bienes del estado, imponía tributos, acuñaba moneda… El senadoconsulto, “senatusconsultum”, consistía en la opinión o parecer del senado acerca de cualquier asunto que tuviese que resolver un magistrado. En época republicana no tenía carácter vinculante, pero irá derivando en época imperial hacia medidas con fuerza de ley. La abreviatura monetal SC hacía referencia a este permiso o decreto senatorial. El senado era el poder máximo en lo relativo al derecho penal. Se le escapaban las competencias legislativas y electorales, aunque actuaba en estos asuntos indirectamente.EL “CURSUS HONORUM”
El estado romano se convirtió en una república aristocrática. Su principal objetivo era seguir siendo aristocrática y evitar la aparición de déspotas y tiranos. La mentalidad helenística en cambio admitía la figura del rey o la entrega del poder a individuos carismáticos. Las magistraturas romanas eran casi acaparadas por el orden senatorial, tanto por su capacidad económica como por su preparación intelectual y política. Los jóvenes patricios adquirían valiosos conocimientos que les servían para desarrollar su carrera política. Se llevó a cabo la regulación del “cursus honorum”. El personaje tenía que ocupar primero la cuestura, relativa a las finanzas. Luego accedía a la edilidad, relativa a la administración municipal. Más tarde llegaba a la pretura, relacionada con los asuntos jurídicos. Había un pretor urbano para los ciudadanos romanos y un pretor peregrino para los extranjeros. Finalmente se accedía al consulado. Los cónsules normalmente se consultaban entre sí, especialmente en las decisiones que afectaban de manera directa a la ciudad. La gran actividad militar hizo necesario el empleo de numerosos funcionarios, lo que derivó en la existencia de procónsules y propretores. Se intentó evitar que un solo individuo acumulase mucho poder con más de una magistratura o perpetuándose en la misma. Cada ciudadano no podía ejercer simultáneamente varias magistraturas. La misma magistratura no la podía ejercer dos veces a menos que hubiese pasado un período de al menos diez años. Existían unas edades mínimas para poder acceder a los distintos cargos. En época de los hermanos Graco (133-121 a.C.) estas edades fueron elevadas, a pesar de la baja esperanza de vida. No se perdió la idea de que era en el conjunto del pueblo romano en el que reposaba la soberanía del estado. El ejercicio popular del poder estaba muy mediatizado por los magistrados, pertenecientes a la “nobilitas”.EL RITUALISMO RELIGIOSO
LAS REDES CLIENTELARES
Los nobles tenían también controlado el “mos maiorum”, el derecho consuetudinario, basado en las costumbres. Disponían de una considerable capacidad socioeconómica, grandes propiedades agrícolas y redes clientelares. Estos clientes ya no tenían un origen gentilicio, sino que serían personas libres que habían deseado vincularse a los poderosos, o que habían llegado a esa situación por diversas circunstancias. Esa dependencia podía tener fundamentos étnicos, geográficos, laborales… Era una dependencia que excedía lo puramente personal, trascendiendo al ámbito político. Los clientes obtenían protección y sustento. Se presentaban periódicamente en casa del patrón para que éste les asignase las funciones a desempeñar.LOS NEGOCIOS
Algunos individuos romano-itálicos pasaron a dedicarse con exclusividad a los negocios. La conquista romana de Sicilia provocó el que una parte del territorio conquistado fuese arrendado. La recaudación, conforme al sistema del Egipto helenístico, fue encomendada por alquiler a determinadas personas. El comercio y la creación de las provincias multiplicaron los peajes aduaneros, también arrendados a individuos concretos. Estos controlaban además todo lo relativo a las empresas públicas. Surgió por tanto el notable grupo social de los publicanos, con conciencia de clase y opuesto a la aristocracia senatorial. Su poder fue incrementándose, debido en parte a los abusos cometidos. La ley Claudia del 218 a.C. prohibió a los senadores y a sus hijos tener una nave de capacidad de carga superior a las trescientas ánforas. Se pretendía así que no se involucrasen en el comercio marítimo, si bien con frecuencia burlaban esta medida mediante testaferros. La industria, muy artesanal, no avanzó demasiado. Estaba aún muy ligada a los gremios. Entres sus ramificaciones estaban la textil, la tintorería y los curtidos. La industria textil era principalmente doméstica, y estaba en manos femeninas.EL SISTEMA MONETARIO
LAS PROPIEDADES AGRÍCOLAS
LA INFLUENCIA GRIEGA EN LA RELIGIÓN
La influencia cultural griega en el mundo romano se hizo especialmente patente en la religión. Los romanos admitían la ampliación de su panteón a través de la naturalización de dioses foráneos. Un colegio sacerdotal se encargaba de naturalizar los cultos extranjeros. Este colegio podía proponer la inclusión de otros cultos. Llegaron a Roma numerosas prácticas religiosas griegas y próximo-orientales. Se introdujo el culto a Cibeles y Asclepios. Se difundieron divinidades que eran en realidad abstracciones, antes poco conocidas en Roma. Es el caso de la Victoria, la Fortuna, la Salud… Se afianzaron además los cultos romano-itálicos, como el dispensado a Velona, así como instituciones propias, como la “Fides”, diosa relacionada con la lealtad que cada ciudadano debía mantener hacia el estado. La relación entre hombres y dioses no se basaba en la fe, sino más bien en la corrección ritual.LA INFLUENCIA GRIEGA EN LA LITERATURA
Un género literario tradicional de Roma había sido la poesía gnómica, simplemente la tendencia a incluir en pocos versos dichos sentenciosos. La rima actuaba como auxilio de la memoria. La literatura latina partió del modelo helenístico. El tarentino Livio Andrónico fundó en Roma una escuela de gramática latina, sentando así las bases para el posterior desarrollo literario de un idioma destinado a extenderse con rapidez por amplios territorios. Tradujo la Odisea al latín como texto escolar, no literalmente, sino incluyendo versos saturnios, de ritmo mal conocido. La elección de la Odisea, cuyos pasajes aún hoy en día se usan para el aprendizaje del latín, suponía el deseo de hacer más presente en la cultura romana el mito troyano, tratándolo desde una perspectiva muy crítica hacia los aqueos, y mucho más favorable a los teucros. Esta simpatía hacia la causa troyana desembocará ya en el siglo I a.C. en la redacción de la Eneida por parte de Virgilio, autor vinculado a la propaganda augustea. La epopeya pretende enlazar genéticamente a troyanos y romanos mediante la figura de Eneas, príncipe dárdano llegado al Lacio tras un buen número de peripecias, adquiriendo el poema por tanto muchos de los rasgos de los “nostoi”. Cneo Nevio y Fabio Píctor optaron por una literatura de corte patriótico. Cneo Nevio escribió “Bellum Punicum”, obra políticamente sesgada en la que alababa el destino histórico de Roma. Fabio Píctor es considerado el creador de la historiografía romana, si bien escribía en griego. Representaba el filohelenismo de algunos sectores aristocráticos romanos. Intentó justificar en sus obras las guerras emprendidas contra Cartago.LA RIVALIDAD ENTRE SELÉUCIDAS Y LÁGIDAS
El equilibrio de poderes existente en el ámbito helenístico empezó a resquebrajarse a fines del siglo III a.C. Había tensiones graves en el área sirio-palestina y en el mar Egeo. La monarquía seléucida atravesaba por una crisis debida a problemas dinásticos. Se vio favorecido el heredero legítimo Antíoco III, conocido más tarde como “el Grande”. En Asia Menor se estableció un poder autónomo ejercido por Aqueo, rival de Antíoco III. Éste vio además cómo en Irán se le rebelaban una serie de gobernadores. En el 221 a.C. se presentó una situación favorable para los intereses seléucidas, al heredar el trono egipcio el débil Ptolomeo IV. Poco después estalló la cuarta guerra de Siria (219-217 a.C.), que enfrentó a lágidas y seléucidas por la posesión de la Celesiria. Los seléucidas lograron apoderarse de parte de la Celesiria y del puerto de Seleucia de Pieria (la actual ciudad turca de Samandağ). Pero fueron derrotados en la batalla de Rafia por el visir greco-egipcio Sosibio. La paz subsiguiente supuso que toda la Celesiria, salvo el puerto de Seleucia de Pieria, quedase en poder de Ptolomeo IV. Antíoco III se centró entonces en los problemas surgidos en los territorios orientales de su imperio, emprendiendo una ambiciosa expedición para retomar el control de Irán.LA PRIMERA GUERRA MACEDÓNICA
En el ámbito egeo eran claras las ambiciones hegemónicas del reino de Macedonia. Entre el 221 y el 179 a.C. reinó en Macedonia el antigónida Filipo V, que deseó siempre actuar como árbitro en los conflictos que se originasen entre las diferentes ciudades de la Grecia continental. Los etolios se sentían perjudicados por el expansionismo peloponésico de la Liga Aquea. Decidieron atacar a los aqueos, que recurrieron a la mediación macedónica. Filipo V obligó a la Liga Panhelénica a votar a favor de la guerra contra los etolios. Este conflicto en realidad no le interesaba demasiado a Filipo V, más preocupado por el protectorado ilirio establecido por los romanos. El conflicto con los etolios se resolvió en la paz de Naupacto. Filipo V quiso aprovechar el estallido de la segunda guerra púnica y su curso inicial desfavorable para los romanos para hacerse con el control de Iliria. En el 216 a.C. se dirigió contra Apolonia, pero una escuadra romana le persuadió para huir. Al año siguiente pactó con Aníbal. Según el tratado, sólo conocido fragmentariamente, en caso de victoria aliada se procedería a un hipotético reparto del mundo, conforme a las tradicionales áreas de influencia de Macedonia y Cartago.
Las relaciones entre Roma y sus “foedere adscripti” griegos eran bastante ambiguas. Según las circunstancias y sus intereses, Roma intervenía o no en favor de sus amigos. Filipo V había volcado su política en el mar Egeo. En este ámbito los macedonios chocaron con Pérgamo y con los seléucidas. Filipo V inquietó con sus actividades militares a la comercial isla de Rodas, que defendía la libertad de circulación por los estrechos. El estado egipcio experimentó una nueva crisis, a pesar de la victoria obtenida sobre Antíoco III. Y es que en Egipto se combinaban los problemas dinásticos, las tendencias secesionistas y las corrupciones de los altos funcionarios. En el 204 a.C. se convirtió en nuevo faraón Ptolomeo V, siendo aún sólo un niño. Antíoco III intentó aprovecharse de esta situación. Llegó a un pacto secreto con los macedonios para el futuro reparto de las posesiones territoriales que los lágidas tenían en Celesiria y Asia Menor. Si bien el pacto no planteaba la eliminación del estado egipcio. Se desencadenó así la quinta guerra de Siria (202-195 a.C.).LA SEGUNDA GUERRA MACEDÓNICA
La segunda guerra macedónica fue bien narrada, aunque a posteriori, por Polibio, historiador nacido en Megalópolis justo el año en que se inició el conflicto. Filipo V, tras conquistar Abydos, regresó a Macedonia para prepararse ante los previsibles ataques romanos. Antíoco III permaneció neutral. Filipo V se vio diplomáticamente aislado, pues ni siquiera obtuvo la alianza de la Liga Aquea. Roma, además de contar con el apoyo militar de Pérgamo y Rodas, atrajo a su bando a diversas tribus bárbaras situadas al norte de las fronteras de Macedonia. Filipo V logró inicialmente detener a las fuerzas enemigas en Tesalia. Los romanos encargaron la dirección de la guerra al cónsul Flaminino, declarado filoheleno. Éste aseguraba que quería expulsar a Filipo V de Grecia para proclamar la libertad de los griegos. La guerra se prolongó, acentuando el aislamiento y el desgaste de los macedonios. Los aqueos empezaron a apoyar también a los romanos. En el 197 a.C. se produjo en Tesalia la batalla de Cinoscéfalos, en la que fue derrotado Filipo V. El rey macedónico también sucumbió en Asia Menor ante el ejército del rey Átalo I de Pérgamo. Todos entonces se cernieron sobre Macedonia, que tuvo que firmar en el 196 a.C. la paz de Tempe. Filipo V se vio obligado a evacuar sus posesiones en Asia y Europa. Restituyó los barcos y los hombres apresados. Financió la reconstrucción de los monumentos destruidos en Pérgamo. Redujo su potencial militar. Roma por su parte estableció en los Balcanes una política de “amicitia”. En el 196 a.C. se celebraron unos juegos ístmicos en los que Flaminino leyó la solemne declaración de liberación de los estados griegos. Guarniciones romanas fueron establecidas en ciudades griegas estratégicas para frenar así las ambiciones de etolios y aqueos, los cuales se habían visto muy favorecidos por el resultado de la guerra.
Los aqueos se vieron ayudados por Roma en su conflicto con los espartanos. En Esparta reinaba Nabis, que deseaba realizar unas reformas sociales profundas y renovar el funcionamiento político y militar de su polis. Nabis conquistó Argos. Los aqueos protestaron y consiguieron la colaboración romana. Flaminino declaró la guerra a Esparta, que intentó evitar el choque con los romanos. Estos sin embargo deseaban realizar una ejemplar distinción entre sus aliados y no aliados, contribuyendo así a dividir a los griegos en dos bandos. Nabis fue pronto derrotado. Roma le permitió continuar con el título de rey de Esparta y respetó el dominio espartano de Laconia. Y es que los romanos no deseaban la exclusividad del poder aqueo en el Peloponeso. En el 194 a.C. las tropas romanas evacuaron el territorio griego. Se llevaron de Grecia multitud de obras de arte, expoliándola en gran escala con la excusa de querer aprender a emular sus admirables creaciones. Flaminino, aunque admiraba la cultura griega, desconfiaba de los griegos, a los que consideraba instintivamente rebeldes y fraticidas. Roma estableció en Grecia una especie de libertad vigilada, convirtiéndose en árbitro entre las distintas ciudades griegas. Fue reconstituida la Liga Panhelénica, con sede en Corinto.LA GUERRA CONTRA ANTÍOCO III
Antíoco III se había mantenido neutral durante la guerra entre los romanos y los macedonios. Tras conquistar Celesiria, llevó sus ambiciones hacia las costas minorasiáticas. Se vio estimulado por la derrota macedónica. Se encontró con la oposición de varias ciudades, entre las que destacaban Esmirna y Lámsaco. Estas ciudades buscaron la ayuda romana. Roma invitó a Antíoco III a renunciar a sus acciones militares en Asia Menor. Se dio paso a un período de paz tensa. El arbitraje helénico que Roma se había arrogado ponía en una difícil situación al rey seléucida. Según Polibio, la causa inmediata del estallido de la guerra estuvo en la actitud etolia. Y es que los etolios querían aprovechar el derrumbe macedónico en beneficio propio, perdiendo toda perspectiva realista con respecto a sus limitados resortes estatales. Deshaciéndose de la vigilancia romana, quisieron formar una coalición contra Roma y contra los aliados aqueos de ésta. Intentaron involucrar en el conflicto a Filipo V y a Antíoco III. Los aqueos declararon la guerra a Esparta. Entonces los etolios rompieron manifiestamente su amistad con Roma para obtener el apoyo de Antíoco III. Propusieron al soberano seléucida la idea de que todos los griegos le considerarían como un libertador de la molesta supervisión romana, lo cual no era cierto. Antíoco III se presentó en Grecia como defensor de las libertades de la pluralidad helénica, pero la acogida que recibió fue más fría de lo que esperaba. Filipo V, ya escaldado de sus luchas contra Roma, se mantuvo en esta ocasión neutral. Los beocios y otros pueblos griegos se unieron a la coalición antirromana.LA TERCERA GUERRA MACEDÓNICA
El belicismo en Grecia resurgió por el excesivo expansionismo de la Liga Aquea. Los aqueos habían conquistado Esparta y deseaban controlar todo el Peloponeso. Sus buenas relaciones con los romanos se debilitaron. En el seno de la Liga Aquea se exacerbaron los sentimientos patrióticos y se desarrolló un creciente antirromanismo. Ya desde el mismo momento en que se firmó la paz de Apamea la desconfianza griega hacia el intervencionismo romano era evidente. Este deseo de excluir a Roma de los asuntos helénicos fue en aumento en el conjunto de Grecia. Polibio, narrador estocolmizado por los romanos, señala que Filipo V estaba resentido porque Roma no le había agradecido su neutralidad durante la guerra contra los seléucidas. El rey macedónico se había dedicado a recomponer su administración territorial, especialmente en el área balcánica. La floreciente ciudad de Pérgamo acusó a los macedonios de no haber abandonado sus pretensiones expansionistas, predisponiendo así a Roma contra ellos. Uno de los hijos de Filipo V, Demetrio, era partidario de un mejor entendimiento con los romanos. Y es que Demetrio había estado mucho tiempo como rehén en Roma, donde había hecho amistades entre la nobleza. El primogénito de Filipo V, heredero del trono macedónico, era Perseo, que se mostraba mucho menos servil con respecto a la autoridad romana. El colaboracionismo con Roma llevó a Demetrio a ser ejecutado por traición en el 180 a.C. Un año después murió su padre, subiendo al trono Perseo.
El senado romano procedió a reglamentar la situación de la península balcánica. En Macedonia fue abolida la monarquía tradicional, de modo que el territorio macedónico fue dividido en cuatro repúblicas autónomas. Una nueva clase dirigente filorromana, organizada en consejos de formación censitaria, se situó al frente del gobierno de las regiones macedónicas, actuando como interesada intermediaria en el pago de tributos a Roma. Tanto en lo político como en lo económico Macedonia pasó a depender de los romanos. Con respecto a Iliria, Roma abolió la realeza y creó tres estados independientes. En el Epiro los romanos actuaron con crueldad, destruyendo numerosos “oppida” y vendiendo como esclavos a buena parte de sus habitantes, provocando así la despoblación del territorio. Roma desmembró algunas ligas griegas, como la etolia y la beocia. Aplicó medidas represivas en algunas ciudades a través de griegos imbuidos de la mentalidad de los nuevos dominadores. La política romana en el ámbito helénico no se rigió por un programa bien definido. La conflictividad perdurará en estas regiones hasta su anexión por Roma.EL PROGRESIVO CONTROL SOBRE LAS CIUDADES GRIEGAS
En Macedonia se produjo en el año 149 a.C. la revuelta de Andrisco, bandido que se hizo pasar por hijo de Perseo, reclamando así el trono macedónico. Fue acrecentando su poder ante la débil respuesta militar presentada por Roma, que al principio no le tomó nada en serio. El pretor Quinto Cecilio Metelo logró derrotar a Andrisco un año después en la segunda batalla de Pidna. Macedonia pasó a ser por entonces la primera provincia romana en territorio griego, y Quinto Cecilio Metelo fue nombrado su primer procónsul. La red viaria, bastante desarrollada en Grecia, sirvió como un excelente medio para la movilización de las tropas romanas. Estalló la guerra de Acaya, desencadenada tanto por la tensión política acumulada en el Peloponeso como por el sentimiento de rechazo que despertaban los romanos. Los espartanos deseaban abandonar la Liga Aquea, para lo cual pidieron la ayuda de Roma. Ésta dilató su respuesta. Las hostilidades entre aqueos y espartanos comenzaron, por lo que Roma se decidió a otorgar su apoyo a la ciudad lacedemonia. Los aqueos intentaron poner a toda Grecia en contra de Roma. El ejército romano sitió Corinto, capital de la Liga Aquea. Arrasó la ciudad ístmica en el 146 a.C., el mismo año en que Cartago fue destruida. Roma optaba claramente por atemorizar a sus enemigos con castigos ejemplares que evitasen nuevas revueltas. Revisó sus relaciones con los estados griegos en función de la actitud que hubiesen mantenido en la pasada guerra. Los estados que habían luchado en contra de Roma fueron convertidos en provincias, pasando a depender del procónsul de Macedonia. Los demás estados griegos, aunque teóricamente libres, eran vigilados estrechamente por las autoridades romanas. Los griegos recibieron bien algunas de las medidas adoptadas por Roma, pues ésta favoreció el surgimiento de constituciones políticas censitarias en las que medraron los aristócratas filorromanos.EL TESORO DE PÉRGAMO
Pérgamo se había beneficiado mucho de las victorias militares romanas. Se expandió por regiones de Asia Menor, chocando así con otros poderes, como el reino de Bitinia y el reino del Ponto. Pérgamo se mostró dispuesta a recurrir nuevamente al apoyo de Roma, si bien desde la tercera guerra macedónica las relaciones entre ambos estados eran más frías. Los romanos recelaban de Pérgamo, de modo que buscaban limitar su engrandecimiento territorial. La mejora de las relaciones diplomáticas entre Pérgamo y Roma culminó en el 133 a.C., año en que el rey Átalo III murió, legando en su testamento su estado al pueblo romano. El tribuno de la plebe Tiberio Sempronio Graco propuso que el tesoro de Pérgamo fuese distribuido entre todos los romanos. El senado rechazó dicha propuesta, y poco después Tiberio fue asesinado. Roma tuvo que acallar la revuelta suscitada entre las clases bajas de Pérgamo por Aristónico, hijo ilegítimo de un rey anterior, Eumenes II. Aristónico, cuyas doctrinas tenían mucho de mesiánico, habló en favor del igualitarismo social y quiso restaurar la independencia de Pérgamo. Recurrió a mercenarios, colonos militares y campesinos indígenas semilibres. Pero no consiguió el apoyo pleno de la ciudad ni de otras ciudades costeras menores. Tras algunas resistencias, Aristónico fue derrotado por los romanos en el 129 a.C. Roma creó la provincia proconsular de Asia, integrada inicialmente por Misia y Lidia. Las tierras más interiores que habían sido controladas por Pérgamo fueron entregadas al reino del Ponto y a Capadocia, cuyas dinastías eran por entonces amigas de Roma. Tanto la ciudad de Pérgamo como otras urbes minorasiáticas recibieron cierta autonomía interna. Roma todavía no tenía capacidad administrativa para hacerse cargo directo de enclaves tan lejanos. Rodas, que había coqueteado con Macedonia durante la tercera guerra macedónica, sufrió un duro golpe económico cuando Roma proclamó a Delos como puerto franco. Este hecho provocó el que Rodas dejase de actuar en el Mediterráneo Oriental como policía marítima, resurgiendo con fuerza el fenómeno de la piratería, practicada especialmente por cretenses y cilicios. Fueron incrementándose los lazos entre el mundo romano y el helenístico. Las familias oligárquicas romanas vieron cómo crecía su poder, gracias en parte al hábil manejo de sus contactos orientales.PADANIA, VÉNETO, NÓRICO Y LIGURIA
Roma ya había iniciado su presencia en el valle del Po incluso antes del estallido de la segunda guerra púnica. Buena parte de la población padana colaboró con los púnicos cuando éstos invadieron la península itálica. Resuelto el conflicto con Cartago, Roma restableció su poder en la llamada Galia Cisalpina, atractivo escenario para su expansión demográfica y económica. Esta región contaba con fértiles terrenos agrícolas que favorecerían las fundaciones coloniales. Es el caso de las ciudades de Bolonia, Cremona y Piacenza. Hacia el 187 a.C. se crearon la vía Emilia y la vía Flaminia. La primera unía Rímini y Piacenza, mientras que la segunda comunicaba Arezzo y Bolonia. Ínsubres, cenomanos y boyos padecieron el imperialismo romano. Se quiso impulsar la integración de las poblaciones conquistadas mediante la institución de mercados y lugares de reunión, embriones de posteriores ciudades. Tras consolidar las posiciones boyas, los ejércitos romanos marcharon hacia regiones más septentrionales y orientales. Los vénetos mantenían desde hacía mucho buenas relaciones con los romanos en contra de los galos. En el Noreste de Italia, cerca de la costa adriática, Roma fundó la estratégica colonia de Aquileia, insertándola como extremo en su red de calzadas. Las tropas romanas se dirigieron luego hacia los Alpes orientales, conocidos como el Nórico, donde sus habitantes entraron en relaciones tenues de dependencia con respecto a Roma. Luego le tocó el turno a Liguria, estrecha franja costera en el Noroeste de Italia, cuyo control era importante para garantizar las comunicaciones terrestres y marítimas con algunos territorios galos y con la península ibérica. Los ligures practicaban la piratería en el golfo de León, obstruyendo la fluidez comercial que deseaba implantar Roma. Como medida de castigo, se produjo la deportación masiva de ligures hacia el Samnio. A mediados del siglo II a.C., Liguria ya estaba bajo la autoridad romana. Su principal ciudad, Génova, quedó comunicada con Aquileia en el 148 a.C. mediante la vía Postumia.LA AMISTAD DE MARSELLA
Los romanos hicieron acto de presencia en la Galia transalpina. Allí, en las bocas del Ródano, estaba la colonia focense de Massalia (Marsella), que mantenía unas relaciones cordiales con Roma. Las poblaciones indígenas de las regiones interiores cercanas a Massalia estaban muy celtizadas. Solían obstaculizar la actividad exploratoria romana, pues consideraban que ésta era aviso de sus afanes de conquista. Roma estableció en la Galia meridional diversas colonias, como Narbona, y construyó la vía Domitia, que discurría próxima a la actual costa azul francesa. En principio no creó en la región un aparato administrativo directo. La escasa capacidad militar y operativa de Massalia, insuficiente para estabilizar la zona, hizo que Roma se plantease la futura conquista del territorio.LA TERCERA GUERRA PÚNICA
A lo largo del siglo II a.C., Cartago había pasado a ser un estado de segundo orden, si bien mantenía cierta pujanza comercial. La pérdida de su importancia política trajo consigo el progresivo debilitamiento de sus estructuras internas. El encorsetamiento impuesto por Roma hizo que Cartago experimentase dificultades incluso en la misma África, dado el agresivo auge del reino de Numidia, encabezado por Masinisa. Éste, traicionando la declinante causa púnica, logró constituir un fuerte estado, protegido por Roma. Numidia atravesó entonces por momentos de esplendor político y progreso cultural. Desarrolló importantes extensiones cerealistas e inició beneficiosos proyectos comerciales. Nada de ello contentaba a Masinisa, que quería llegar a engullir el territorio cartaginés. Hostigó incesantemente las fronteras de Cartago y presentó a los romanos críticas hacia los púnicos para provocar su intervención militar. La propia defensa de Cartago estaba condicionada a un permiso especial otorgado por Roma. La actitud romana era ambigua en cuanto al equilibrio de las relaciones púnico-númidas. En Roma era creciente la política anticartaginesa, tanto por las informaciones proporcionadas por Masinisa como por sospechas totalmente infundadas. Catón “el Viejo”, apodado “el Censor”, solía repetir al final de sus discursos que Cartago debía ser destruida.
Tras la tercera guerra macedónica, Roma decidió tensar el ámbito africano. Dio el visto bueno a la apropiación que los númidas hacían de tierras hasta entonces incluidas en los dominios del estado cartaginés. Envió en el 157 a.C. una embajada a Cartago compuesta por varios legados, entre los que se encontraba Catón “el Viejo”. Éste, admirado por los claros signos de la recuperación económica cartaginesa, volvió a Roma reafirmándose en su propósito de animar a sus conciudadanos a arrasar la urbe de la odiada rival. Los púnicos desplegaron acciones militares contra Masinisa, dando así a Roma la excusa que necesitaba para intervenir. Ésta ofreció a Cartago un ultimátum que incluía la refundación de la ciudad al menos quince kilómetros al interior. Desoída la peregrina sugerencia, estalló en el 149 a.C., año de la muerte de Catón, la tercera guerra púnica. La dura resistencia militar presentada por los cartagineses no evitó el triunfo romano, logrado por Escipión Emiliano, que quedó al frente de la futura provincia africana. La caballería númida volvió a ser durante el conflicto un excelente complemento para el ejército romano. Cartago fue destruida en el 146 a.C. Su población quedó esclavizada y sus tierras fueron sembradas de sal. La muerte de Masinisa, acaecida al principio de la guerra, ahorró a los romanos una posible recompensa. El reino de Numidia fue repartido entre sus tres hijos, lo que neutralizó su poder. A partir de los antiguos territorios cartagineses, considerados ya como “ager publicus”, se definió la provincia africana, en la que algunas ciudades fenicio-púnicas gozaron de cierta autonomía. Las tierras de cultivo fueron compradas por ciudadanos romanos, que terminaron convirtiéndose en latifundistas. El comercio en la región decayó considerablemente. A pesar de que sus territorios fueron declarados malditos, la ciudad de Cartago sería reconstruida en tiempos de Augusto. Roma era cada vez con más claridad la gran potencia mediterránea, sólo molestada por pequeños poderes todavía independientes.LA CONQUISTA ROMANA DE HISPANIA
Escipión Emiliano, el destructor de Cartago, nombrado nuevamente cónsul fuera del procedimiento normal, recibió el mando de la Hispania Citerior en el 134 a.C. Introdujo una férrea disciplina en el desmotivado ejército destinado a tomar Numancia. Sitió la ciudad arévaca mediante siete campamentos bien comunicados entre sí, los cuales cortaban toda posibilidad de contacto de la ciudad con el exterior. El hambre y las epidemias se extendieron entre los valientes numantinos. Algunos se rindieron, pero la mayoría optó por darse muerte. La ciudad cayó en poder romano en el 133 a.C. Fue totalmente destruida para evitar que adquiriese entre los indígenas un valor simbólico relacionado con la resistencia hacia Roma. Los pocos supervivientes del asedio fueron vendidos como esclavos. Cincuenta de ellos participaron en el triunfo ofrecido a Escipión Emiliano. La toma de Numancia puso fin temporal a las guerras celtibéricas, sucediéndose dos décadas de calma durante las cuales avanzó en Hispania el proceso romanizador.EL FILOHELENISMO ESCIPIÓNICO FRENTE AL TRADICIONALISMO DE CATÓN
Se fue infiltrando en la sociedad romana un creciente helenismo. A la vez que Roma unificaba bajo su poder gran parte de las costas mediterráneas, extendía por ellas la cultura helenística. Se podía hablar con propiedad de la existencia de una civilización clásica grecorromana. La cultura griega impulsó las realizaciones culturales de Roma. Algunos aspectos de la “paideia”, del sistema educativo griego, fueron aplicados en el ámbito romano. Pero en Roma la educación era distinta a la característica del mundo griego. Mientras que en Grecia la educación era una responsabilidad del estado, en Roma se consideraba un asunto privado, una responsabilidad familiar, de modo que eran los padres los más implicados en la formación de sus hijos, en la que se incluían la disciplina militar y el respeto por las leyes. Algunos padres utilizaban sabios esclavos griegos para educar a sus hijos, lo que favorecía el que el pensamiento griego impregnase el carácter de las aristocracias romanas. Así por ejemplo, la distinción que en Grecia se hacía entre griegos y bárbaros fue transformada en el mundo romano en una elitista diferenciación entre ciudadanos romanos y pueblos potencialmente sometibles. La formación de los jóvenes aristócratas era bilingüe. Aparecieron en las ciudades itálicas círculos intelectuales en los que se hablaba sobre los elementos culturales griegos, como es el caso del círculo filoheleno de los Escipiones.
Catón, ya lograda la seguridad de las fronteras romanas, propuso el abandono de las guerras de conquista en favor de una política defensiva. Abogó por rechazar muchos elementos de la cultura griega, que rompía la igualdad oligárquica y favorecía la aparición de caudillos con poderes extraordinarios. El ideario de Catón presentaba algunas contradicciones, pues por ejemplo no desdeñaba ciertos adelantos helenísticos aplicables al mundo laboral. En este sentido, aceptaba la instalación de explotaciones agrarias con trabajo racionalizado y mano de obra esclava, abandonando la simplicidad de las costumbres agrarias romanas, según las cuales el trabajo en el campo curtía y fortalecía la personalidad del individuo. Las recomendaciones antihelenistas de Catón fracasaron a pesar de contar con algunos apoyos sociales. No todos los filósofos griegos fueron bien acogidos en el seno de la civilización romana. Así, fueron expulsados de Roma algunos pensadores acusados de propagar doctrinas hedonistas o epicureístas. Lo griego era por tanto rechazado sólo cuando podía subvertir el orden público o la moral. Las clases populares accedieron a la cultura helénica en mucha menor medida que los sectores aristocráticos. Los soldados se familiarizaron con lo griego en las campañas militares orientales. Muchos esclavos orientales, helénicos o helenizados, llegaron al ámbito itálico cargados con su cultura, convirtiéndose en un importante factor de difusión de la misma. Los grupos sociales humildes imitaban el comportamiento de las clases superiores, impregnándose superficial y miméticamente del helenismo. Tendían a aceptar primero los aspectos más visuales, espectaculares o enigmáticos de lo helénico, como las creencias religiosas y los cultos mistéricos.ENNIO, PLAUTO, TERENCIO Y LUCILIO
Uno de los más importantes literatos latinos en el tránsito del siglo III al II a.C. fue Ennio, cliente del círculo escipiónico. Era de Apulia, por lo que conocía bien la cultura helénica. Su obra principal es “Anales”, en la que adopta el hexámetro helenístico para crear una épica patriótica. Exalta el gran destino histórico de Roma, su dominio de las tierras mediterráneas. En la visión histórica de Ennio, el momento culminante es la guerra de Roma contra Pirro, que supuso la derrota griega y el anuncio de una nueva civilización. Ennio resaltó el valor de ciertos individuos concretos en el proceso de engrandecimiento de Roma, como Escipión “el Africano”. Introdujo de la literatura helénica los epigramas y las sátiras. El comediógrafo Plauto, nacido en la Romaña, gozó de gran popularidad. Sus obras se acercan a las preocupaciones de las clases bajas. Se inspira en la comedia nueva ateniense, pero mezcla los típicos párrafos dialogados con otros cantados y bailados. Presenta un amplio panorama sobre la actualidad de la sociedad romana, criticando diversos aspectos relacionados con la familia, la gloria militar, el amor espiritual… En sus obras Plauto hace que los siervos y los esclavos parezcan más inteligentes que los señores y los amos. Ridiculiza el esnobismo filoheleno de la aristocracia romana. Usa un lenguaje coloquial, huyendo del refinamiento expresivo. No presenta ninguna alternativa sociopolítica, sino que simplemente pretende hacer reír con sus chanzas. Fue tal su éxito que tuvo muchos imitadores, los cuales pretendieron hacer pasar algunas de sus obras como auténticas obras escritas por Plauto. Terencio, de origen norteafricano, escribió seis comedias con un lenguaje ágil y directo, mostrando en ellas los ideales de un sector de la aristocracia romana. Nació como esclavo, pero fue manumitido como reconocimiento de su arte literario. Se consideró a sí mismo sucesor del comediógrafo griego Menandro. Participó en las reuniones filohelenas promovidas por el círculo de los Escipiones. Intentó conciliar la exaltación del individualismo con la vida útil para la comunidad, proclamando la unidad esencial de todos los seres humanos. El poeta satírico Lucilio, nacido en Campania, desarrolló a partir de la poesía alejandrina la nueva sátira romana. Con ella defendió la libertad de espíritu de la aristocracia, pero también atacó las conductas desenfrenadas de algunos aristócratas. En sus obras se puede rastrear la influencia del estoicismo, modelo contrapuesto a los vicios nobiliares de los que se burla. En otras de sus sátiras se aprecian elementos autobiográficos o se incluyen polémicas políticas.LA INFLUENCIA DE LAS CORRIENTES FILOSÓFICAS GRIEGAS
LA DIVINIZACIÓN DE ROMA
En el ámbito helenístico, un sector importante de la población renegó de las creencias religiosas habituales. Este escepticismo creció ante la caída de Grecia en manos de poderes foráneos, al no haber podido sus dioses protegerla. La aristocracia romana, envuelta en cambio en una dinámica ascendente de poder, mostró gran cuidado en el mantenimiento de los cultos tradicionales. Incluso se enriquecieron las formalidades del culto, como las referidas a la labor de los arúspices. La religiosidad helenística divinizaba abstracciones y rendía culto a los soberanos. Estas prácticas fueron bien recibidas en Roma, pues ayudaban a justificar el imperialismo y a admitir la preeminencia de determinados individuos. Para los romanos era esencial que en las ciudades griegas se concediese a Roma una proyección divina. En ciudades griegas de Asia Menor, como Esmirna, se edificaron templos y se elevaron estatuas de la divinizada Roma. Ciertas personalidades políticas se presentaron como protegidas por las divinidades, las cuales las predeterminaban hacia la gloria. Las masas populares, enfrentadas a las angustias de la vida cotidiana, encontraron sustento espiritual en las religiones mistéricas orientales, como el culto a Isis. Los cultos mistéricos ofrecían a los fieles e iniciados contrapartidas concretas, como la solidaridad del grupo, y prometían a la vez el paso a una vida futura más feliz. Eran cultos de salvación que vaticinaban la liberación de las miserias terrenas, pero sin incitar apenas a la búsqueda activa de cambios vitales presentes.LAS REFORMAS DE LOS GRACO
Los hermanos Graco, llamados Tiberio y Cayo, encabezaron un movimiento reformador favorable a los sectores sociales más empobrecidos. En el 133 a.C. Tiberio Sempronio Graco fue elegido tribuno de la plebe. Trató de convertir a los proletarios en campesinos, asignándoles tierras comunales del “ager publicus”. Propuso limitar la extensión máxima de los latifundios en el “ager publicus” a mil yugadas, unas 250 hectáreas. Quiso distribuir entre los nuevos colonos como capital de explotación el tesoro real de Pérgamo. Su colega Octavio vetó su proyecto de ley, pero ello hizo que éste fuese destituido por los comicios tributos. Tiberio fue asesinado en el senado al intentar hacerse reelegir como tribuno, acto contrario a lo establecido. También resultaron muertos en la jornada de represión varios cientos de sus seguidores. En el 123 a.C. Cayo Sempronio Graco reemprendió con éxito los planes políticos de su hermano al ser elegido también tribuno de la plebe. Insistió en la reforma agraria. Estableció un precio bajo y estable para el cereal que el estado suministraba a la población romana. Atribuyó determinadas funciones judiciales a los miembros de la clase de los caballeros, a quienes deseaba ganar para su programa de cambios socioeconómicos. Impidió que fuesen reclutados para el ejército los menores de 17 años. Ordenó reparar las calzadas itálicas, generando así empleo y actividad económica. Fracasó su proposición de conceder plenos derechos civiles a los latinos y la ciudadanía a todos los aliados, “socii”. Los senadores se mostraron contrarios a dicha propuesta, generando así la ira de las capas populares inferiores. Como medida de protesta, los partidarios de Cayo ocuparon el Aventino. El senado declaró el estado de sitio. Tras un combate adverso, Cayo se hizo matar en un bosque cercano por uno de sus esclavos, Filócrates. Unos tres mil de sus partidarios fueron ejecutados, confiscándose sus bienes. Leyes posteriores dieron al traste con la mayoría de los avances políticos reformistas impulsados por los Graco. Este anquilosamiento estaría en la base de la degradación progresiva del régimen republicano, que vio aparecer cada vez mayor número de aspirantes a un dilatado gobierno de índole personal. El senado intentó justificar el violento fin de ambos hermanos en el hecho de que habían querido ejercer su cargo durante un período mayor del estipulado para evitar que un giro conservador frenase sus proyectos reformistas.LA GUERRA DE YUGURTA
Del 111 al 105 a.C. se desarrolló la llamada guerra de Yugurta. A la muerte de Micipsa, hijo de Masinisa, en el 118 a.C., surgieron luchas sucesorias en el reino de Numidia. Una comisión senatorial romana dividió Numidia en dos distritos: el más oriental quedaría bajo la soberanía de Adérbal, hijo de Micipsa, mientras que el más occidental quedaría bajo la soberanía de Yugurta, sobrino de Micipsa. Yugurta gozaba de gran popularidad, lo que alentaba sus desmedidas ambiciones. Había participado del lado romano en el asedio de Numancia. En el 113 a.C. decidió invadir Cirta, la capital del territorio de su primo Adérbal, el cual resultó muerto. Varios comerciantes itálicos murieron también en el transcurso del conflicto. Movidas por intereses comerciales, las esferas oligárquicas de Roma lograron que se declarase la guerra a Yugurta en el 111 a.C. Éste se valió de sobornos para intentar conseguir una paz favorable que al menos no cuestionase su soberanía sobre Numidia. Quinto Cecilio Metelo, apodado luego “el Numídico”, dirigió las operaciones contra Yugurta durante los primeros años de la guerra, pero el éxito militar definitivo en este frente africano correspondió a Cayo Mario. El rey de Mauritania, Boco I, suegro de Yugurta y aliado inicial de éste, cedió a las proposiciones de Sila, legado de Cayo Mario, traicionando y haciendo apresar a su yerno. Yugurta fue enviado a Roma y ejecutado en el 104 a.C. Como recompensa, Boco I recibió parte de Numidia y pasó a ser considerado amigo de Roma. Otra parte de Numidia se convirtió en provincia romana.LA GUERRA CONTRA CIMBRIOS Y TEUTONES
Entre el 113 y el 101 a.C. tuvo lugar la guerra contra los cimbrios y los teutones, pueblos procedentes de Jutlandia, cuya migración hacia áreas más meridionales de Europa provocó una gran inestabilidad y puso el territorio ya conquistado por Roma en grave peligro. En las batallas de Noreia y Arausio lograron derrotar al ejército romano. Se extendió el pánico ante la perspectiva de una posible nueva invasión céltica de la península itálica. Pero los bárbaros optaron por saquear la Galia y el Norte de Hispania. Entretanto Cayo Mario, el cual sería elegido cónsul un total de siete veces a lo largo de su vida, acometió una reforma drástica del ejército que pronto dio sus frutos. Logró vencer a los teutones en la batalla de Aquae Sextiae, y a los cimbrios en la batalla de Vercellae. Estos últimos resultaron casi por completo exterminados como pueblo, pues las mujeres de los guerreros cimbrios decidieron en su mayoría matar a sus hijos y suicidarse luego para evitar vivir en esclavitud.EL LEVANTAMIENTO DE LOS ITÁLICOS
En el año 100 a.C. fracasó un programa de colonización elaborado por el tribuno de la plebe Apuleyo Saturnino con el apoyo de Cayo Mario. El proyecto tenía la enconada oposición de los “optimates”. Estalló entonces una rebelión popular de protesta que fue reprimida por el senado y los équites. En el 91 a.C. el tribuno de la plebe Livio Druso exigió en proclamas populistas el cumplimiento de la reforma agraria de los Graco, la admisión de los équites a los cargos judiciales y la concesión de la ciudadanía a los aliados itálicos. Livio Druso murió asesinado en su casa, e inmediatamente se produjo el levantamiento de los itálicos, conocido como la guerra social. Los aliados, entre los que se encontraban picenos, lucanos, marsos, samnitas, apulios, etruscos y umbros, fundaron un nuevo estado, al que llamaron Italia, con capital en Corfinium. Eligieron un senado propio de 500 miembros y acuñaron monedas de plata. En ellas el anverso lo ocupaba una alegoría femenina de Italia, y el reverso un grupo de soldados que apuntaba con sus espadas a un cerdo sostenido por una alegoría de la Juventud. Tras las victorias iniciales de los aliados, el ejército romano logró sobreponerse, obteniendo un gran triunfo en la batalla de Asculum. Los últimos itálicos en rendirse fueron los samnitas, que aún conservaban fuertes peculiaridades étnicas. Contribuyó decisivamente al final del conflicto la promulgación de tres leyes: la ley Julia, que otorgaba la ciudadanía romana a las ciudades que se hubiesen mantenido leales; la ley Plautia-Papiria, que concedía la ciudadanía romana a cualquier itálico, incluso rebelde, que se inscribiese en los registros del pretorio en el plazo de dos meses; y la ley Pompeya, que daba el derecho latino a aquellas ciudades de la Galia Cisalpina que todavía no disponían de él.EL ENFRENTAMIENTO ENTRE MARIO Y SILA
Sila regresó a Roma en el 83 a.C. Exterminó a los seguidores de Mario y a sus aliados, los samnitas y los lucanos, a los que derrotó en la batalla de Porta Collina. Adoptó el sobrenombre de “Felix”, afortunado, y asumió poderes excepcionales. Pompeyo, partidario de Sila, conquistó las provincias rebeldes de Sicilia y África, por lo que recibió el calificativo honorífico de “Magno”, adquiriendo cada vez más relieve en el seno del bando senatorial. La dictadura de Sila se prolongó del 82 al 79 a.C. Una vez publicadas las listas de proscripción, fueron ejecutados unos 80 senadores y unos 1600 caballeros, incautándose sus bienes. No fueron respetadas ni las cenizas de Mario, que fueron exhumadas y arrojadas al Anio, afluente del Tíber. Las llamadas leyes cornelianas, impulsadas por Sila, supusieron una reestructuración de los mecanismos gubernativos estatales. Quedó así restaurada la autoridad del senado. Se inició una nueva monopolización de los tribunales por parte de los senadores y en detrimento de los caballeros. Fue elevado a 600 el número de los miembros del senado, en el que ingresaron por entonces todos los cuestores. Los cónsules y los pretores adquirieron el derecho a ser gobernadores provinciales al término de su mandato. Fue considerablemente debilitada la institución del tribunado como castigo por las insurrecciones populares. Los tribunos de la plebe vieron cerrado su acceso a los demás cargos públicos. Los proyectos de ley de la asamblea popular pasaron a requerir la autorización senatorial. En el 79 a.C., un año antes de morir, Sila renunció voluntariamente a la dictadura. Pasó por tanto a ser un simple “privatus”, exponiéndose a recibir en sus paseos por la ciudad las recriminaciones y los insultos de quienes le odiaban por la atroz represión que había desarrollado.CICERÓN Y LA CRISIS DE LA REPÚBLICA
EL AUGE DE POMPEYO
Desde el 76 al 71 a.C. Pompeyo luchó en Hispania contra los últimos partidarios de Cayo Mario, dirigidos por su sobrino Sertorio. Éste, militar de brillante carrera, buscó la formación de una coalición antisenatorial. Sertorio obtuvo algunas victorias gracias en gran medida al apoyo dispensado por muchos grupos étnicos hispanos, que veían en él la posibilidad de recibir un trato más igualitario y justo por parte de las instituciones gubernamentales romanas. Fue asesinado en Huesca, su principal núcleo de poder, en el transcurso de un banquete, víctima de una conjura urdida por su comandante Perpenna. Poco después los últimos sublevados fueron derrotados por Pompeyo, procediéndose a la reorganización de la península ibérica y a la pacificación del territorio mediante la sumisión de los indígenas. Del 74 al 65 a.C. se desarrolló la tercera guerra contra Mitrídates, el cual había logrado la alianza del reino de Armenia. Tras algunos éxitos iniciales, el ejército romano, en cuya composición había un alto porcentaje de veteranos, se amotinó por las duras condiciones a las que era sometido y por las abundantes bajas registradas, por lo que el senado exigió responsabilidades al general Lúculo. Éste, a pesar de su victoria en la nueva capital de Armenia, Tigranocerta, y de los igualados combates librados en la antigua capital, Artashat, fue destituido en el mando de las tropas de Oriente, sustituyéndole Pompeyo. No tardó mucho Pompeyo en solventar el conflicto, penetrando en el corazón de Armenia y obteniendo la rendición de su rey, Tigranes II. Armenia pasó a ser un estado vasallo, mientras que Mitrídates VI huyó al Cáucaso y finalmente se suicidó.EL PRIMER TRIUNVIRATO
LA CONQUISTA CESARIANA DE LAS GALIAS
Entre el 58 y el 51 a.C. se produjo la conquista cesariana de las Galias. El mismo César narró los acontecimientos que se iban sucediendo en sus “Comentarios a la guerra de las Galias”, obra en la que también aprovecha para exponer su programa político. César venció en Bibracte a los helvecios, tribu celta del área suiza. Derrotó a los suevos de Ariovisto en los Vosgos, obligando a éstos a regresar al otro lado del Rhin. Sometió a las tribus belgas, entre las que destacaba la de los nervios. Marchó sobre Bretaña, donde venció a los vénetos, pueblo con conocimientos de navegación, y que había construido una flota en el golfo de Morbihan. Persiguió a diversas tribus germanas para intentar estabilizar las nuevas fronteras, incluso cruzando el Rhin por dos veces en expediciones de castigo. Atravesó también dos veces el canal de la Mancha, desembarcando así en Britania, donde luchó contra Casivelauno, primer britano del que se tiene noticia histórica. Las costosas invasiones de Britania, con éxitos militares difíciles de amortizar en la práctica, generaron entre la clase senatorial romana fuertes críticas hacia César, que fue acusado de perseguir la gloria personal más que el interés del estado. En el 54 a.C., en la batalla de Atuatuca, los eburones, dirigidos por Ambiórix y Catuvolco, lograron exterminar quince cohortes romanas (una legión y media). Para que no cundiese el ejemplo de resistencia hacia Roma, el ejército romano se cebó en los años siguientes con los eburones, que fueron masacrados. César tuvo que aplastar el levantamiento de los galos, acaudillados por Vercingétorix, líder de los arvernos. Éste lideró una coalición de tribus opuestas a la presencia militar romana. Los rebeldes se refugiaron en la ciudad de Alesia, dispuestos a intentar frenar una vez más el expansionismo romano. César asedió la ciudad hasta conseguir su rendición, terminando así con la resistencia organizada de los galos. Vercingétorix se entregó a cambio de la vida de los defensores de la ciudad, muchos de los cuales fueron vendidos como esclavos. Fue custodiado como prisionero durante cinco años, para ser así expuesto en el triunfo celebrado por César en Roma en el 46 a.C., tras lo cual se le estranguló.LA LLEGADA DE CÉSAR AL PODER
En el 52 a.C. la anarquía se apoderó de la ciudad de Roma, donde la descontenta plebe provocaba frecuentes altercados. El senado eligió a Pompeyo, cada vez más próximo a las ideas de los “optimates”, cónsul “sine collega” para que restableciese el orden, evitando así darle el peligroso título de dictador. César, contrario a los honores que se le estaban dispensando a Pompeyo y más cercano a la causa popular, propuso licenciar simultáneamente a todos los ejércitos. El senado no le escuchó, sino que le conminó al licenciamiento de sus legiones y a la renuncia como gobernador de las Galias. En el 49 a.C., temiendo la reacción cesariana, el senado encargó a Pompeyo la defensa de la República. La guerra civil estalló finalmente. César, procedente de las Galias, cruzó el Rubicón con su curtido ejército, y conquistó rápidamente Roma y toda la península itálica. Pompeyo y algunos senadores huyeron a Grecia. César obtuvo en Hispania la victoria de Ilerda y en el Epiro la de Farsalia. Ante el curso negativo de la guerra, Pompeyo pidió asilo en Egipto, donde fue asesinado. Persiguiendo a Pompeyo, César llegó a Egipto. Al enterarse del modo en que había muerto Pompeyo, ordenó castigar a sus ejecutores. César intervino en la disputa dinástica que existía en Egipto, decantándose por Cleopatra, que finalmente pudo acceder al trono. En las subsiguientes luchas libradas en Alejandría se incendió la gran biblioteca, perdiéndose así para la humanidad gran parte del saber recopilado allí. La biblioteca sería restablecida, experimentando en el futuro nuevos incendios devastadores. En el 47 a.C., en la batalla de Zela, en la actual Turquía, César venció al rey del Ponto, Farnaces II, el cual había cometido con anterioridad algunos excesos contra militares y civiles romanos. Para describirle al senado romano desdeñosamente el fulminante éxito de esta empresa se dice que César recurrió a la expresión “Veni, vidi, vici” (Llegué, vi, vencí). El general obtuvo nuevas victorias en Tapso y en Munda sobre los pompeyanos, restableciendo así el orden respectivamente en África y en Hispania.LOS IDUS DE MARZO
EL SEGUNDO TRIUNVIRATO
Lépido tomó el control de las provincias occidentales, Octaviano permaneció en Italia con la misión de asentar a los soldados veteranos y proporcionarles tierras, y Marco Antonio se dirigió a las provincias orientales para pacificar una revuelta acaecida en Judea y para preparar una expedición contra los partos. De camino a Oriente, Marco Antonio se entrevistó en Egipto con Cleopatra. El general romano se convirtió en su amante. Entretanto la esposa de Marco Antonio, Fulvia, promovió en Italia un levantamiento militar, pronto aplastado por Octaviano. Como castigo, Fulvia fue recluida en Sición, en Grecia, donde enfermó y murió. Marco Antonio se casó entonces con la hermana de Octaviano, Octavia, modo de reforzar la unidad del Imperio. En el 40 a.C., en el tratado de Brindisi, se procedió a un nuevo reparto de territorios entre los triunviros. Lépido recibió África, Octaviano las provincias occidentales y Marco Antonio el Oriente. Roma y la península itálica pasaron al dominio común del triunvirato. En el 39 a.C., por la paz de Miseno, Sexto Pompeyo, hijo del Pompeyo enemigo de César, recibió el control de Córcega, Cerdeña, Sicilia y Acaya con el compromiso de abastecer de grano a Roma. En el 38 a.C. se renovó el triunvirato por un período de otros cinco años. El creciente poder de Sexto Pompeyo fue finalmente atajado mediante Agripa, comandante de Octaviano, que le derrotó en la batalla naval de Nauloco en el 36 a.C. Ese mismo año Lépido tuvo que renunciar ante Octaviano tanto al cargo de triunviro como a todos sus demás títulos, conservando tan sólo el de pontífice máximo.LA PRIMACÍA DE AUGUSTO
BIBLIOGRAFÍA:
-Le Glay, Marcel; “Grandeza y decadencia de la República Romana”; Ediciones Cátedra; Madrid; 1990.
-Roldán Hervás, José Manuel; “Historia de Roma I. La República Romana”; Ediciones Cátedra; Madrid; 1981.