El militar asturiano Rafael de Riego se sublevó el 1 de Enero de 1820 en la localidad sevillana de Cabezas de San Juan contra el absolutismo de Fernando VII, proclamando de inmediato la Constitución de Cádiz. Su ejército, que esperaba para ser enviado a luchar a las colonias americanas en unos barcos destartalados, se unió a la sublevación. Durante más de dos meses la columna de Riego, cada vez más mermada por las deserciones, vagó por el Sur peninsular, dispersándose finalmente. En estas penosas circunstancias Riego se vio sorprendido por noticias que anunciaban el inesperado triunfo de las ideas revolucionarias. Se iniciaba así el convulsivo “Trienio Liberal”, durante el cual Fernando VII se vio obligado a marchar por la senda constitucional. La experiencia revolucionaria española hizo prender movimientos insurreccionales en Nápoles y en Portugal, donde también el absolutismo sufrió un serio revés. En este período Riego, que había sido nombrado mariscal de campo, ocupó importantes puestos en la administración militar, como capitán general de Galicia y luego de Aragón. Su prestigio crecía entre el pueblo, que cantaba provocadoramente el himno escrito en su honor por Evaristo San Miguel. Esta popularidad, alimentada por sus gestos conciliadores, disgustaba a las autoridades civiles. El panorama político era tremendamente caótico en una España ideológicamente dividida. Las medidas políticas adoptadas por los liberales, dirigidas a eliminar los instrumentos de dominio social de los estamentos preeminentes, conmovieron los caducos cimientos del Estado. La tensa situación desembocó en una nueva invasión francesa, la de los llamados “Cien Mil Hijos de San Luis”, que por orden de las principales potencias europeas restablecieron el absolutismo en España. Riego fue capturado y el rey ordenó su ejecución.
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