El País Vasco experimentó desde fines del siglo XIX una fuerte industrialización. Como consecuencia de la misma, hay un buen número de ciudades vizcaínas y guipuzcoanas que presentan un aspecto urbanístico envejecido en medio del vergel de los montes circundantes. Estas ciudades conservan fábricas que ya no están en funcionamiento, mientras que otros talleres, a pesar de seguir funcionando con una maquinaria renovada, mantienen elementos constructivos y de organización del espacio que nos remiten a otra época. Por otro lado, la intensa actividad industrial que se dio en el País Vasco tuvo un reflejo claro en la vida económica de las gentes. En el contexto de las guerras mundiales, el País Vasco exportó armas y otros productos industriales hacia los países europeos, recibiendo otros productos, en ocasiones más exóticos, como contrapartida. El crecimiento acelerado de las ciudades industriales vascas generó una gran cantidad de basura que no pudo ser adecuadamente tratada, vertiéndose simplemente en los montes cercanos. Las características climáticas del País Vasco provocan que esta clase de depósitos, ricos en materia orgánica, pronto se vean cubiertos por una espesa masa vegetal. Pero las lluvias provocan con frecuencia corrimientos en las tierras poco compactas, generando aterrazamientos que dejan ver toda clase de artilugios de comienzos del siglo XX, como zapatos con suela de clavos, botellas, frascos irisados de formas dispares y porcelanas, entre las cuales abundan las que llevan en la base sellos de talleres franceses. El trabajo arqueológico en este tipo de depósitos aportaría datos interesantes sobre la vida cotidiana de los obreros industriales, indicándonos en que invertían normal u ocasionalmente el dinero que no gastaban en comida. Es probable que los basureros puedan además aportar datos sobre los intercambios económicos con otros países y regiones, así como reflejar de algún modo el impacto inmigratorio que sufrieron por entonces los núcleos industriales vascos. La atenta descripción de los viejos talleres e incluso de la disposición de los edificios de las barriadas obreras ayudaría a entender aspectos vivenciales contrastables con la información vertida en los periódicos, las novelas y los libros contables de principios de siglo. La investigación arqueológica podría realizarse de manera simultánea a los procesos de reconversión industrial y modernización urbanística, garantizando así la preservación del pasado inmediato no escrito de las ciudades.
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jueves, 1 de mayo de 1997
UNA POSIBILIDAD: LA ARQUEOLOGÍA INDUSTRIAL EN EUSKADI
El País Vasco experimentó desde fines del siglo XIX una fuerte industrialización. Como consecuencia de la misma, hay un buen número de ciudades vizcaínas y guipuzcoanas que presentan un aspecto urbanístico envejecido en medio del vergel de los montes circundantes. Estas ciudades conservan fábricas que ya no están en funcionamiento, mientras que otros talleres, a pesar de seguir funcionando con una maquinaria renovada, mantienen elementos constructivos y de organización del espacio que nos remiten a otra época. Por otro lado, la intensa actividad industrial que se dio en el País Vasco tuvo un reflejo claro en la vida económica de las gentes. En el contexto de las guerras mundiales, el País Vasco exportó armas y otros productos industriales hacia los países europeos, recibiendo otros productos, en ocasiones más exóticos, como contrapartida. El crecimiento acelerado de las ciudades industriales vascas generó una gran cantidad de basura que no pudo ser adecuadamente tratada, vertiéndose simplemente en los montes cercanos. Las características climáticas del País Vasco provocan que esta clase de depósitos, ricos en materia orgánica, pronto se vean cubiertos por una espesa masa vegetal. Pero las lluvias provocan con frecuencia corrimientos en las tierras poco compactas, generando aterrazamientos que dejan ver toda clase de artilugios de comienzos del siglo XX, como zapatos con suela de clavos, botellas, frascos irisados de formas dispares y porcelanas, entre las cuales abundan las que llevan en la base sellos de talleres franceses. El trabajo arqueológico en este tipo de depósitos aportaría datos interesantes sobre la vida cotidiana de los obreros industriales, indicándonos en que invertían normal u ocasionalmente el dinero que no gastaban en comida. Es probable que los basureros puedan además aportar datos sobre los intercambios económicos con otros países y regiones, así como reflejar de algún modo el impacto inmigratorio que sufrieron por entonces los núcleos industriales vascos. La atenta descripción de los viejos talleres e incluso de la disposición de los edificios de las barriadas obreras ayudaría a entender aspectos vivenciales contrastables con la información vertida en los periódicos, las novelas y los libros contables de principios de siglo. La investigación arqueológica podría realizarse de manera simultánea a los procesos de reconversión industrial y modernización urbanística, garantizando así la preservación del pasado inmediato no escrito de las ciudades.